El ‘podcast’ de Benedetti

No puede haber compromiso cultural, real ni tecnológico, ni presente ni futuro, si se sigue defraudando a los titulares de los derechos intelectuales

Mario Benedetti, en una imagen de 2007.Pablo Bielli (Getty Images)

A Luis García Montero

Corría el año 1996 del siglo pasado cuando Mario Benedetti fijó su voz, su alma y su palabra en la grabación de un audiolibro titulado El amor, las mujeres y la vida. Hoy, don Mario, estoy seguro, habría grabado un podcast. El podcast de Mario Benedetti, en el que con deleite podríamos compartir, por ejemplo, su poema No te salves, y recitar con él y junto a él: “No te quedes inmóvil ...

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A Luis García Montero

Corría el año 1996 del siglo pasado cuando Mario Benedetti fijó su voz, su alma y su palabra en la grabación de un audiolibro titulado El amor, las mujeres y la vida. Hoy, don Mario, estoy seguro, habría grabado un podcast. El podcast de Mario Benedetti, en el que con deleite podríamos compartir, por ejemplo, su poema No te salves, y recitar con él y junto a él: “No te quedes inmóvil / al borde del camino / no congeles el júbilo / no quieras con desgana / no te salves / ahora ni nunca / no te salves …”.

Así podría abrir la grabación del podcast de Mario Benedetti, con esa declaración de principios y esos versos hechos carne, piel y arte con la geometría del compromiso vital y de los sentidos.

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Todos esos elementos los tiene la creación y la inspiración en un universo único, y al podcast de Benedetti nada le podría ser ajeno: ni una brizna de música, ni un dibujo que ilustre el alma del poema, ni un recitado que nos inunde con la sensibilidad del poeta, como si fuera declamado para cada uno de nosotros y vivido en cada verso.

Así, en un archivo de audio nos cabe todo un territorio creativo, técnico y cómplice. Un mundo al que iremos sumando, a la magia de los versos, elementos de una cartografía, única, original e irrepetible.

Cada nuevo podcast es una celebración, una suerte de Big Bang, un mapamundi de las emociones, de la cultura y del saber popular.

Creo necesaria la pedagogía en la escuela y en la conversación de la sociedad civil y política, desde donde trabajar en común por la configuración de esa mirada cómplice con los creadores. Una de sus claves debe de ser el firme respeto a la propiedad intelectual como bien común y protección del patrimonio cultural. No puede haber compromiso cultural, real ni tecnológico, ni presente ni futuro, si se sigue defraudando a los titulares de los derechos intelectuales. La sociedad no se debe conformar con una visión precaria del creador o del investigador ligada a una imagen de pobreza y de bohemia. Todo ello ajeno a lo que la creatividad tiene de impulso y riqueza para el patrimonio inmaterial y material de un país, así como de constante fusión, innovación y generación de economía y cultura.

Desde luego, el podcast de Benedetti estaría repleto de inspiración y talento. Construido con materiales intangibles que conforman un todo creativo que, para crecer, multiplicar y preservarse, precisan de la protección de los derechos intelectuales. Estos derechos son participativos e interactivos y son pilares básicos de la protección del conocimiento. Es necesaria la conciencia sobre estos derechos que no son solo de la cultura y de los creadores, de los productores culturales, de los editores, sino también de la educación, la ciencia, los medios de comunicación, la investigación, la tecnología, etcétera. Son derechos vivos y multiplicativos.

La creación y la propiedad intelectual están íntimamente ligadas con la distribución del continente y el contenido en las aplicaciones, en los teléfonos inteligentes, en las plataformas, en la próxima aceleración de la inteligencia artificial, en los desarrollos en la nube, en una partitura interpretada.

Nada en el ámbito de la creación es ajeno a los derechos intelectuales, ni la escuela, ni el concierto de las fiestas de nuestra ciudad, ni las series, ni el partido del domingo, ni el podcast, ni la lista de las canciones del móvil, ni el programa de humor, ni la visita a un museo virtual, a una biblioteca, los NFT y los versos.

El podcast de Mario Benedetti no tendría edad y sí porvenir. Tendría, como toda creación, convicción, vitalidad, profundidad, y la geometría de un compromiso vital.

Con la arquitectura del audio está llegando una nueva narrativa que fluye y emana del cruce de cientos de caminos de la imaginación. Puede venir de una radio, de un diario, de una plataforma, de una universidad. Puede partir de un audiolibro, de un recital de música o de poesía.

Viene del río, de la fusión y del mestizaje, de la diversidad cultural, bebiendo de las raíces y de los orígenes, bebiendo de lo cotidiano y de la sabiduría popular. Puede venir de la rima y el ritmo, beber de Macondo o Camarón, ir al metaverso o llegar de la tradición. Lo que sí hace la arquitectura del audio y su evolución es hacernos nómadas del pensamiento.

El podcast tiene duende. Tiene una edad de oro llena de voces, de sonidos, de ideas y, como diría el poeta, tiene táctica y estrategia, y la propiedad intelectual le recitaría al oyente en El podcast de Benedetti.

“Mi estrategia / es que un día cualquiera / no sé cómo ni sé / con qué pretexto / por fin me necesites …”.

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