Estados Unidos y la nueva geometría asiática
La gira de Biden por Asia se enmarca en la geopolítica de la seguridad, pero sobre todo busca reorganizar la cadena comercial en un momento en el que la carrera tecnológica ha entrado en una etapa decisiva
La región Indo-Pacífico concentra algunas de las más importantes potencias innovadoras en manufacturas tecnológicas, además de albergar una rica base de reservas de minerales estratégicos. La disrupción de alguna de estas piezas clave de la geopolítica de la tecnología podría suponer para las potencias tecnológicas retrocesos nada deseados en la carrera por el liderazgo global. El Indo-Pacífico acapara el interés económico mundial a la vez que se acentúa el juego de poder geopolít...
La región Indo-Pacífico concentra algunas de las más importantes potencias innovadoras en manufacturas tecnológicas, además de albergar una rica base de reservas de minerales estratégicos. La disrupción de alguna de estas piezas clave de la geopolítica de la tecnología podría suponer para las potencias tecnológicas retrocesos nada deseados en la carrera por el liderazgo global. El Indo-Pacífico acapara el interés económico mundial a la vez que se acentúa el juego de poder geopolítico entre las potencias con intereses en la región.
El impacto de la invasión rusa de Ucrania sobre la geopolítica global ha venido centrando los asuntos de seguridad y defensa sobre territorio europeo. A la vez, Washington ha intensificado su agenda económica en el Indo-Pacífico, más allá de los intereses militares estadounidenses en la región durante la última década, que aún se mantienen bien arriba en la agenda. Alcanzar un equilibrio estratégico entre ambas palancas, la económica y la de seguridad, centra el nuevo enfoque de la Administración de Biden hacia una región que es conocedora de su potencial económico y comercial. Se trata de un hub global que aglutina diferentes visiones geoestratégicas que podrían no estar completamente alineadas con los objetivos de Washington en la región.
La cohesión mostrada por los países asiáticos para impulsar una mayor integración económica regional se despliega en un plano distinto a la heterogénea geometría de visiones de seguridad y defensa que concentra el Indo-Pacífico. Contrarrestar al gigante asiático en el mar del Sur de China es un objetivo que para los países de la región se desenvuelve en un esquema geopolítico diferente a las aspiraciones económicas que albergan. El éxito del renovado enfoque de Washington hacia la región, que no tiene un único esquema geoestratégico, dependerá de calibrar estratégicamente esta dualidad.
Al pivotar de nuevo hacia Asia, la dimensión económica se incorpora al histórico enfoque de seguridad. La iniciativa Marco Económico del Indo-Pacífico (IPEF, por sus siglas en inglés) anunciada por Biden durante su primer viaje a Asia busca compensar el bajo perfil comercial que Washington ha tenido en la región desde que la anterior Administración retirara a Estados Unidos del acuerdo comercial Trans-Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés), que buscada reducir barreras comerciales, y que finalmente evolucionó hacia el actual Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés).
El marco de colaboración, que no acuerdo comercial, no contempla reducir aranceles ni otorga acceso al mercado estadounidense. No ha contado con el entusiasmo esperado entre sus 12 miembros asiáticos. La mitad de ellos (India, Vietnam, Indonesia, Tailandia, Brunéi y Filipinas) mostraron dudas iniciales, aunque finalmente se han adherido al nuevo marco económico propuesto por Washington, junto con Australia, Corea del Sur, Japón, Malasia, Nueva Zelanda y Singapur. El acuerdo se enmarca en cuatro pilares: el comercio digital, la energía limpia, la resiliencia de la cadena de suministro, impuestos y lucha contra la corrupción. En la agenda estratégica de Washington en el Indo-Pacífico destaca la priorización de la rivalidad tecnológica con China ante los retos que plantean las redes 5G y la disponibilidad de semiconductores de última generación.
La elección de Corea del Sur como primera parada de la gira asiática de Biden remarca el objetivo de Washington de diseñar una alianza estratégica que potencie la capacidad de manufactura de semiconductores surcoreana y la fortaleza de la cadena de suministro, con el liderazgo en diseño tecnológico estadounidense. La futura inversión de 17.000 millones de dólares que realizará Samsung en una nueva fábrica en Texas reposicionará a Estados Unidos en el esquema de manufactura tecnológica que abandonó hace décadas. Reducirá su dependencia de China y evitará además la exposición a las disrupciones de la cadena de suministro que se están intensificando con la guerra de Ucrania. A este anuncio se ha sumado la inversión de más de 10.000 millones de dólares para acelerar la movilidad sostenible que realizará Hyundai en Georgia.
Sin tener la dimensión de un acuerdo comercial, el nuevo marco económico IPEF busca encontrar su espacio en un entorno en el que, además del CPTPP, los países asiáticos han lanzado el mayor acuerdo de libre comercio del mundo, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés). Liderada por China, sus 15 miembros aglutinan un mayor volumen de comercio entre sí que el que generan conjuntamente con Estados Unidos y Europa. De ahí que Corea del Sur no considere que reforzar la cooperación con Estados Unidos a través del IPEF tenga que conllevar un juego de suma cero respecto a los vínculos económicos que mantiene con China. Una sensibilidad compartida entre los países menos entusiastas inicialmente con la iniciativa IPEF y que muestran una mayor alineación hacia un orden asiático bajo el RCEP, un marco económico de mayor impacto regional y global.
Con los últimos movimientos de China en el Indo-Pacífico, el juego de poder en la región ha perdido cierto equilibrio. El reciente acuerdo de seguridad firmado entre China y las Islas Salomón marca la agenda de seguridad de Biden en su visita a Japón, anfitrión de la reconexión del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad) formado por Australia, Estados Unidos, India y Japón. Un foro estratégico que puede demostrar una amplia proyección económica en la era digital. Las amplias reservas y capacidad de producción de litio de Australia, la aportación a la innovación tecnológica de Japón, y la infraestructura de manufactura de productos electrónicos de India, complementan las capacidades de Estados Unidos en la carrera por el liderazgo tecnológico en su rivalidad con China, todo ello bajo un marco de cooperación estratégica.
El marcado carácter tecnológico de la visita inaugural de Biden a Asia pone en perspectiva la dimensión de las aspiraciones de la Unión Europea hacia una mayor autosuficiencia en innovación, desarrollo tecnológico y manufactura de chips. Repivotar hacia Asia le ha permitido a Washington reforzar su compromiso económico y de seguridad con la región, pero también atraer las capacidades asiáticas hacia territorio doméstico. En un momento en el que la carrera tecnológica ya ha entrado en una etapa decisiva, donde podrían verse comprometidas históricas ventajas competitivas tecnológicas, la necesidad de la Unión Europea de establecer un marco de cooperación tecnológico estratégico con las principales potencias innovadoras y de manufactura asiáticas resulta indispensable para reforzar sus ambiciones de polo tecnológico en pleno desarrollo de la generación digital.