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Algo que parezca una victoria

Putin quiere ocupar un territorio donde declarar cumplidos los objetivos y proclamarse vencedor de su ofensiva

Vladímir Putin se encamina a una nueva fase, la tercera, de su infame guerra. Fracasó la primera, el asalto fulgurante con el que pretendía descabezar el Gobierno para colocar un presidente títere a sus órdenes. También resultó un desastre la segunda, la batalla de desgaste desde las posiciones fijadas en el norte de la capital y en el este del país. Allí ha dejado un reguero de soldados muertos, la chatarra de centenares de carros de combate y, lo que es peor, cualq...

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Vladímir Putin se encamina a una nueva fase, la tercera, de su infame guerra. Fracasó la primera, el asalto fulgurante con el que pretendía descabezar el Gobierno para colocar un presidente títere a sus órdenes. También resultó un desastre la segunda, la batalla de desgaste desde las posiciones fijadas en el norte de la capital y en el este del país. Allí ha dejado un reguero de soldados muertos, la chatarra de centenares de carros de combate y, lo que es peor, cualquier idea de honor, profesionalidad y eficacia, virtudes militares incompatibles con el comportamiento del ejército putinista, propio de una banda de asesinos y saqueadores.

Si primero jugó con la sorpresa, el engaño y la favorable desproporción de fuerzas, en la segunda ha contado con la capacidad para asediar y destruir ciudades, matar a sus habitantes o utilizarlos como moneda de cambio para la rendición del adversario. Los bombardeos y la crueldad con la población civil han sido sus armas, con el espantoso resultado que se conoce. Vencida por la audacia guerrillera de las fuerzas armadas ucranias, la soldadesca rusa ha dedicado sus últimas municiones antes de retirarse a la sucia y vergonzosa tarea de exterminar a quienes tropezaban en su camino, fuera una familia agazapada en un desván, un ciclista desorientado o un padre de familia en busca de alimentos.

La tercera fase debería aportar novedades. Volodímir Zelenski ha declarado que lucha para salvar vidas no territorios. El mando ruso redirige ahora todos sus esfuerzos hacia el Donbás, para intentar ocuparlo entero y conectarlo con Crimea. Kiev llama a los civiles a salir de la región ante la batalla que se prepara. No cejarán los reflejos inhumanos del Kremlin a la hora de atacar los corredores humanitarios o las estaciones ferroviarias colmadas de civiles inocentes, pero el objetivo es abiertamente territorial. Moscú quiere limpiar una amplia zona fronteriza con Rusia donde proclamar su victoria sobre las ruinas y el vacío procurados por los bombardeos en alfombra.

Estos son los planes, y ya se sabe que en la guerra ningún plan resiste la entrada en combate. El objetivo actual de Putin es dividir Ucrania en dos, sentarse a negociar y luego anexionar su parte y proclamar la victoria. Y conseguirlo antes del 9 de mayo, aniversario de la Gran Guerra Patria contra el nazismo. Para que los supervivientes rusos de la carnicería, aseados y engalanados, desfilen ante el zar que les ha mandado a la muerte.

Ha sido tanta su incompetencia, que no puede descartarse una tercera derrota. Le quedan fuerzas para evitarla, es decir, bombas y hombres, y sobre todo los ingresos del petróleo y del gas para financiar la guerra. Si luego hay una cuarta fase, será defensiva, tendrá su trinchera en Crimea y alcanzará quizás el punto más peligroso, con un Putin desesperado y dispuesto a utilizar el arsenal maldito de las armas de destrucción masiva.

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