Editorial

Ante el veneno racista

La reacción de los futbolistas a un episodio racista en un partido de Champions League apunta a un nuevo nivel de concienciación contra la lacra

Empleados del estadio del Paris Saint-Germain (PSG) despliegan una pancarta contra el racismo.FRANCK FIFE (AFP)

Ninguna democracia, por muy desarrollada que esté, es inmune al veneno del racismo. Estados Unidos lo ha comprobado en los últimos cuatro años. Donald Trump llegó al poder jugando la carta del supremacismo blanco y gobernó excitando las tensiones entre comunidades. Con una tradición distinta a la estadounidense, sin la carga del pasado esclavista, pero con una historia de colonialismo y antisemitismo no tan lejana, Europa ha vivido en estos mismos años un auge de políticos que agitan la carta xenófoba. Dos episodios en días recientes han mostrado la persistencia de actitudes racistas y, al mis...

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Ninguna democracia, por muy desarrollada que esté, es inmune al veneno del racismo. Estados Unidos lo ha comprobado en los últimos cuatro años. Donald Trump llegó al poder jugando la carta del supremacismo blanco y gobernó excitando las tensiones entre comunidades. Con una tradición distinta a la estadounidense, sin la carga del pasado esclavista, pero con una historia de colonialismo y antisemitismo no tan lejana, Europa ha vivido en estos mismos años un auge de políticos que agitan la carta xenófoba. Dos episodios en días recientes han mostrado la persistencia de actitudes racistas y, al mismo tiempo, la presencia de anticuerpos que nos pueden proteger ante esta plaga.

El 26 de noviembre, un vídeo que mostraba a tres policías apaleando a Michel Zecler, un productor musical negro parisiense, causó espanto e indignación en Francia. Zecler denunció que los agentes le habían dedicado insultos referidos al color de su piel. Las imágenes reflejaban sin filtros la existencia de comportamientos violentos y racistas en la policía francesa. El segundo episodio, ocurrido el martes, refleja otro tipo de actitud, un caso aparente de racismo banal. Sebastian Coltescu, cuarto árbitro en el partido de Champions entre el Paris Saint-Germain (PSG) y el Estambul Basaksehir en el Parque de los Príncipes de París, llamó repetidamente “negro” al camerunés Pierre Webó, miembro del cuerpo técnico del club turco, lo que sublevó a los futbolistas.

Ambos episodios, tan dispares, han sacudido conciencias. El partido se suspendió tras la protesta de los jugadores de ambos equipos —entre ellos, las estrellas del PSG Mbappé y Neymar—, que se negaron a seguir. En la reanudación del partido, el miércoles, los futbolistas hincaron la rodilla en un gesto que evoca la movilización contra el racismo de los jugadores de la liga de fútbol americano en EE UU hace unos años y evidencia una nueva concienciación del problema en un gremio con gran capacidad de influencia social. Por otra parte, tras conocerse la agresión policial a Zecler, Emmanuel Macron se declaró avergonzado. El presidente ha convocado para enero una conferencia que, entre otros objetivos, busca mejorar los vínculos entre policía y ciudadanos.

La lucha contra el odio a los negros y a los musulmanes y contra el antisemitismo es una tarea siempre inacabada, con inevitables retrocesos y avances esperanzadores. A la presidencia de Barack Obama, el primer presidente negro de EE UU, le siguió la de Trump, pero a este le sucederá Joe Biden, cuyos votantes reflejan la diversidad del país, y quien ha nombrado al primer secretario de Defensa afroamericano de la historia, el general Lloyd Austin. Urge perseverar en el esfuerzo cotidiano contra el racismo. La educación es parte de este combate; el ejemplo de líderes políticos y mediáticos también es esencial.

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