Urnas y sables

Hace falta rigor ante los eventuales brotes subversivos; también responsabilidad, privando de coartadas a los enemigos de la democracia

Los candidatos a la presidencia de Madrid, en el plató del debate electoral celebrado en Telemadrid el 21 de abrilJesús Hellín, JESUS HELLIN (Europa Press)

En esta ocasión, resultó útil la propaganda electoral, tanto para entender el sentido de las ofertas como los resultados en las urnas. Así, en el caso del PP, los enormes carteles que siembran la capital y los envíos por correo nos evitaban formular preguntas. La oferta se ceñía a la figura de Isabel Díaz Ayuso, con su aire de peponcita del cine mudo, una pizca posmoderna. Asumió el relevo del caudillismo de su enemigo visceral, Sánchez, en una partida del todo o nada, y transmitió siempre la segur...

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En esta ocasión, resultó útil la propaganda electoral, tanto para entender el sentido de las ofertas como los resultados en las urnas. Así, en el caso del PP, los enormes carteles que siembran la capital y los envíos por correo nos evitaban formular preguntas. La oferta se ceñía a la figura de Isabel Díaz Ayuso, con su aire de peponcita del cine mudo, una pizca posmoderna. Asumió el relevo del caudillismo de su enemigo visceral, Sánchez, en una partida del todo o nada, y transmitió siempre la seguridad en la victoria. Los eruditos pudieron comprobar en su web que el PP seguía donde siempre: bajos impuestos (menos servicios públicos), enseñanza privada, adelante los empresarios. Y óptimo balance de “libertad”: diversión y contagios. La tragedia fue rentable.

La antítesis era la oferta de Ciudadanos: bastión centrista que opta por la derecha, con Vox dentro. Resultado: justo castigo. Se lo ganó también Iglesias, al fallar la captación de Más Madrid, para presentarse como verdadera izquierda frente al PSOE. Su programa dejaba claro que el objetivo no era Madrid, sino la guerra social sobre el dilema “fascismo o democracia”, contagiando al PSOE. Solo ha servido para impulsar a Vox, creando un ambiente irrespirable. En cuanto a Vox, sale afirmado al consolidar un neofranquismo puro y duro, derrotando al “Frente Popular”; exhibió una líder que aporta el toque de ferocidad propio de la ultraderecha cubana. Más nacionalcatolicismo.

Lastrado Gabilondo para capitalizar su bagaje de gestor, sin estilo de candidato, pasando inseguro del “Pablo, no” al “Pablo sí”, la única ruptura activa del cerco correspondió a Más Madrid. Fue el único discurso a ras de realidad. Nadie profundizó en ello. Careció de medios de comunicación afines: como mucho era la buena sanitaria para acompañar al PSOE. Debió ser más, aunque los ciudadanos lo entendieron.

Una crispación semejante erosiona la democracia, a pesar de la alta participación. Esperemos que no abra puertas al regreso de los muertos vivientes, no solo presente en España. El manifiesto de los generales retirados de diciembre en España encontró eco en otro similar en Francia, con el retiro usado como protección para esgrimir fraudulentamente el “honor militar”. Un 21 de abril, cuarenta años tras el putsch antigaullista de Argel. Acompañaba la llamada al golpe de los militares activos y, tanto en España como en Francia, conecta con una derecha irresponsable (LePen, Ayuso). Más Vox.

El episodio interpela a la izquierda, tras romper Iglesias los moldes de la convivencia política, mientras Sánchez presionaba sobre el marco legal y judicial en su cortejo a ERC. Hace falta rigor ante los eventuales brotes subversivos; también responsabilidad, privando de coartadas a los enemigos de la democracia.

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¿Aprendió de veras Iglesias la lección dimitiendo? Mejor Yolanda.

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