Hacia una mejor globalización

El pacto entre 130 países es un paso notable para una fiscalidad más justa

El secretario general de la OCDE, Mathias Cormann. GETTY

Un total de 130 gobiernos —representantes de países cuyas economías suman más del 90% del PIB mundial— han aprobado un plan para obligar a las empresas multinacionales a pagar una tasa mínima por el impuesto sobre los beneficios del 15%. El acuerdo tiene lugar tras más de diez años de negociaciones en el seno de la OCDE tendentes a garantizar un sistema fiscal internacional más justo, en el que las grandes empres...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
Más información

Un total de 130 gobiernos —representantes de países cuyas economías suman más del 90% del PIB mundial— han aprobado un plan para obligar a las empresas multinacionales a pagar una tasa mínima por el impuesto sobre los beneficios del 15%. El acuerdo tiene lugar tras más de diez años de negociaciones en el seno de la OCDE tendentes a garantizar un sistema fiscal internacional más justo, en el que las grandes empresas con proyección transfronteriza dejen de hacer uso de jurisdicciones de conveniencia y estrategias de ingeniería fiscal para eludir el pago de impuestos. Con el nuevo sistema, las multinacionales pagarán más y lo harán también en los países donde generan sus beneficios, algo que se venía vulnerando, especialmente por parte de las grandes empresas digitales. Salvando esa tasa mínima del 15%, los gobiernos seguirán disponiendo de la capacidad para fijar sus tarifas impositivas, pero ahora sujeta a una supervisión multilateral.

El acuerdo se aplicará a multinacionales de gran tamaño, inicialmente con facturación de más de 20.000 millones de dólares, para reducirlos a 10.000 millones transcurridos siete años. Como en disposiciones similares, existen excepciones y periodos de adaptación para empresas especiales o pertenecientes a sectores de difícil concreción de la ubicación fiscal de sus actividades normales. En cuanto a los firmantes, nueve de los 139 que participaron en la negociación se han negado al pacto, entre ellos Irlanda, Estonia y Hungría. La Unión Europea deberá ser consecuente con este acuerdo y reducir la tolerancia que hasta ahora mantenía con algunos países alejados de códigos de conducta mínimamente aceptables.

Pero estas limitaciones no restan importancia al pacto. El respaldo conseguido es amplísimo, con la comprometida adhesión del G-20, incluidas las inicialmente remisas China y la India. Los recursos que podrán recuperar las haciendas públicas de los países, estimados por la OCDE entre 100.000 y 250.000 millones de dólares cada año, son significativos, especialmente en un periodo de dificultad para las finanzas públicas como el actual. La pobre contribución tributaria de algunas grandes empresas dificulta la inversión en servicios sociales en muchos países.

Esta coordinación entre gobiernos, además, es particularmente relevante en un momento en el que se trata de reforzar el multilateralismo dañado durante los años de la anterior presidencia estadounidense. Gobernar la globalización requiere de actuaciones como la ahora aprobada en otros ámbitos como el comercial, el cambio climático o el respeto de los derechos laborales. Además, la decisión es trascendental porque significa un avance hacia el juego limpio y la igualdad de oportunidades. La elusión fiscal practicada por las multinacionales, con la activa complicidad de algunos gobiernos que se ofrecen como paraísos fiscales, generaba unas distorsiones inaceptables, tanto en términos de competencia como entre el conjunto de los contribuyentes. Su definitiva ampliación, con el respaldo probable del G-20, además de reparar un serio factor de corrosión del sistema económico asentará la dinámica de globalización sobre bases más estables, menos vulnerables a la contestación política.

Más información

Archivado En