Columna

El mejor heredero de Rajoy

Sánchez acumula poder y se atrinchera en él. No lucha contra sus adversarios sino que los ignora y se protege de ellos

Álvarez de Toledo, Casado y García Egea, del PP, llegan al Congreso de los Diputados el pasado junio.Javi Martínez / Pool (Europa Press)

La teoría de que la derecha en España carece de ideas se ha convertido en un cliché. Desde la izquierda, siempre se le exige al PP que sea más moderno y europeo, a pesar de que las derechas en Europa coquetean y gobiernan con la ultraderecha xenófoba. (Lo que realmente se le pide es que deje de ser de derechas). Desde la derecha, se le exige al PP que entre en la batalla de ideas y la guerra cultural, lo que en esencia significa bajar al barro, entrar en debates morales y no defender solo la buena gestión y una visión tecnocrática.

Cuando llegó al poder del PP, Casado hizo caso a la der...

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La teoría de que la derecha en España carece de ideas se ha convertido en un cliché. Desde la izquierda, siempre se le exige al PP que sea más moderno y europeo, a pesar de que las derechas en Europa coquetean y gobiernan con la ultraderecha xenófoba. (Lo que realmente se le pide es que deje de ser de derechas). Desde la derecha, se le exige al PP que entre en la batalla de ideas y la guerra cultural, lo que en esencia significa bajar al barro, entrar en debates morales y no defender solo la buena gestión y una visión tecnocrática.

Cuando llegó al poder del PP, Casado hizo caso a la derecha. Rescató el neoliberalismo ibérico de Esperanza Aguirre (“revolución fiscal”, curva de Laffer y capitalismo de amiguetes) y lo combinó con el nacionalismo ultramontano de Vox (aborto, retórica de la Reconquista, “ideología de género”). Era un cambio considerable con respecto al corporativismo moderado y desideologizado de Rajoy. Casado daría la guerra ideológica. Uno de los estandartes de esta concepción de la política era Cayetana Álvarez de Toledo, a la que nombró portavoz parlamentaria. Aunque Álvarez de Toledo era muy dura con Vox y no es conservadora (quería votar a favor de la ley de eutanasia del PSOE, en contra del criterio de su partido), coincidía con Casado en que había que dar la guerra en el plano cultural: su postura contra el feminismo era muy explícita y heterodoxa.

Al cesarla, Casado ha hecho caso a la izquierda. El líder del PP ha colocado a una portavoz más moderada y menos carismática, Cuca Gamarra, exalcaldesa de Logroño, de perfil más cercano al sorayismo y el rajoyismo. El nombramiento del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, como portavoz del partido responde a lo mismo: es la vuelta de un PP más gestor y menos ideológico. Pero más allá de sus apelaciones a la moderación y su crítica a la polarización, ¿qué ideas tienen Martínez-Almeida o Gamarra? Que los nuevos portavoces del PP sean más moderados no los hace menos de derechas.

Casado ha dado un giro rajoyista. El rajoyismo es una ideología de la inevitabilidad y el sentido común. Es un conservadurismo tan poco intervencionista en los asuntos públicos que es casi un libertarismo. La estrategia de Rajoy para neutralizar a sus adversarios era la guerra de desgaste: esperar con paciencia a que el otro se inmole. En cierto modo, la estrategia de Casado con Sánchez es parecida. El líder del PP espera, ingenuamente, que la mala gestión de la covid entierre al presidente.

A Casado, sin embargo, se le escapa algo. El mejor heredero de Mariano Rajoy es Pedro Sánchez. El presidente acumula poder y se atrinchera en él. No lucha contra sus adversarios sino que los ignora y se protege de ellos. No tiene ideas, solo cree en el poder. Aspira a construir un “sentido común” y aguanta aunque todo arda a su alrededor.

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