Soy hijo de una mena

Los lectores escriben de los niños exiliados durante la Guerra Civil, la campaña electoral madrileña y la vacunación contra la covid-19 entre otros asuntos

Cartel electoral de Vox en la estación de cercanías de Sol, a 21 de abril de 2021, en Madrid (España).Marta Fernández Jara (Europa Press)

Mi madre era la pequeña de cinco huérfanos de padre. Mi abuela tuvo que luchar mucho para poder sacarlos adelante. Cuando comenzó la Guerra Civil española, para que pudieran sobrevivir, dejó en internados y otros lugares a sus hijos. A mi madre la mandó a Alemania. Con 11 o 12 años viajó ella sola por Europa, para reunirse en Alemania con su tía, que se encargaría de cuidarla. Mi madre iba a la escuela, donde algún día la sacaron a la pizarra junto a un niño ario para mostrar las diferencias entre la raza aria y otra inferior. Al comenzar la II Guerra Mundial, con ayuda del consulado español, ...

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Mi madre era la pequeña de cinco huérfanos de padre. Mi abuela tuvo que luchar mucho para poder sacarlos adelante. Cuando comenzó la Guerra Civil española, para que pudieran sobrevivir, dejó en internados y otros lugares a sus hijos. A mi madre la mandó a Alemania. Con 11 o 12 años viajó ella sola por Europa, para reunirse en Alemania con su tía, que se encargaría de cuidarla. Mi madre iba a la escuela, donde algún día la sacaron a la pizarra junto a un niño ario para mostrar las diferencias entre la raza aria y otra inferior. Al comenzar la II Guerra Mundial, con ayuda del consulado español, consiguió llegar a Barcelona. Todo el viaje lo hizo ella sola. Allí se encontró con 14 o 15 años, sola, en la calle, sin nada que comer, y sin dinero para poder viajar hasta Madrid, donde estaba su familia. Lloraba en una acera cuando se le acercó un hombre que le preguntó qué le pasaba. Cuando se lo contó, y sin pedir nada a cambio, le compró un bocadillo y un billete de tren a Madrid. Vivió hasta los 89 años. Tuvo 10 hijos, 19 nietos y muchos bisnietos.

Pablo Rupérez. Venturada (Madrid)

Al final cayeron en la trampa

Ya falta poco para las elecciones de la Comunidad de Madrid, y se puede aventurar que durante la campaña los partidos de la izquierda han picado el anzuelo como el primo del timo y han entrado como las lubinas. En lugar de cuestionar las graves deficiencias de la sanidad, la educación y otras áreas y proponer mejoras y proyectos, se han dejado enredar en conceptos abstractos, arcaicos y divisorios cayendo en la trampa sigilosamente tendida por sus adversarios. Los ciudadanos nos hemos quedado estupefactos. Luego no se quejen, ya lo haremos nosotros.

Javier Arqued. Madrid

Vacunación a miembros de la Guardia Civil en Valencia. Mònica Torres

Un comportamiento intolerable

Cuando esta maldita pandemia nos sigue complicando la vida, esta noticia nos causa tristeza y desazón: la Generalitat de Cataluña no había vacunado a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que no eran policía autonómica. Increíble. Esto, que pudiera parecer una anécdota, dentro de los desaires y desprecios que llevamos soportando gran parte de españoles, incluyendo el 48% de votantes catalanes, ha necesitado una respuesta legal contundente por parte de las instituciones del Estado. La verdad es que estos comportamientos no casan bien con las peticiones constantes de apoyos económicos de todo tipo y a la ubicación de agencias europeas por parte de la Generalitat. Increíble e intolerable.

Gregorio Vergara García. Guadalajara

No hay derecho a que les dejemos atrás

Es una realidad que las nuevas tecnologías mejoran nuestras gestiones, personales y profesionales. También es verdad que convivimos distintas generaciones con una obvia distinta formación, pero todas merecemos tener alternativas para la realización de todo tipo de gestiones, sobre todo si estamos en la obligación de hacerlas. Se me parte el alma cuando veo a personas mayores ante el cajero automático del banco, con los brazos en cruz mirando a su alrededor solicitando ayuda, pues ni su visión, pulso y su nulo conocimiento del manejo de la maquinita, les permiten hacer la transacción que desean.

Nuria Barba López. Palos de la Frontera (Huelva)

Súbita

Conforme cumplo años, supongo que como les pasa a muchas personas de mi edad, las cajas de medicamentos ocupan cada vez más espacio en mis cajones. Los analgésicos, las estatinas y los betabloqueadores; los antihistamínicos, los antitusígenos, los inhibidores de la bomba de protones, los tranquilizantes y los relajantes… Anoche me entretuve en leer los prospectos de esas píldoras habituales. ¡Entré en pánico! Empecé a notar los efectos adversos en mi hígado, seguro que soy uno de los 10.000, entonces comenzó a hinchárseme la garganta, ¿seré uno de los 100.000? Palpitaciones, cefaleas, vértigos, náuseas… Seguro entre los mil, diez mil, cien mil. Estuve a punto de la muerte súbita. ¡Súbita!

José Antonio Martínez. Madrid

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