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No es cosa de morir todavía, pero sí de partir, aunque no como para dejarles huérfanos cada martes de qué bobada se le habrá ocurrido al Azúa este. A partir del 26 me encontrarán en otro lugar del periódico

Rutger Hauer, como el replicante Roy Batty en 'Blade Runner'.

Permitan que cite un proverbio francés en el original, y luego lo traduzco: Partir c’est mourir un peu, mourir c’est partir un peu trop. O sea que partir es morir un poco, pero morir es partir demasiado. Bueno, pues no muero, pero sí parto. Me han acompañado a lo largo de muchos años en este rincón humilde y cálido. Hemos conocido épocas buenas, malas y peores. No hemos llegado al extremo de haber visto cosas que nadie podría imaginar: “Naves de combate en llamas en el hombro de Orión, relámpagos resplandeciendo en la oscuridad cerca de la entrada de Tannhäuser, todos esos momentos se p...

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Permitan que cite un proverbio francés en el original, y luego lo traduzco: Partir c’est mourir un peu, mourir c’est partir un peu trop. O sea que partir es morir un poco, pero morir es partir demasiado. Bueno, pues no muero, pero sí parto. Me han acompañado a lo largo de muchos años en este rincón humilde y cálido. Hemos conocido épocas buenas, malas y peores. No hemos llegado al extremo de haber visto cosas que nadie podría imaginar: “Naves de combate en llamas en el hombro de Orión, relámpagos resplandeciendo en la oscuridad cerca de la entrada de Tannhäuser, todos esos momentos se perderán en el tiempo, igual que lágrimas en la lluvia. Llegó la hora de morir”. Y no las hemos visto porque no somos Rutger Hauer, que es quien modificó el guion de Blade Runner y añadió este admirable colofón. ¡Ojalá fuéramos Rutger Hauer!, pero sólo somos un minúsculo habitante del planeta Tierra y por mucha importancia que nos demos los humanos cada uno en su casa (no tenemos nada más valioso que nuestra pobre persona), no superamos el valor de una lombriz que horada paciente un agujero en la tierra para depositar su huevo. Bien es verdad que William Blake, que los conocía bien, dijo de los gusanos algo imperecedero: “La lombriz bendice el arado que la parte”. Y así es. Cuando uno es un buen gusano, un gusano educado, un gusano del que sus hijos y nietos se sentirán orgullosos, no puede sino aplaudir el verso de Blake, quien, por otra parte, siempre me ha parecido un pelmazo.

Así que no es cosa de morir todavía, pero sí de partir, aunque no tanto como para dejarles a ustedes huérfanos cada martes de qué bobada se le habrá ocurrido al Azúa este. De modo que a partir del día 26, martes, me encontrarán en otro lugar del periódico que me vio nacer y quizás me verá morir. Espero encontrarles de nuevo dentro de unos días, ¡no se vayan demasiado!

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