Apocalipsis

Relato de las reacciones (dramáticas, cómicas y conspiranoicas) de los tuiteros durante la caída de Facebook, WhatsApp e Instagram

Un hombre mira su teléfono móvil en la ciudad de México durante la caída de Facebook, Instagram y WhatsApp el pasado lunes.ALFREDO ESTRELLA (AFP)

La lista de tendencias mundial de este lunes lo decía todo. No nos interesaba nada más que la caída de Facebook, WhatsApp e Instagram y los nombres de las redes alternativas para comunicarse sin verse. En España se colaron de milagro en la clasificación #Llarena-el juez que se quedó, de momento, sin recibir a Carles Puigdemont-; los Legionarios de Cristo - que, segú...

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La lista de tendencias mundial de este lunes lo decía todo. No nos interesaba nada más que la caída de Facebook, WhatsApp e Instagram y los nombres de las redes alternativas para comunicarse sin verse. En España se colaron de milagro en la clasificación #Llarena-el juez que se quedó, de momento, sin recibir a Carles Puigdemont-; los Legionarios de Cristo - que, según los Papeles de Pandora, crearon una millonaria red en un paraíso fiscal- y Míchel - despedido como entrenador del Getafe antes que Koeman del Barça-.

Al principio, quizá durante una hora o dos, hicimos bromas. Ahí aún teníamos fuerzas. Fue universal el chascarrillo sobre la ironía que suponía que todos fuéramos rápidamente a Twitter para averiguar si se había caído WhatsApp o nuestro teléfono y que la propia compañía tuviera que informar del fallo en una red social de la competencia. #GraciasTwitter fue una de las etiquetas más repetidas. Entonces todavía había esperanza y por tanto, ganas de reírse:

Los fabricantes de memes trabajaron a destajo, el resto tiró de gifs o de cosecha propia. Y Twitter se emborrachó de poder: En su cuenta oficial (más de 60 millones de seguidores y subiendo) escribió: “Hola, literalmente, a todos”.

Le contestó McDonald´s: “¿Qué puedo llevarte?”

Le contestó Instagram, dejando ver que claramente no se lo estaban tomando en serio: “Hola y feliz lunes”

Y le contestó también WhatsApp desde su cuenta oficial en Twitter, tan pichis: “¡Hola!”

La Guardia Civil nos mandó ánimos con un poco de recochineo, también hay que decirlo:

La Policía Nacional fue más sobria:

Luego empezamos a ponernos nerviosos porque pese al mensaje pretendidamente tranquilizador de Andy Stone, responsable de comunicación de Facebook -”Estamos trabajando para que todo vuelva a la normalidad lo antes posible”-, allí no daban con el manguito. Seguía la avería. Había que ser fuertes, como Luis [Bárcenas] y recuperar los SMS, pero aparecieron los primeros síntomas de síndrome de abstinencia, los primeros conspiranoicos y los primeros mensajes dramáticos:

Ahora sí, escocían mucho mensajes como estos:

Pasadas las nueve de la noche, el asunto ya no tenía ninguna gracia. Primer balance de daños:

- Se quedaron fríos miles de platos en Instagram.

- Otros tantos exalumnos dejaron de reencontrarse en Facebook.

- Las influentes tuvieron que abrir sus paquetes de regalos con las dos manos y nadie las vio hacerlo.

- Cientos de hombres y mujeres que se habían armado de valor después de muchos meses, quizá años, para enviar por fin ese wasap invitando a la chica o chico que les gustaba al cine, a tomar una caña, a pasear o lo que surja, se quedaron sin saber y sin atreverse a llamar (de los que pilló haciendo sexting ya no digo nada. Pobres).

Y eso era solo la punta del iceberg.

Tras varias idas y venidas, nos fuimos a dormir inquietos, con la ilusión de la noche de Reyes. Ojalá se hayan encontrado a la mañana siguiente todos los wasaps que habían pedido.

Probablemente en unos años salgan estudios clínicos sobre la prueba de resistencia a la que nos han sometido en los últimos meses -pandemia, Filomena, volcán...- con este duro test final que nos obligó a volver a llamar. Todo sea por la ciencia.

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