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La trama de Hernán Bermúdez pone contra las cuerdas a Adán Augusto López y mide la política anticorrupción de Sheinbaum

Los procesos en contra del exjefe policial apuntan a la figura del exgobernador, que lo nombró para el puesto

Detención de Hernán Bermúdez en Asunción (Paraguay).Foto: SENAD vía Reuters | Vídeo: AP

La determinación del Gobierno de México en su lucha contra la corrupción está a examen con la llegada este jueves al país de Hernán Bermúdez, jefe de la policía de Tabasco entre 2019 y 2024, presunto líder al mismo tiempo de la organización criminal regional La Barredora, que enfrentará cargos por delincuencia organizada y secuestro. El arribo de Bermúdez, alias Comandante H o El Abuelo, detenido en Paraguay la semana pasada, donde había huido, supone un reto para la actual administración, que dirige Claudia Sheinbaum. A punto cumplir su primer aniversario, el Ejecutivo trata de construir una imagen de honestidad, de cero tolerancia contra la corrupción, venga de donde venga. El caso Bermúdez, enraizado en Gobiernos locales de Morena, el partido oficialista, pone a prueba ese paradigma.

Ha sido un verano complicado para la formación, no tanto para su pata gubernamental, aparentemente aislada de escándalos y polémicas e instalada en un discurso de efectividad, levantado sobre sus resultados en materia de seguridad. Otra cosa han sido sus feudos en las geografías cercanas, metafóricas y literales. El ruido por las polémicas de las casas y los viajes más o menos lujosos de cuadros importantes del oficialismo –Noroña, López Beltrán, Haces o Monreal– ha compartido escenario con situaciones más graves, como la trama de corrupción en la Armada, a cuenta de la importación ilegal de combustibles, o la del mismo Bermúdez, que llegó al frente de la Secretaría de Seguridad por designación del entonces gobernador, Adán Augusto López Hernández, de Morena, en el cargo de 2018 a 2021 y hoy líder de la bancada en el Senado y siempre estrecho colaborador del expresidente Andrés Manuel López Obrador.

Requerido desde Palacio Nacional, López Hernández dio el salto en 2021 al Gobierno federal. López Obrador lo colocó al frente de la Secretaría de Gobernación, en sustitución de Olga Sánchez Cordero. Tabasqueños ambos, López Hernández se convirtió en el principal operador del exmandatario, junto a la entonces secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, y a Mario Delgado, dirigente nacional del partido. Más adelante, el exgobernador de Tabasco se lanzó a la carrera por conseguir la candidatura a las elecciones presidenciales, que perdió en favor de Sheinbaum. Como premio de consolación, López Hernández acabó en el Senado, donde funge como líder de la bancada de Morena.

El poder que ha acumulado López Hernández en los últimos seis años, desde su llegada al Palacio de Gobierno de Tabasco, interpela a las actividades de Bermúdez, uno de sus principales colaboradores, a quien conocía de años atrás. Este jueves, Sheinbaum trataba de colocar en el terreno de las especulaciones el presunto conocimiento que López Hernández habría tenido de las actividades de Bermúdez. Primero, cuando todavía era gobernador, y luego, desde el poderoso faro de la Secretaría de Gobernación. La mandataria ha sugerido que Bermúdez habría iniciado sus actividades criminales, tráfico de drogas, extorsión, huachicol, etcétera, tras la salida del gobernador. Luego, ha asegurado que fue el mismo López Obrador, consciente de la situación, quien pidió la destitución de Bermúdez, ya en 2024.

Sheinbaum no cierra la puerta, sin embargo, a que la justicia alcance a su colega de partido, posibilidad que encuadra en su entendimiento de la justicia, pareja para todos. Sea como sea, los próximos días parecen claves para el caso. Bermúdez ha llegado este jueves a Chiapas y acabará el día en la prisión federal del Altiplano, a tiro de piedra de la capital. Este jueves, también, ha trascendido que la Fiscalía General de la República (FGR) ha acusado al exjefe policial de delincuencia organizada, cargo que se suma a los que enfrenta en la justicia local. Bermúdez debería comparecer ante el juez esta misma semana, en audiencia inicial, por el caso de delincuencia organizada.

Según el diario Reforma, la nueva acusación contra Bermúdez se basa en las declaraciones de un antiguo colaborador, que habría accedido al programa de testigos protegidos de la dependencia. El Comandante H podría seguir el mismo camino, convertirse en testigo de la FGR, en caso de que la conspiración que supuestamente lideraba fuera en realidad mayor. También podría intentar pelear las acusaciones en su contra, con la esperanza de tumbarlas. En el pasado reciente de México, varias investigaciones de alto impacto han generado las mismas expectativas por las posibilidades de alcanzar los escalafones altos del poder. En buena parte de los casos, la frustración ha acabado por ocupar el espacio de la expectativa, ninguno tan claro como el de Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, enfangado en los juzgados.

La presidenta Sheinbaum se juega buena parte de su crédito en los casos de corrupción destapados este verano. La caída de Bermúdez y de unos cuantos de sus presuntos secuaces aparece en México como el inicio de un camino conocido, la promesa de castigo a la corrupción. Lo mismo ocurre en el caso de los hermanos Farías Laguna, presuntos líderes de la trama de huachicol vinculada a la Armada, sobrinos, además, del secretario de la Marina en tiempos de López Obrador. Como en el caso de Bermúdez, la detención de 14 personas, entre ellos uno de los Farías Laguna, y el decomiso de millones de litros de combustible contrabandeado, son solo el principio. De los pasos siguientes depende la credibilidad de la presente administración.

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