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Joe Berlinger, cineasta: “La popularidad del ‘true crime’ ha propagado un tono frívolo y sin respeto por la víctima”

El realizador estadounidense, considerado un referente de las producciones sobre crímenes reales y del documental de investigación, fue homenajeado en el festival DocsMX

Eran los últimos días del mes de octubre y Joe Berlinger los disfrutaba al máximo en Ciudad de México. Mientras respondía mensajes y correos en su celular, probaba por primera vez un pan de muerto, una masa dulce tradicional de México que se elabora para honrar a los difuntos durante las celebraciones del Día de Muertos. Lo probó por primera vez, su ceño fruncido se relajó y le dio su visto bueno, con un poco de azúcar impregnado en su bigote. Su presencia en la capital no estaba planificada, pero fue una agradable coincidencia. El plan que tenía inicialmente con su esposa era viajar a Italia, pero no se sentía tan animado. Había algo de la capital mexicana que lo estaba llamando. Y así fue. Unos días después recibió una llamada de los organizadores del DocsMX, el Festival Internacional de Cine Documental capitalino que, en su vigésima edición, decidió honrarlo por sus aportes y trayectoria en ese tipo de cinematografía. El documentalista estadounidense es considerado padre y maestro del true crime, un género de no ficción que se ha popularizado en los últimos años, basado en crímenes reales y narrar los detalles de los sucesos que aborda.

El trabajo de Berlinger, de 64 años y originario de Bridgeport (Connecticut), Estados Unidos, ha puesto en relieve cuestiones de justicia social en su país, a través de producciones famosas y reconocidas como Brother’s Keeper (1992), la trilogía de Paradise Lost (1996, 2000 y 2011) —con una nominación al Oscar—; o su mirada íntima a lo doloroso, divertido y difícil que puede ser el proceso creativo dentro de una banda como Metallica, como lo hizo con Some Kind of Monster (2004).

Desde que inició en el mundo documental hace más de 30 años, ha visto como el panorama ha ido cambiando para este género. Cuenta que en ese entonces, a inicios de la década de los 90, solo se podía ofrecer producciones de no ficción a cadenas como HBO o PBS. Ahora, con los diferentes servicios de streaming a la carta, los documentales se han vuelto “muy populares”, afirma. Sin embargo, este momento, explica, tiene dos lados de la moneda.

“Si me preguntas a mí, creo que es un entorno mucho más sano. Sin embargo, los cineastas jóvenes que llevan solo 10 años haciendo películas, probablemente sientan que las cosas han empeorado. Durante la pandemia [por la covid-19], las plataformas lo compraban todo y había una lucha constante por ser la más popular. Esos años el gasto fue excesivo. Encargaban producciones a diestra y siniestra. Y cuando terminó la pandemia, creo que todos, sobre todo las cadenas, se dieron cuenta de que no era viable seguir gastando sin control. Así que el sector se contrajo”, afirma.

Berlinger recuerda que a pesar de que ya tenía sus dos documentales más famosos, Brothers Keeper y Paradise Lost, bajo el brazo, durante la primera década de su carrera se ganaba la vida dirigiendo anuncios de televisión. “Los documentales no eran muy rentables. Era muy difícil conseguir que los proyectaran. Antes, en 1990, si 400 personas veían mi película en el cine en una semana, yo pensaba: ‘¡Dios mío, 400 personas vieron mi película!’. Ahora, decenas de millones de personas pueden ver algo en Netflix. Así que depende de tu perspectiva y de cuánto tiempo lleves en la industria. Desde mi punto de vista, el mundo se ha vuelto mucho más receptivo a los documentales”, complementa.

Esa popularidad de los últimos años de la no ficción considera que le ha abierto la puerta a los documentales centrados en crímenes reales. Sin embargo, cree que ese mercado se ha bifurcado. Berlinger afirma que su convicción para hacer ese tipo de producciones proviene de la escuela del documental de investigación. Su foco principal siempre fue abordar las condenas injustas. No por nada sus películas han logrado la liberación de siete personas. Paradise Lost, por ejemplo, consiguió la liberación de tres personas, una de ellas condenada a muerte. “Para mí, el crimen siempre ha sido una herramienta para la justicia social en el ámbito penal”, aclara.

“Sin embargo, con la popularidad del true crime se ha propagado en algunas producciones un tono completamente distinto, demasiado frívolo y sin respeto por la víctima. En Estados Unidos, existen pódcasts donde se ridiculiza a las víctimas o a los crímenes con el fin de entretener. No es solo el true crime, también está el docuentretenimiento, con escaso rigor investigativo”, agrega el cineasta.

Cree que un aspecto que no se está fomentando lo suficiente en los documentales sobre crímenes es que estos ya no se desarrollan gradualmente. Al menos no como antes. Y también, en ese sentido, es crítico con algunos de sus trabajos más recientes. Afirma que lo que las cadenas de streaming quieren ahora son sucesos del pasado para simplemente contarlos sin una investigación profunda. Vuelve a mencionar a Paradise Lost que, entre sus tres entregas durante el seguimiento e investigación del caso, la filmó en 15 años. “No sabíamos cuánto tiempo tardaría en tomar forma. Creo que eso es cada vez más difícil hoy en día si quieres conseguir financiación de una cadena. Los ejecutivos no quieren darte un proyecto abierto donde simplemente sigas una historia”, explica.

Existen también las voces que creen que el true crime revictimiza a las personas que fueron afectadas por un suceso o que con este género se romantiza e idealiza a un asesino en serie. Berlinger pone como ejemplo dos producciones que trabajó con Netflix sobre el asesino en serie Ted Bundy. Una de ellas ficcionada, Extremadamente cruel, malvado y perverso (2019) —con el actor Zac Efron como protagonista—. La otra fue un documental titulado Conversaciones con asesinos: las cintas de Ted Bundy (2019). “El documental mostró mucha violencia y fue acusado de glorificar el true crime. La película no mostró violencia y también fue acusada de glorificación. Creo que simplemente hay una crítica generalizada. Por alguna razón, a la gente no le gusta el género y piensan que lo estamos glorificando. Pero mientras se sea sincero, creo que son historias con una advertencia muy importante para la próxima generación”, acota el documentalista.

Berlinger afirma que, al momento de abordar una producción documental, hay que ir “donde lleva la verdad”. Siguiendo esta filosofía y forma de trabajo, ha descubierto que muchas de sus películas nunca terminaron con la hipótesis o idea inicial al finalizar la grabación.

“Siempre me pregunto: ‘¿Cuál es la razón de justicia social para contar esta historia?’. Si no puedo responder a esa pregunta, prefiero no contarla, porque conlleva una responsabilidad adicional. Si estás contando historias sobre el peor día en la vida de una familia, tienes la responsabilidad de no hacerlo de una manera que trivialice o ridiculice la situación”, finaliza.

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