Derechista
Mi propósito 2022 es cuqui, gratis y redundará en mi felicidad: me voy a hacer de derechas
El pensamiento positivo invita a escribir listas de propósitos para Año Nuevo. Algunos son propósitos muy monos —”Ser más cariñosa”—, otros, consumo: acupuntura, academia y gimnasio para dejar de fumar, aprender inglés, adelgazar. Mi propósito 2022 es cuqui, gratis y redundará en mi felicidad: me voy a hacer de derechas. No quiero que nadie me acuse de tener piso. Necesito beber muchas cañitas y contratar sin mala conciencia un seguro de salud; decir que la culpa no es mía —soy la presidenta—...
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El pensamiento positivo invita a escribir listas de propósitos para Año Nuevo. Algunos son propósitos muy monos —”Ser más cariñosa”—, otros, consumo: acupuntura, academia y gimnasio para dejar de fumar, aprender inglés, adelgazar. Mi propósito 2022 es cuqui, gratis y redundará en mi felicidad: me voy a hacer de derechas. No quiero que nadie me acuse de tener piso. Necesito beber muchas cañitas y contratar sin mala conciencia un seguro de salud; decir que la culpa no es mía —soy la presidenta—, sino del personal perezoso que trabaja en centros de atención primaria. De derechas, para no morirme de vergüenza y dolor al pasar junto al Arco de Triunfo, y adquirir regalos cristianos en teles ultras. Para que no me llueva en las manifestaciones y mi corrupción se disculpe por coherencia con mi sesgo ideológico —ley del más fuerte, el que no corre vuela, zorrería empresarial—. Desde una oposición, amante de la verdad y caprinamente arrojada, acusaré al presidente de los crímenes de Hannibal Lecter y llamaré fea a una ministra. Nadie me denunciará. Creeré que a quien no amasa un capital le falta un hervor y que, si te falta un aristocrático hervor y tienes capital, eres superespontánea. Conjugaré los verbos prevaricar, especular, explotar, pero no sabré qué significan y desteñiré los vínculos semántico-económicos —¿Mande?— que los unen a plusvalía, temporalidad, precariedad. La autocrítica no me destruirá políticamente. Iremos todos a una como Fuenteovejuna y esgrimiré un intelectualísimo argumento: “Váyase a Venezuela”. De derechas, para no responder ante la judicatura porque no me consta. Para fingir que protejo a quien me voy a zampar. Para ser gente de bien y hacer rastrillos. Para a Dios rogando y con el mazo dando. Para ganar sin reparar en quienes pierden. Para reír los chistes de gangosos y decir que el juego de la seducción se ha acabado porque está prohibido violentar a una mujer.