Columna

Mono Ralph Lauren salpicado de nieve

Quedar bien es que tus buenas acciones se sepan a pesar de ti, no gracias a ti

Pablo Casado ayuda a retirar nieve de la puerta de un centro de salud en Madrid.PP (Europa Press)

Hace unos meses Ralph Lauren puso a la venta un mono de obrero salpicado de pintura. La prenda se llama Mono con gotas de pintura porque la cabeza hay que descansarla de vez en cuando, y cuesta 680 euros, ahora rebajado a 483. No es exactamente de obrero, pues en la descripción se aclara que está hecho con satén de algodón japonés, pero su gracia debe de ser el efecto albañil que produce. El precio es justo, pues no se aleja del sueldo de un obrero y, además, si quieres vestirte como uno sin coger brocha y cubo, qué menos que pagarlo.

El año pasado Gucci sacó un pantalón lleno de...

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Hace unos meses Ralph Lauren puso a la venta un mono de obrero salpicado de pintura. La prenda se llama Mono con gotas de pintura porque la cabeza hay que descansarla de vez en cuando, y cuesta 680 euros, ahora rebajado a 483. No es exactamente de obrero, pues en la descripción se aclara que está hecho con satén de algodón japonés, pero su gracia debe de ser el efecto albañil que produce. El precio es justo, pues no se aleja del sueldo de un obrero y, además, si quieres vestirte como uno sin coger brocha y cubo, qué menos que pagarlo.

El año pasado Gucci sacó un pantalón lleno de mierda por el mismo precio: 680 euros. Efecto envejecido y aparentemente manchado de hierba y barro. Te ahorras rebozarte con él por los jardines en los que se alivian los perros, pero lo pagas. Si quieres también que los pantalones huelan, seguro que hay perfumes carísimos para ello. Y es lógico; para vestir un traje de Armani de miles de euros hay que ir a una tienda y comprarlo, pero para tener un mono de obrero lleno de pintura hay que subirse un día entero al andamio. Incluso puedes subirte muchos meses y tener las dos cosas. ¿Pero no quieres deslomarte? Lo pagas. Es decir, los que llevan esas prendas no las compran porque les queden bien: las compran para no deslomarse.

¿Han visto este fin de semana a políticos con una pala sacando nieve de las calles? Eso es trabajar como currito. Pero, si se fijan, varios llevaban pala y cámara: eso es trabajar como candidato. La pala era el mono de obrero y el vídeo la tienda que lo vendía en el escaparate. Pablo Casado, que cada vez que ve su liderato en aprietos empieza a disfrazarse de forma enloquecida como Mortadelo, se fue a unos hospitales a limpiar la entrada. No era, sin embargo, una iniciativa privada, sino un acto de partido. Ignacio Aguado directamente agarró la pala como si fuese un percebe y posó vestido de Feijóo cuando Feijóo se fotografió con una manguera apagando un helecho en una ola de incendios.

Quedar bien es cuando te encuentran haciendo algo bueno de casualidad, no cuando le das 10 euros a un mendigo y te vas corriendo a contarlo a Twitter. Quedar bien es que te encuentre sacando nieve un tipo sin querer, que te pregunte si eres Casado y tú decirle que no, que eres Julián López, y cuando no haya más remedio decirle que prefieres que no te haga fotos porque estás en tu tiempo libre, ese en el que de vez en cuando haces buenas obras sin necesidad de que lo sepa todo el mundo. Quedar bien, en definitiva, es que el tipo vaya y lo cuente, admirado; quedar bien es que tus buenas acciones se sepan a pesar de ti, no gracias a ti.

Ese mono de pintura, o esos pantalones enmierdados tan grunge, a un tío bueno le pueden quedar todo lo sexi que quiera. Pero para que le quede sexi se necesita saber que no es sexi a propósito, sino que simplemente el hombre se ha caído rodando por una pradera y la suciedad le queda aún mejor. Conozco a mujeres y hombres así. Que les dan un balonazo en la cabeza y les dejan el pelo mejor de lo que lo tenían. Pero eso no se compra, del mismo modo que las fotos casuales no se fabrican. La diferencia entre el que tiene clase y el que no tiene clase es el dinero (680 euros, parece ser); el primero no lo necesita. Sale de un accidente de tráfico más elegante de como entró, y pone de moda la camisa hecha jirones, un hilo de sangre en la boca y unas gafas rotas (idea para las marcas de lujo, customizar el siniestro total: lo que te ahorras en el coche nuevo te lo gastas en la ropa).

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