Columna

Europa en 2021, ¡”un esfuerzo más”!

La incertidumbre y lo imprevisible trazan el horizonte europeo. Nada está ganado. Visión clara y perseverancia para sortear las peligrosas corrientes es lo que se necesita

Tres banderas de la Unión Europea ondean frente al edificio Berlaymont, sede de la Comisión Europea en Bruselas.JULIEN WARNAND (EFE)

Entre los retos del año 2021, la UE tiene que hacer frente a tres grandes problemas pendientes. El más urgente, es el de la salida de la pandemia de la covid-19. Las estrategias puestas en marcha durante 2020 no han sido fructíferas a escala europea, tanto por la inevitable improvisación de las pautas sanitarias de los Estados como por los brotes de irascibilidad de una parte de la ciudadanía, que se pliega, solo a regañadientes, a la disciplina colectiva del confinamiento. La solución, bien lo saben los Estados, estriba en la puesta en marcha de una campaña efectiva de generalización de la va...

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Entre los retos del año 2021, la UE tiene que hacer frente a tres grandes problemas pendientes. El más urgente, es el de la salida de la pandemia de la covid-19. Las estrategias puestas en marcha durante 2020 no han sido fructíferas a escala europea, tanto por la inevitable improvisación de las pautas sanitarias de los Estados como por los brotes de irascibilidad de una parte de la ciudadanía, que se pliega, solo a regañadientes, a la disciplina colectiva del confinamiento. La solución, bien lo saben los Estados, estriba en la puesta en marcha de una campaña efectiva de generalización de la vacuna. Hasta la fecha, son pocos los países, incluso la Comisión Europea misma, que hacen hincapié sobre esta iniciativa clave para detener la lacra pandémica. Del logro de este objetivo sanitario coyuntural dependerá el éxito del relanzamiento económico europeo.

En este otro orden de cosas, todos los socios europeos, y en particular los cuatro grandes (Alemania, Francia, Italia y España), también saben que deben aprender las lecciones de cuatro años de relación dificilísima con EE UU. Porque algo esencial se ha roto. La cuestión es dilucidar cuáles serán las bases de la recomposición estratégica de Europa con su aliado transatlántico. Pero, hasta la fecha, nada se ha movido, todos permanecen a la espera de las primeras medidas de la nueva Administración estadounidense. Demostración clara de la dependencia defensiva con respecto a Estados Unidos, en la misma actitud de timidez estratégica que en el reciente acuerdo comercial con China, que deja mucho margen al dumping social de este país.

El control consensuado de los flujos migratorios y, en especial, de la reforma de la política europea de asilo, forma parte del otro gran reto. Las divergencias entre los socios son importantes, pero no insuperables, para lograr un compromiso solidario con los países fronterizos sobre la gestión de las primeras entradas y de las migraciones secundarias. Lo cierto es que la línea anárquica actual ha estancado los problemas y genera laberintos humanos. En realidad, es un escudo para no encarar la cuestión de fondo, la demanda migratoria, en especial, la del sur y de los países asiáticos. Ese escudo histórico se ha complementado con el coyuntural pandémico y hoy no hay lugar en la UE, desgraciadamente, para emprender una reflexión seria, de medio y largo plazo, sobre este asunto principal que concierne a todos. La visión europea hacia el Sur es corta, y lo seguirá siendo. Y es obvio que la presidencia alemana no ha ofrecido una salida satisfactoria para los 27 sobre las migraciones. No sabemos si la próxima presidencia europea incorporará este reto entre sus objetivos principales.

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La Europa de objetivos “flotantes” sigue siendo, pues, la norma, la autonomía estratégica europea, un sueño lejano. Porque la incertidumbre y lo imprevisible trazan el horizonte europeo. Nada está ganado. Visión clara y perseverancia para sortear las peligrosas corrientes de 2021 es lo que se necesita. ¡Europeos, parafraseando al marqués de Sade, “un esfuerzo más”!

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