Solidarios con La Palma y... Vigo
Los tuiteros se vuelcan con los afectados por el volcán y avisan de la amenaza de varios meses de villancicos por megafonía
No todo iban a ser brujas y trolls, insultos y broncas. A veces, Twitter se pone bonito, saca lo mejor de nosotros mismos, destila empatía. En los últimos días ha habido dos ejemplos clarísimos: cientos de tuiteros han manifestado su solidaridad con compatriotas que la necesitaban, los habitantes de la isla de La Palma y los de Vigo. Lo primero, por la erupción del volcán. Lo segundo, por la amenaza del Ayunt...
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No todo iban a ser brujas y trolls, insultos y broncas. A veces, Twitter se pone bonito, saca lo mejor de nosotros mismos, destila empatía. En los últimos días ha habido dos ejemplos clarísimos: cientos de tuiteros han manifestado su solidaridad con compatriotas que la necesitaban, los habitantes de la isla de La Palma y los de Vigo. Lo primero, por la erupción del volcán. Lo segundo, por la amenaza del Ayuntamiento de ametrallarles con panxoliñas (villancicos) por megafonía en las calles de la ciudad desde noviembre hasta enero.
Las redes se volcaron con los afectados. Famosos y no tan famosos difundieron en sus cuentas métodos y lugares para ayudar recogiendo en la Península ropa y comida para los palmeros. Políticos de diferentes partidos les enviaron todo su “cariño”, su “fuerza”, su “apoyo incondicional” así como su “profundo agradecimiento” a los profesionales de emergencias que trabajan sobre el terreno. Algunos, como Pablo Casado, se desplazaron a la isla —esta vez sin pala— para abrazarlos directamente. Cuando se difundió que en municipios cercanos al volcán estaban subiendo los precios de los alquileres para sacar tajada de la desgracia, Twitter señaló la indecencia con su dedo acusador: “buitres”; “miserables”, “escoria”.
Y cuando se difundió el contrato del Ayuntamiento de Vigo, gobernado por el socialista Abel Caballero, para colocar este y durante los próximos dos años más de 400 altavoces de megafonía para villancicos, Twitter repartió sus mensajes de ánimo para demostrar a los gallegos que también estaban con ellos. La noticia logró hasta lo imposible: “un abrazo desde A Coruña” (@_uxio).
“Vigo ya es Guantánamo” (@edugalan); “toda mi solidaridad con la gente de Vigo. No estáis solos” (@MenendezFaya); “No sé qué habrá hecho la ciudadanía de Vigo, pero, sea lo que sea, el castigo me parece del todo excesivo” (@señoracroqueta). Como suele ocurrir cada vez que se produce una pérdida importante, también hubo quien aprovechó para recordarnos que somos unos quejicas y siempre hay alguien en una situación peor: “Cuando tengáis un día regulero, pensad en los vecinos de Vigo y sus tres meses de villancicos por megafonía” (@monicacarrillo).
Los epidemiólogos aficionados mutaron en vulcanólogos y dejaron algunos minutos de su jornada para la Caballerología: “Todos sabemos que llegará un momento en el que en Vigo será Navidad todo el año” (@SiberetSiberet); “Vigo es en realidad una cuidad-resort en la que siempre es Navidad gobernada por Abel Caballero, un villano que no pudo disfrutar de estas fiestas cuando era pequeño y se está vengando de esta manera” (@Acor1597); “Este señor no va a parar hasta secuestrar a Mariah Carey y que cante dentro de una bola de navidad gigante” (@lalachus2).
La memoria justificativa del contrato establece que “teniendo en cuenta el nivel de afluencia” de años anteriores en las calles del centro “se considera conveniente la instalación de un sistema de megafonía de calidad que permita, además de generar un ambiente musical festivo propicio para la ciudadanía y el comercio local, disponer de un refuerzo de los canales de información de las actividades programadas”. No es la primera vez que Caballero, doctor en Economía, traspasa las fronteras informativas de su ciudad por su desaforado espíritu navideño. La instalación del alumbrado para las fiestas — “11 millones de luces LED. ¡Nueva York se nos va a quedar pequeño!”, dijo— comenzó el pasado agosto. Le llovieron las críticas de la oposición, pero el alcalde no se arredró: “Estamos dando la vuelta a España”. En eso, tenía razón.