Columna

El servidor infiel

Ante la involución antiliberal que afecta al partido republicano EE UU corre peligro, pues no puede haber democracia sin demócratas. Y cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en su reunión para firmar el pacto de Gobierno el 30 de diciembre de 2019.Jaime Villanueva

Finalmente, el tirano Trump ha sido despedido por una arrolladora afluencia de electores. ¡Qué alivio! Aunque tras su higiénica caída también surgen inquietantes preguntas. ¿Cómo es posible que haya obtenido diez millones de votos adicionales? En parte se debe a la movilización plebiscitaria de las grandes bolsas abstencionistas endémicas en EE UU. Sobre todo la llamada basura blanca, que son los descamisados del peronismo trumpista. ¿Y cómo es posible que las élites conservadoras sostengan a un delincuente como Trump, consintiendo sin rubor la violación de todas las reglas democ...

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Finalmente, el tirano Trump ha sido despedido por una arrolladora afluencia de electores. ¡Qué alivio! Aunque tras su higiénica caída también surgen inquietantes preguntas. ¿Cómo es posible que haya obtenido diez millones de votos adicionales? En parte se debe a la movilización plebiscitaria de las grandes bolsas abstencionistas endémicas en EE UU. Sobre todo la llamada basura blanca, que son los descamisados del peronismo trumpista. ¿Y cómo es posible que las élites conservadoras sostengan a un delincuente como Trump, consintiendo sin rubor la violación de todas las reglas democráticas? Es verdad que la élite del partido demócrata todavía resiste el contagio, pero ante la involución antiliberal que afecta al partido republicano EE UU corre peligro, pues no puede haber democracia sin demócratas.

Y luego está el fatalista refrán: cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. ¿Están en peligro nuestras democracias aunque sean de mejor calidad que la estadounidense, según agencias de evaluación como FH, EIU o V-Dem? A corto plazo no lo parece, pero en cuanto se vaya Merkel o caiga Macron, ya veremos qué sucede. Peor pronóstico afecta a España, pues nuestra cultura democrática, ya de por sí dudosa en tanto que superficial por improvisada, se está viendo erosionada por una patente regresión antiliberal. Lo hemos visto con el partido conservador, que de siempre ha politizado la justicia, no tuvo escrúpulos en propalar el fraude conspiranoico del 11-M, apoya en el Parlamento Europeo la involución de Polonia y Hungría y ahora forma Gobiernos con un partido ultra como Vox, consintiendo su agenda trumpista, misógina, racista y xenófoba.

Menos mal que hasta ahora el PSOE, a pesar de la oscura mochila que arrastra desde su pasado felipista, todavía podía pasar por un partido progresista y democrático. Pero, tras formar coalición con UP, las cosas están empezando a cambiar. Ya teníamos indicios ominosos con la anunciada reforma del poder judicial, de momento suspendida. Pero enseguida han surgido nuevas amenazas, como la comisaría gubernativa contra la desinformación, y algunas otras más. ¿Qué está pasando?

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Preocupa el gran ascendiente del vicepresidente social, quien empezó servicial y modosito para crecer después hasta creerse el puto amo como un Mourinho político, cada vez más desenvuelto al exhibir sus alianzas con actores tan poco liberales como el peronismo y la izquierda abertzale. ¿Le está marcando Iglesias a Sánchez su agenda antiinstitucional, como temen los socialistas? Es posible, pues su relación cada vez recuerda más a la de Dirk Bogarde y James Fox en El sirviente (Joseph Losey 1963, con guion del Nobel Harold Pinter): una parábola sobre la inversión de la dialéctica entre el señor y su sirviente, que logra adueñarse de su voluntad para imponerle odiosos compañeros de viaje. No es Trump ni de lejos, pero empieza a semejarse.

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