Lo que los datos empiezan a enseñarnos sobre el efecto de la pandemia
Es necesario estar preparados para futuras situaciones similares basándonos fundamentalmente en el análisis riguroso de lo acontecido más que en opiniones
La pandemia de covid-19 no encontró preparado a ningún país occidental, a diferencia de otros asiáticos que ya habían tenido experiencias anteriores. La rápida aparición de casos supuso una avalancha de pacientes en los hospitales que se vieron desbordados, sin los recursos adecuados, pero también sin planes estructurados de actuación para estos casos.
Ante esa situación se tomaron medidas de emergencia, como la suspensión generalizada de la actividad programada de los hospitales y la puesta a disposición de los afectados...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
La pandemia de covid-19 no encontró preparado a ningún país occidental, a diferencia de otros asiáticos que ya habían tenido experiencias anteriores. La rápida aparición de casos supuso una avalancha de pacientes en los hospitales que se vieron desbordados, sin los recursos adecuados, pero también sin planes estructurados de actuación para estos casos.
Ante esa situación se tomaron medidas de emergencia, como la suspensión generalizada de la actividad programada de los hospitales y la puesta a disposición de los afectados por la pandemia de toda la red de hospitales, tanto pública como privada. El desconocimiento de la mayor parte de características de la enfermedad, la contagiosidad y la gravedad de muchos afectados produjo también miedo en la población, que evitó cualquier contacto con los hospitales y los centros de salud.
Se han vertido todo tipo de opiniones y críticas sobre cada decisión de las administraciones, tanto por parte de expertos, reales y presuntos, como medios de comunicación, políticos y ciudadanos. Pasado medio año de la fase inicial de la pandemia existen ya los primeros datos que pueden ayudar a una visión más documentada y reflexiva, imprescindible para aprender de la experiencia y realizar planes y preparativos para futuras emergencias que probablemente se repetirán.
La consultora IQVIA Healthcare presentó en torno a la iniciativa TOP 20 un estudio sobre los efectos en los hospitales de la epidemia en los primeros meses y llaman mucho la atención algunos datos útiles para la reflexión.
Una de las preocupaciones que han mantenido los profesionales de la salud es la de la inasistencia a gran cantidad de problemas de salud, tanto por la caída de la demanda, como por la suspensión de actividades programadas. Los datos confirman una caída promedio del 19% en las hospitalizaciones de enero a junio respecto al mismo periodo de 2019. Incluyendo disminuciones muy notables de casos graves de patologías médicas urgentes como infartos o ictus, al tiempo que existía una disminución notable de registro de nuevos diagnósticos en Atención Primaria, incluso por neoplasias. Pacientes no tratados a tiempo que llegarán más tardíamente o, en el peor de los casos, no llegarán, engrosando la sobremortalidad respecto al año anterior detectada por el INE, no solo causada por la covid. Queda aún por determinar cuáles han sido las tasas de mortalidad de los pacientes por patologías diferentes a la covid-19 atendidos en ese periodo en unos hospitales tensionados.
Pero la mayor caída de actividad, lógicamente, se produjo en la cirugía programada, que prácticamente se suspendió masivamente, y que el estudio estima en más de 450.000 intervenciones a nivel nacional. Pero lo más interesante es que estas caídas fueron generalizadas, incluso en los hospitales donde el porcentaje de los ingresos causados por covid eran relativamente bajas. Así entre febrero y mayo, en hospitales públicos donde los enfermos de covid representaban 25% de 40% de los ingresos urgentes, la caída de la cirugía programada fue del 40 al 65%. Pero en hospitales donde el porcentaje de pacientes urgentes por covid fue menor al 10% también se dieron caídas del 40 al 60% de la actividad quirúrgica. Datos que cuestionan la idoneidad de la homogeneidad de las medidas de suspensión de actividad tomadas.
De ello se deriva la necesidad de realizar planes de actuación ante situaciones de emergencia futuras que pueden evitar la dimensión y gravedad de las consecuencias para los ciudadanos con patologías desatendidas durante este periodo, que además se van a prolongar mucho en el tiempo, con importantes costes de sufrimiento e incluso defunciones. Además, se tardará tiempo en poder absorber toda la actividad no realizada y recuperar el nivel de actividad normal. Es imprescindible tener planes para evitar la suspensión generalizada de la actividad de los servicios sanitarios.
Una posibilidad es establecer la organización de redes separadas que permitan mantener el máximo nivel de actividad posible y de forma sostenible en algunos hospitales. Creo que en ningún caso se trata de crear nuevos hospitales especializados que tampoco pueden dotarse, porque el problema no está en los recursos físicos, sino en los humanos. Y no todos los profesionales pueden hacerlo todo, dado el nivel actual de especialización de la medicina y la gravedad de los pacientes afectados por covid-19. Unos planes racionales frente a estas situaciones, basados en el conocimiento obtenido a partir de los datos, permitirán una reacción más rápida y eficaz al tiempo que disminuirían la tensión e incertidumbre sobre los profesionales.
Todo ello no es una crítica a lo hecho ante una emergencia desbordante y desconocida sino una llamada a la preparación para futuras situaciones similares basada fundamentalmente en el análisis riguroso de lo acontecido más que en opiniones, que, incluso proviniendo de expertos, deben contrastarse con la información objetiva ya disponible que seguirá creciendo con el tiempo en cantidad y calidad.
Mercè Casas es especialista en Healthcare Analytics.