El retorno del ‘procés’

Corremos el riesgo de que las redes sociales vuelvan a ser monotemáticas

Concentración delante del consulado de Italia en Barcelona por la dentención de Carles Puigdemont en la isla italiana de Cerdeña.Albert Garcia (EL PAÍS)

Se viene turra. Ya me perdonarán la expresión, pero la detención de Carles Puigdemont en Cerdeña amenaza con que Twitter vuelva a ser, como en 2017, esa red social en la que solo se habla de una cosa: la independencia de Cataluña.

Tanto es así que no me extrañaría que más de un unionista convencido esté deseando en secreto que las autoridades italianas ...

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Se viene turra. Ya me perdonarán la expresión, pero la detención de Carles Puigdemont en Cerdeña amenaza con que Twitter vuelva a ser, como en 2017, esa red social en la que solo se habla de una cosa: la independencia de Cataluña.

Tanto es así que no me extrañaría que más de un unionista convencido esté deseando en secreto que las autoridades italianas no extraditen al president de Waterloo, como pasó en 2018 en Alemania. Contras: no se juzga a Puigdemont. Pros: uno puede tuitear “pues The White Lotus está muy bien”, por ejemplo, sin que le respondan a uno que no es momento de ver The White Lotus, es momento de luchar por la patria (la que sea). ¿No serás un equidistante de esos?

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Las reacciones comenzaron nada más conocerse la noticia: los líderes independentistas hablaban de represión y de “vergüenzas democráticas”, como tuiteaba Laura Borràs, presidenta del Parlamento catalán. “España siempre dialoga de la misma forma”, añadía el expresidente de la Generalitat Quim Torra.

También se pusieron de manifiesto las diferencias entre las corrientes independentistas. ERC y Pere Aragonès, actual presidente, llamaban a “la amnistía y a la autodeterminación”. Pero desde el sector más cercano a Junts per Catalunya se corregían estos tuits, recordando que ahí faltaba la palabra “independencia”. Asimismo, se ironizaba sobre la utilidad de la mesa de diálogo entre los gobiernos español y catalán. Antonio Baños, candidato de la CUP en 2015, parecía que tuviera el tuit guardado desde hace semanas: “Entiendo que mañana habrá reunión de urgencia y máximo nivel de LA MESA”.

Uno de los defensores de esta mesa, el diputado de ERC Gabriel Rufián, compartió un tuit marca de la casa. Su estilo —que parece fácil, pero requiere años de práctica— se basa en comparar dos situaciones para señalar una injusticia: “Reyes ladrones fugados en Abu Dabi y Presidentes electos detenidos en Cerdeña”. Me gusta ese plural que da distanciamiento al tuit. Pero porque me permite imaginar que hay docenas de reyes fugados y de presidentes detenidos. Son las costumbres típicas de ahí, vienen en la Lonely Planet.

Entre todo el ruido se avanzaba una advertencia importante: muchos están celebrando un gol que podría acabar anulado, dadas las dudas que hay sobre la euroorden. De hecho, el viernes por la tarde el tribunal puso en libertad a Puigdemont mientras decide sobre este asunto. Es un tema complejo que ha propiciado la aparición en Twitter de expertos en derecho internacional. Estos sustituyen a los vulcanólogos, que a su vez estaban dando un merecido descanso a los epidemiólogos.

No había mucha prudencia en Madrid. Por la mañana, Pablo Casado pedía que no se indultara a Puigdemont, cuando ni siquiera se sabe si llegará a España: “Sánchez debe comprometerse a respetar la sentencia de la Justicia sin indultos”. Y la cuenta del Partido Popular, en plan malote de Twitter, recuperaba un tuit de Puigdemont de 2009: “A casa, que ya toca”.

El momento de distensión lo dio, curiosamente, la protesta frente al consulado de Italia en Barcelona. Nació Digital compartió un vídeo en el que aparecía Pilar Rahola cantando Bella Ciao. Los comentarios hermanaron a españoles y catalanes, que pedían a los mossos que esta vez sí cargaran o suplicaban a Europa que “no nos mire”, en referencia a la frase “el món ens mira” (el mundo nos mira), que se usa cuando aparece alguna referencia procesista en un periódico internacional. Al final y pase lo que pase, hay cosas que nos unen a todos. Incluso a los catalanes equidistantes como yo.

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