Teletrabajo: diferentes equilibrios

La ponderación de ventajas y desventajas arroja diversos resultados según sectores y actividades

Una persona teletrabaja desde su domicilio, en Madrid.Efe

Una de las consecuencias laborales y sociales generadas por la pandemia de la covid-19 ha sido la instauración drástica y forzada del teletrabajo. A principios de 2020 empresas de todos los tamaños tuvieron que reaccionar de forma abrupta para organizar la continuidad de su actividad con la mayoría —o totalidad— de sus empleados fuera de su lugar habitual de trabajo. Lo hicieron, además, sin saber cuánto ib...

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Una de las consecuencias laborales y sociales generadas por la pandemia de la covid-19 ha sido la instauración drástica y forzada del teletrabajo. A principios de 2020 empresas de todos los tamaños tuvieron que reaccionar de forma abrupta para organizar la continuidad de su actividad con la mayoría —o totalidad— de sus empleados fuera de su lugar habitual de trabajo. Lo hicieron, además, sin saber cuánto iba a durar esa situación, qué dificultades operativas inesperadas se encontrarían ni cómo afectaría esa situación a sus negocios. Y si bien es cierto que el teletrabajo, aunque fuera parcial, llevaba ya años en funcionamiento en algunos tramos del tejido productivo económico, lo que era una tendencia de futuro con una perspectiva no definida de implementación, tuvo que introducirse entonces de manera generalizada.

Un año y cuatro meses después de la declaración del estado de alarma en España, es evidente que en muchos sectores no se volverá a una situación idéntica a antes de la pandemia. Por el camino se ha aprobado un nuevo marco normativo, y el tejido productivo ha ido tomando la medida de qué aporta y qué resta el teletrabajo. Cada actividad es diferente, y configura un equilibrio entre ventajas y desventajas para empresas y trabajadores.

El teletrabajo puede suponer un ahorro de costes, facilita la conciliación familiar, permite aprovechar talento lejano y reduce los desplazamientos, que redunda en un avance contra el cambio climático. La presencialidad facilita la comunicación, acelera procesos, en muchos casos conduce a un espontáneo hallazgo de mejores soluciones a través de la interacción fluida, y elimina posibles efectos adversos de prolongados periodos de actividad solitaria. El peso de los factores cambia según las actividades. Dado que el tejido laboral es amplísimo, no existen respuestas categóricas. En un marco general regulado, se explorarán nuevos equilibrios. La ponderación de ventajas y desventajas arrojará resultados diferentes, pero es evidente que se abren nuevas e interesantes oportunidades.

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