Columna

El test de las estatuas

Si quieres saber la ideología de un individuo, colócalo delante de la escultura y fíjate si se inclina ante ella o la derriba

Restauración del 'David' de Miguel Ángel, en febrero de 2016.ALBERTO PIZZOLI (AFP)

¿Quieres saber si esa persona que te gusta es de izquierdas o de derechas? Si se lo preguntas directamente, quizás no sea sincera. Pero existe un método infalible para conocer la verdadera ideología de un individuo. Ponle delante el David de Miguel Ángel —una buena foto es suficiente, aunque invitarla a Florencia siempre añade un toque de romanticismo—. Si es de izquierdas, quedará fascinada por la belleza de la escultura. Si es de derechas, también, pero, además, se ruborizará un poco ante la completa desnudez del David.

Estudiosos de la mente política, como Jonathan Haid...

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¿Quieres saber si esa persona que te gusta es de izquierdas o de derechas? Si se lo preguntas directamente, quizás no sea sincera. Pero existe un método infalible para conocer la verdadera ideología de un individuo. Ponle delante el David de Miguel Ángel —una buena foto es suficiente, aunque invitarla a Florencia siempre añade un toque de romanticismo—. Si es de izquierdas, quedará fascinada por la belleza de la escultura. Si es de derechas, también, pero, además, se ruborizará un poco ante la completa desnudez del David.

Estudiosos de la mente política, como Jonathan Haidt, han descubierto este tipo de diferencias psicobiológicas entre las ideologías. La gente de izquierdas está más abierta a las nuevas experiencias mientras que la de derechas es más consciente. Por eso, suelen ser progresistas los emprendedores, pero conservadores los empresarios.

La izquierda es mejor para crear, la derecha para gestionar. Y, en general, la historia reciente de España, como la de cualquier otra democracia occidental, se ajusta bastante a esta regla. La izquierda empuja los presupuestos públicos y los cambios sociales, evitando la osificación. La derecha mantiene las cuentas y el orden, evitando la disolución. Como el yin y el yang, un país requiere un permanente diálogo entre la izquierda y la derecha.

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Pero los puentes se están quebrando. La tensión entre la fuerza liberadora y la disciplinadora, que Bertrand Russell consideraba el motor de la civilización, se ha recalentado. Hoy, el yin habla con el yin y el yang con el yang. El objetivo no es comunicarse con los otros, sino señalarse ante los unos.

Por ejemplo, si un progresista quiere luchar contra la homofobia y el racismo, lo peor que puede hacer es izar la bandera arcoíris justo en el único lugar de todo el municipio prohibido por una resolución judicial, o destrozar el monumento a un personaje histórico controvertido. En lugar de atraer al dudoso, al individuo que tiende al orden pero que ve con simpatías estas demandas, lo aliena. Pero el objetivo del activista no es ir más allá del movimiento, ampliando su base social, sino pasar lista a la tropa, expulsando a los traidores y adelgazando el apoyo popular.

Así que debemos cambiar el test de la política. Si quieres saber la ideología de un individuo, colócalo delante de la estatua y fíjate si se inclina ante ella o la derriba.@VictorLapuente

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