El hilo virtuoso de una traumatóloga
Los tuits de una doctora suman 32.000 ‘me gusta’ al relatar el trabajo y la humanidad de una auxiliar de enfermería, que da lugar a numerosos comentarios de experiencias personales
Hay hilos que tejen complicidades. El de la traumatóloga Adri Pérez ha desencadenado una corriente de simpatía de 32.000 me gusta en apenas unos días. No está de más un poco de buen rollo para empezar un nuevo curso en el que se prevé otro desastre económico. Además, las historias de hospitales, de médicos y pacientes, siempre despiertan interés, como saben bien los guionistas de series y evidencian los numerosos comentarios que ha suscitado el hilo viralizado de una profesional sanitaria ajena a los...
Hay hilos que tejen complicidades. El de la traumatóloga Adri Pérez ha desencadenado una corriente de simpatía de 32.000 me gusta en apenas unos días. No está de más un poco de buen rollo para empezar un nuevo curso en el que se prevé otro desastre económico. Además, las historias de hospitales, de médicos y pacientes, siempre despiertan interés, como saben bien los guionistas de series y evidencian los numerosos comentarios que ha suscitado el hilo viralizado de una profesional sanitaria ajena a los medios informativos. Muchos cuentan su vida, su operación, su dolor, su ángel de la guarda... Es muy difícil no meter baza en los asuntos de salud. En su mayoría, el contenido es positivo, siguiendo el tenor de los tuits de la doctora, aunque también hay quien se queda con las experiencias chungas.
La traumatóloga relata que, mientras estaba de guardia en un hospital catalán, llegó “una chica de 25 años con una fractura de muñeca terrible”. Ella le explicó qué le iba a hacer, el procedimiento de anestesia intrafocal, pero la chica estaba “muy asustada y nerviosa”. La traumatóloga no disponía en ese momento de ayuda. Entonces llegó una auxiliar de enfermería, cogió la mano de la joven y le preguntó qué podía hacer por ella. “La chica respondió: ‘Háblame de lo que sea y no me sueltes la mano’. Y así fue”.
“La TCAE, la auxiliar, la ‘limpiaculos’, la ‘sinvergüenza’, como han llamado a su colectivo, le empezó a explicar de una casa rural que había alquilado para sus vacaciones en un pueblo y empezaron a charlar... A mí me dio tiempo de meter la aguja en la fractura... poner la anestesia, y pudimos hacer la tracción y poner el yeso sin que la chica se enterara. Cuando soltó la mano de MI COMPAÑERA, el proceso había acabado, y había colaborado tanto estando relajada que la fractura quedó perfectamente alineada a la primera”. Y concluye: “La labor de los TCAE no tiene precio, son parte esencial del equipo, no sólo para lavar culos, llevar cuñas o limpiar vómito como se cree. Dan soporte, acompañan, y en muchos casos determinan cómo puede ir o finalizar un proceso, menospreciar su labor es desconocerla”. Por cierto, TCAE son las siglas de técnico en cuidados auxiliares de enfermería, como responden varios tuiteros a otras tantas preguntas. La traumatóloga da un último pespunte con un agradecimiento a “todos los colectivos que están tan infravalorados como los TCAE, celadores, técnicos de rayos, limpieza, administrativos, que son indispensables”.
A partir de ahí, se suceden los comentarios: Una limpiadora recuerda cómo le dio las gracias un señor de 75 años con el que se quedó hablando. Su mujer, con alzhéimer, había sufrido una caída y “al pobre le decía que ya no le quería y que se buscara una novia”. Otra mujer relata lo nerviosa que se encontraba cuando le tuvieron que hacer una estereotaxia (un tipo de biopsia): “Mientras la enfermera/doctora protestaba vino la auxiliar, me cogió de la mano, me ayudó a respirar y me acariciaba el pelo mientras me preguntaba por las vacaciones. Para mí fue un ángel”.
Un tuitero ironiza sobre la madre Teresa de Calcuta y las auxiliares. Otro reafirma el trabajo de su mujer de manera muy masculina: “Mi mujer es TCAE y trabaja en una residencia de mayores, y os aseguro que no tengo los cojones de hacer la labor que ella hace, y lo sé de primera mano, porque es una de las residencias que llevo el mantenimiento”. Otra mujer siempre recordará a su auxiliar: “Mi primer parto fue algo traumático: me mandaron a quirófano y yo estaba completamente sola. Arranqué a llorar mientras el TCAE me llevaba en camilla. De repente, se paró, se agachó y me dijo al oído: ‘En unos minutos llorarás de alegría, te lo prometo’. Nunca lo olvidaré”.