Un eslogan de moda: ‘low cost’

Los lectores escriben sobre el impacto de los productos de bajo precio, la vuelta a la Universidad y la situación de Ciudadanos y recuerdan a un asiduo lector de EL PAÍS

Una fábrica de ropa en China.AFP

Este es uno de los eslóganes de moda: llévese el producto que le gusta a precio low cost. Extraordinario, pero ¿qué supone la reducción de costes para laminar el precio? Obviamente, no se renuncia al beneficio que, por definición, no puede desaparecer. Los principales costes que se reducen son, normalmente, los referidos a la calidad del producto, los laborales (deslocalización) y los medioambientales. Este mensaje supone el triunfo de la cantidad sobre la calidad, ...

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Este es uno de los eslóganes de moda: llévese el producto que le gusta a precio low cost. Extraordinario, pero ¿qué supone la reducción de costes para laminar el precio? Obviamente, no se renuncia al beneficio que, por definición, no puede desaparecer. Los principales costes que se reducen son, normalmente, los referidos a la calidad del producto, los laborales (deslocalización) y los medioambientales. Este mensaje supone el triunfo de la cantidad sobre la calidad, el desconocimiento de unas condiciones laborales dignas y el olvido de las repercusiones del proceso productivo en el medio ambiente. Mejor sería decir, rememorando un antiguo anuncio: “¿Consume mucho? Consuma menos y consuma mejor”. Dicho de otro modo, exija calidad y garantía de que el producto incorpora los costes medioambientales que causan su producción y su distribución, aunque tenga que pagar un poco más. Frente al eslogan de moda podríamos decir: “¿Low cost? No, precio justo: Fair price”.

Antoni Lluch Corell. Valencia

Volver a estudiar

Tengo 56 años y hace cuatro decidí volver a la Universidad. Hacía 34 años que acabé mis estudios de Derecho y las Humanidades eran mi asignatura pendiente. Primero un máster en religiones y ahora otro de filosofía. No se imagina nadie la satisfacción que produce el estudio, la lectura de lo nuevo, los clásicos, los grandes filósofos. Animo a la gente a que siga estudiando esta parcela tan denostada en un mundo que aboga por el lucro rápido y a los jóvenes que elijan estos estudios. Saber vivir fuera del rebaño y salir de la “minoría de edad” kantiana no tiene precio.

Fernando Pamos de la Hoz. Majadahonda (Madrid)

¿Quién es miembro de Ciudadanos?

Ciudadanos fue un partido que arrancó fuerte con Albert Rivera. Muchos sentían que podía tratarse de un partido que acabara con el bipartidismo español. Inés Arrimadas y Albert Rivera hicieron un buen tándem. Arrimadas continúa siendo una política cabal y acertada en muchas de sus actuaciones, pero parece que falta algo. Y y es que la política está sola, a los miembros de su equipo los ciudadanos los desconocen. Este hecho genera incertidumbre y desconfianza en el electorado. En las urnas no solo votamos por las cabezas visibles de los diferentes partidos políticos sino que lo hacemos para dar voto a todo un equipo. Y, aparte de Arrimadas, Edmundo Bal y Begoña Villacís, ¿dónde está el resto?

Glòria Barrachina Ferrús. Sant Cugat del Vallès (Barcelona)

Leer hasta el final

Mi padre leía EL PAÍS con vicio. Lo compraba con la misma asiduidad que el tabaco, aunque cuando le asaltó la demencia se le olvidó hasta fumar. Ya saben cómo es la enfermedad: lo devora todo. O casi todo. Porque mi padre dejó de reconocer incluso a sus hijos, pero conservó la devoción por los dulces y por este artefacto de papel. Lo amarraba firme por la portada, plegaba sus páginas con delicadeza y con el dedo índice guiaba una ensimismada lectura que le absorbía como antaño. Asombraba que mantuviera inalterable esa liturgia. Mi padre leía y leyó hasta el final. Y ese ejemplo es uno de sus mayores legados. Seguro que esta pequeña carta tampoco se le habría escapado.

Ray Sánchez Rodríguez. Madrid

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