Columna

Bajo mínimos

Que en plena pandemia, la política desvíe su atención hacia una moción sin posibilidad alguna de éxito, ayuda a entender por qué a veces la prensa extranjera habla de España con desdén

Santiago Abascal, líder de Vox, durante la moción de censura al Gobierno.Mariscal (EFE)

Hay quien se sorprende de que destacadas cabeceras de la prensa internacional —Le Monde, Financial Times, The New York Times, Frankfurter Allgemeine, The Economist— se fijen en el desconcierto reinante en una España que no ha encontrado un tono común en la lucha contra la pandemia. La política está bajo mínimos. Y esto es lo que sorprende fuera.

La pandemia ha hecho patente que el sistema sanitario, después del austericidio que lideró el PP, estaba muy tocado. Una oposición dividida, con el PP acomplejado por Vox y corrompido por el resentimiento de ha...

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Hay quien se sorprende de que destacadas cabeceras de la prensa internacional —Le Monde, Financial Times, The New York Times, Frankfurter Allgemeine, The Economist— se fijen en el desconcierto reinante en una España que no ha encontrado un tono común en la lucha contra la pandemia. La política está bajo mínimos. Y esto es lo que sorprende fuera.

La pandemia ha hecho patente que el sistema sanitario, después del austericidio que lideró el PP, estaba muy tocado. Una oposición dividida, con el PP acomplejado por Vox y corrompido por el resentimiento de haber perdido el Gobierno por su irresponsabilidad ante la corrupción, ha intentado capitalizar la crisis sanitaria, en una vergonzosa estrategia de confrontación en la que no ha dudado en especular con los muertos. El Gobierno, que se acababa de estrenar con una novedad nada irrelevante —primer Ejecutivo de coalición de la democracia—, ha surfeado las olas del contagio sin transmitir la autoridad que pudiera haber dado confianza a la población. Las heridas abiertas por la cuestión catalana siguen supurando y contribuyen a poner en evidencia la dificultad de establecer políticas compartidas, en un país que no ha resuelto su plural realidad de Estado-naciones. El PP negándose a renovar el Consejo General del Poder Judicial y los miembros de este organismo ignorando que su tiempo ha terminado se han puesto la Constitución por montera. Y el Gobierno ha respondido con un proyecto de reforma del modo de elección del gobierno de los jueces de dudosa legalidad. En general ha faltado la complicidad usual en la mayoría de países en que las oposiciones se han dado cuenta de que no era momento para el ruido y han optado por ayudar o por recogerse en los cuarteles de invierno a la espera de tiempos mejores.

Si a ello sumamos que una economía con gran dependencia del turismo inevitablemente era más vulnerable que otras más compensadas, el panorama no ayuda a levantar el ánimo. Y se nota en el ambiente.

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Estas cosas son las que nos dicen y recuerdan algunos medios internacionales. Lo cual debería obligar a modificar ciertas estrategias, a buscar una coordinación que impida efectos contaminantes entre territorios y dé coherencia a unas medidas que deben ser generales para ser efectivas. Y, sin embargo, la clase política se pelea en una moción de censura, presentada por Vox, en el peor momento, porque es un partido al que la oportunidad no le importa, solo le interesa montar su ruidoso circo. Y un PP que no encuentra el sitio, con un Casado que cada vez recuerda más al efímero Hernández Mancha, ha sido incapaz de evitar un ejercicio que va contra él, mucho más que contra el Gobierno. Que en plena pandemia la política desvíe su atención hacia una moción sin posibilidad alguna de éxito ayuda a entender por qué a veces la prensa extranjera habla de España con desdén.

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