Más calor, por favor

El paquete de medidas de ahorro energético anunciado por el Gobierno todavía colea en la red, al tiempo que Abel Caballero instala las luces de Navidad

Varias personas caminan por la calle de Preciados de Madrid, el 3 de agosto.Isabel Infantes (Europa Press)

Un tuitero dijo el otro día que si en el PP de Madrid fueran listos tendrían que poner las 24 horas en todas sus sedes ―lo suyo sería a todo trapo, que la contaminación sonora todavía no ha llegado a su punto álgido― un hilo musical con la canción del verano de la ONCE de 2021: “Estoy tremendo. Estoy crocanti. Soy el oro del Perú, llámame tiramisú. Apolo en polo, un maniquí…”. Tiempo al tiempo. Estoy tremendo, estoy que rompo. Soy del fuego la cerilla, la maja de la sombrilla. Un imán, un choque de trenes...”. Comunismo o libertad crocanti también puede ser el nuevo eslog...

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Un tuitero dijo el otro día que si en el PP de Madrid fueran listos tendrían que poner las 24 horas en todas sus sedes ―lo suyo sería a todo trapo, que la contaminación sonora todavía no ha llegado a su punto álgido― un hilo musical con la canción del verano de la ONCE de 2021: “Estoy tremendo. Estoy crocanti. Soy el oro del Perú, llámame tiramisú. Apolo en polo, un maniquí…”. Tiempo al tiempo. Estoy tremendo, estoy que rompo. Soy del fuego la cerilla, la maja de la sombrilla. Un imán, un choque de trenes...”. Comunismo o libertad crocanti también puede ser el nuevo eslogan para las elecciones de 2023.

Está el nacionalismo madrileño bastante revuelto. No hay declaraciones de la presidenta Isabel Díaz Ayuso por ningún lado. Tampoco las ya clásicas entrevistas matutinas en Telecinco, Antena 3, radios nacionales, ni siquiera en la prensa conservadora. ¿Por qué será tan conocida Ayuso en toda España? A saber. El ala oeste de la Puerta del Sol ha logrado marcar la agenda política de la última semana con tres simples mensajes en Twitter. Ayuso, mientras tanto, ha publicado una imagen desde Venecia en Instagram. Ahí queda eso. El más exitoso de los mensajes enviados por su equipo todavía trae cola: Madrid no quiere aires acondicionados a 27 grados en edificios públicos ni privados. Tampoco luces apagadas en escaparates.

El PP de la Comunidad de Madrid se sumó a la causa. Fue con todo en su perfil en la red social siguiendo los pasos de su lideresa: “Te dicen a qué temperatura tienes que poner el aire, cuándo debes apagar el escaparate, qué debes comer, meten su ideología en los libros de texto de tus hijos y reescriben la memoria de un país obviando lo que no les interesa”. Ya solo falta que te negasen el derecho a casarte con quien quieras. O que no se pueda conducir con unas copitas de vino. Bien lo sabe Aznar: “Déjeme que beba tranquilo mientras no ponga en riesgo a nadie ni haga daño a los demás”. ¿A quién se va a poner en riesgo si el que conduce borracho soy yo? A saber también. Con mensajes así, dicho sea, está Vox como para pronunciarse. Normal que guarden silencio: la que se avecina en septiembre es como floja.

Por partes. Para poner el aire a 27 grados en Madrid… primero hay que tenerlo, como se quejan muchos usuarios de la sanidad pública madrileña en la red del pajarito. Hace mes y medio también se lamentaron numerosos padres de distintos centros educativos de la región. Algunas aulas superaban incluso los 38 grados, con desmayos de alumnos. Según el Real Decreto de 486/1997, los centros escolares deben mantener siempre una temperatura entre los 17 y los 27 grados durante todo el curso. Preguntado por este asunto, el consejero de Educación y vicepresidente regional, Enrique Ossorio, dijo entonces que la solución para frenar esta subida de temperaturas era “hacer obras en los colegios para evitar que se produzcan estas situaciones”. ¿De quién será la competencia? A saber también. Más tarde, eso sí, Ossorio echó la culpa a Pedro Sánchez. “Cuando se anunció que venían los fondos europeos, planteamos al Gobierno una serie de actuaciones, pero no ha podido ser”. Crocanti.

Una cosa más. No hay que olvidar que, mientras Sánchez anunciaba las medidas para el ahorro energético, varios camiones cargados con luces de Navidad comenzaban a llegar a un rinconcito de Vigo. Efectivamente, un poco tarde para el tiempo en el que estamos ya. Su alcalde, el socialista Abel Caballero, subió una foto a Twitter ―sin corbata, eso sí― con un mensaje: “Iniciamos la instalación de las luces de Navidad. Una Navidad estupenda, todo el mundo invitado a venir a Vigo”. Colocarán 11 millones de bombillas. España es una obra maestra las 24 horas. Más calor, por favor.

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