Pacte con su diablo
Para la mitad del país, pactar con Bildu es indecente y con Vox legítimo. Para la otra mitad, es justo al revés. Pero yo creo que es legítimo que el PSOE llegue a acuerdos con Bildu y el PP con Vox
Para la mitad del país, pactar con Bildu es indecente y con Vox legítimo. Para la otra mitad, es justo al revés. Pero yo creo que es legítimo que el PSOE llegue a acuerdos con Bildu y el PP con Vox.
Critiquemos a abertzales y ultraderechistas cuando justifican la violencia o promueven actitudes autoritarias, pero no a quienes se sientan con ellos a negociar leyes o presupuestos ―para Madrid, ...
Para la mitad del país, pactar con Bildu es indecente y con Vox legítimo. Para la otra mitad, es justo al revés. Pero yo creo que es legítimo que el PSOE llegue a acuerdos con Bildu y el PP con Vox.
Critiquemos a abertzales y ultraderechistas cuando justifican la violencia o promueven actitudes autoritarias, pero no a quienes se sientan con ellos a negociar leyes o presupuestos ―para Madrid, Andalucía o España― sobre otras posiciones. Repudiemos pactos con Bildu o Vox que menoscaben las libertades civiles, pero no sobre medidas compatibles con el Estado de derecho.
Porque, en una democracia, interactuar con alguien no quiere decir asumir sus ideas. Desgraciadamente, en España aplicamos a menudo la mentalidad reaccionaria del “cordón sanitario” ―que recordemos se inventó para frenar el avance del liberalismo― de que las malas ideas contaminan a las buenas personas. Tratamos como apestados a los representantes de Vox o Bildu. Y, aunque estén errados en muchos puntos, podemos construir con esas formaciones en otros ámbitos.
Pactar con los diablos de la política española no refuerza sus ideas demoníacas. Al contrario. Si hablan con nosotros, son ellos quienes traicionan sus principios autocráticos, no nosotros los democráticos. Si los alejamos, ganan ellos. Si los acercamos, ganamos nosotros.
Pero, y que me perdonen mis amigos de derechas, una cosa es cerrar un pacto programático con Vox y otra abrir la puerta a un Gobierno de coalición, como en Castilla y León. Una vez dentro, Vox impondrá una agenda radical por pura supervivencia. Sacará pecho (al estilo Tarzán, no Delacroix) tanto si las cosas van bien, para salir de la sombra de Mañueco, como mal, para liderar la agitación callejera. Una coalición PSOE-Podemos es menos problemática, porque en las comparativas europeas son partidos similares, mientras Vox es una formación extremista.
Y, que me disculpen mis amigos de izquierdas, Vox y Bildu no son equiparables. Manuela Carmena dijo “Tengo amigos de Vox que son una gente magnífica, al margen de su ideología”. Es difícil que un político del PP diga lo mismo de los de Bildu, que defienden los ongi etorri a terroristas que los asesinaban. En Bildu, muchos están éticamente manchados.
Pero aislándolos políticamente no los vamos a limpiar. Solo uno puede asear su propia conciencia. Y será más fácil si le tendemos la mano. @VictorLapuente