Un Gobierno atrapado en la emergencia
La gran batalla política este año serán los fondos europeos y en su gestión comprobaremos hasta donde llega la voluntad integradora del Ejecutivo y si la oposición del PP atempera sus modos trumpistas
Cuando se aprobaron los Presupuestos Generales del Estado los periodistas nos apresuramos a cantar victoria. Con una especie de ramalazo de nostalgia sobre aquellos tiempos en los que se podían planificar coberturas informativas, todos nos lanzamos a decir que habría legislatura larga. Más que por deseo o por confianza en la estabilidad, por ansias de entrar en el debate de los grandes asuntos de fondo que tenemos pendiente y empezar a hablar de políticas y no de los políticos. De estrategia y no de coyuntura.
Pero el primer Gobierno de coalición de esta democracia parece abocado a conv...
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Cuando se aprobaron los Presupuestos Generales del Estado los periodistas nos apresuramos a cantar victoria. Con una especie de ramalazo de nostalgia sobre aquellos tiempos en los que se podían planificar coberturas informativas, todos nos lanzamos a decir que habría legislatura larga. Más que por deseo o por confianza en la estabilidad, por ansias de entrar en el debate de los grandes asuntos de fondo que tenemos pendiente y empezar a hablar de políticas y no de los políticos. De estrategia y no de coyuntura.
Pero el primer Gobierno de coalición de esta democracia parece abocado a convocar ruedas de prensa con dos o tres ministros en el atril y en situaciones extraordinarias que desplazan cualquier otra cuestión. Prácticamente se estrenó con las comparecencias del mando único por el coronavirus e inaugura 2021 con las de Grande-Marlaska y Ábalos por la borrasca Filomena. Y cuando la nieve se funda, volverá con fuerza a primer plano la crisis sanitaria. Al ritmo que va la pandemia y al ritmo que va la vacunación parece claro que, dure lo que dure la legislatura, las consecuencias de la pandemia durarán más y determinarán toda la acción de gobierno. Y servirán además como amortiguador de las diferencias entre los socios porque la pandemia permite justificar por qué no se cumple, en todos sus términos, el acuerdo que alumbró la coalición. Sánchez e Iglesias deberán pactar el tono y el fondo de sus escaramuzas en la campaña catalana y en el día a día, en función de los 120 escaños que tiene uno y los 35 que tiene el otro. Y convivir con sus discrepancias. Por lo menos hasta que el conjunto de Europa se recupere y Alemania decidida que se acaba la barra libre de dinero. La gran batalla política este año serán los fondos europeos, y en su gestión comprobaremos hasta dónde llega la voluntad integradora del Gobierno y si la oposición del PP atempera sus modos trumpistas. Colaborar y criticar o embarrar y sembrar más desconfianza en el sistema.
La estabilidad política en España coincide con la inquietud global y la respiración contenida hasta que Joe Biden tome posesión y vayamos comprobando el alcance del movimiento fascista que hemos visto crecer y explosionar en Estados Unidos. Sorprende lo ausente que está este asunto capital en el debate político español. @PepaBueno