Los aranceles al acero y al aluminio, un golpe a las economías de Canadá y México y al tratado de libre comercio
La imposición de un gravamen del 25% hace tambalear el T-MEC y perjudica a Brasil, la principal potencia económica de Latinoamérica
El último paso de Donald Trump en la guerra arancelaria ya emprendida a escala global asesta un golpe sin precedentes al T-MEC, el tratado en vigor desde 2020 que regula las relaciones comerciales entre Estados Unidos, México y Canadá. La imposición de un gravamen del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio anunciada este lunes, una medida bien recibida por los fabricantes estadounidenses que se oponen a los metales extranjeros baratos, no solo ha dejado en entredicho el mercado de libre comercio de Norteamérica, sino que supone un tsunami en toda regla para las economías de los principales exportadores de acero, que son, precisamente, Canadá y México, además de Brasil, que en 2024 se convirtió en el segundo suministrador de esa aleación. La continuidad del T-MEC, que debe renegociarse el próximo año, queda así en suspenso mientras se multiplican las tensiones diplomáticas.
Para Canadá duró poco el respiro. El lunes pasado sorteó una guerra económica con su principal socio comercial, Estados Unidos, país con el que comparte, al menos hasta ahora, una sólida relación bilateral tallada en la proximidad y en una historia común. Trump les amenazó con la imposición de aranceles del 25% a sus productos, antes de concederles un aplazamiento de un mes tras una llamada con el primer ministro, Justin Trudeau, que, a cambio, prometió medidas para contener el tráfico de personas y de fentanilo en la frontera compartida. Tan solo siete días después de aquel tira y afloja, el anuncio de más aranceles de un 25%, al aluminio y al acero devolvió a Ottawa a la cruda realidad de que las reglas de juego con el viejo aliado son radicalmente distintas con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, que aspira a convertir a Canadá, por más improbable que resulta que algo así suceda, en el Estado número 51 de la Unión.
Un negocio de 11.200 millones de dólares
Canadá es el principal proveedor de Estados Unidos tanto de acero (con un negocio de 11.200 millones de dólares, está por delante de Brasil, México, Corea del Sur y Alemania) como de aluminio (9.500 millones) lista que encabeza con, por ese orden, Emiratos Árabes Unidos, Rusia y China a una considerable distancia. Quebec es la provincia canadiense que más aluminio produce. En cuanto al acero, hay 13 plantas en cinco provincias: Alberta, Saskatchewan, Manitoba, Ontario y, de nuevo, Quebec.
En declaraciones a los medios canadienses, políticos federales y provinciales de todo el espectro, unidos ante el “matonismo” de Trump, incidieron el lunes en un mismo mensaje: que los aranceles no solo son malos para Canadá, sino también para las industrias y consumidores estadounidenses, cuyos costos aumentarán. Los efectos prometen dejarse sentir especialmente en la industria automovilística, organizada en torno a la frontera que separa Míchigan, y su principal ciudad, Detroit, y la provincia de Ontario. Allí son constantes los intercambios comerciales, y las piezas de coches que cruzan una y otra vez la línea divisoria. Cómo afectarán estos nuevos aranceles a esas fábricas es aún una incógnita.
Durante su primera presidencia, Trump impuso en 2008 aranceles al aluminio (25%) y el acero (10%), de los que eximió a Canadá y México. Esta vez, la clemencia con los vecinos no ha llegado, al menos por el momento.
Los especialistas advierten de que la llegada del nuevo gravamen impactará de lleno en la línea de flotación de la economía mexicana y en algunos de sus sectores más fuertes como el automotriz, el electrónico, el eléctrico o el químico farmacéutico, que utilizan el acero y el aluminio como insumo clave. “El arancel estaría aumentando costos a la producción, ensamblaje y montaje final, lo que se reflejará en los precios al consumidor de los dos países”, señala Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Comercio, Economía y Negocios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Las industrias a ambos lados de la frontera están integradas a través de cadenas de suministro que se beneficiaban de la ausencia de aranceles de la mayoría de bienes bajo el amparo del T-MEC.
En julio de 2024 el Gobierno de Biden impuso un arancel del 25% al acero y 10% al aluminio que llegaba de México y que no había sido fundido ni vertido en ese país, bajo el argumento de que la mayoría venía de China para tratar de evitar impuestos. “Aproximadamente un 30% del acero que exporta México a Estados Unidos es de origen chino”, sostiene Martínez Cortés. La medida entonces generó fricciones entre el Gobierno de López Obrador y los empresarios siderúrgicos. Estados Unidos ha exigido a sus socios más transparencia en el origen de los productos de acero procedente de México. Acusan a China de cometer dumping y de vender excedentes del metal en el extranjero a precios por debajo de los establecidos en el mercado.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum decidió esperar al anuncio de la medida para mover ficha. Hasta el momento, la mandataria mexicana ha adoptado un enfoque mesurado ante las amenazas arancelarias de Trump y ha hecho un llamado a la calma. El secretario de Economía ha mantenido las últimas semanas reuniones con líderes de la industria del acero y aseguró que trabajará con ellos para fortalecer la producción nacional como parte de la estrategia de inversión del Gobierno.
La llegada de Donald Trump ha tensado aún más, en cualquier caso, el marco del T-MEC y pese a que está dentro de los márgenes de acuerdo la imposición de aranceles, es probable que sea uno de los temas principales en la renegociación del tratado en 2026. “En menos de siete meses México va a tener dos porcentajes de impuestos que pagar sobre el acero, primero con Biden y ahora con Trump”, señala el experto que teme la llegada de la amenaza de nuevos aranceles, después del 1 de marzo. “Si Estados Unidos llega a aplicar a México un arancel generalizado del 25% a todas las exportaciones, impactaría en el 7% del PIB y entraremos en una recesión”, menciona el especialista.
Algo similar apunta Fitch Ratings. La calificadora advierte de los riesgos comerciales para México tras la llegada de aranceles del 25% a todos los productos. “Causaría una recesión en México en 2025 y reducirá la producción del país en 3,0 puntos porcentuales para 2026. Sin embargo, los impactos arancelarios son difíciles de predecir dada la complejidad de las cadenas de suministro entre Estados Unidos y México y podrían ser incluso mayores dados los efectos de segunda ronda”, señala. Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos superaron los 500.000 millones de dólares en 2024.
Ofensiva contra la primera potencia latinoamericana
Lo que mas le preocupaba a Brasil eran los aranceles sobre el acero, dado que es el segundo suministrador de ese material para Estados Unidos por detrás de Canadá y tras haber superado hace poco a México. En el año 2024 vendió 5.700 millones de dólares en acero a Estados Unidos, prácticamente la mitad de las exportaciones de ese material.
En aluminio, en cambio, es solo el decimosegundo proveedor. Por lo tanto, el volumen de negocio no es grande. Este sería el primer caso en el que la ofensiva arancelaria emprendida por Donald Trump afecta a la primera potencia económica de América Latina.
Brasil ha adoptado, de todas manneras, una postura de lo más cautelosa. El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva mantuvo que se pronunciaría una vez el se oficializara el anuncio, pero insiste en que está abierto a dialogar. La negociación está en el ADN de la diplomacia brasileña. Ese es el camino que eligió para resolver la crisis de las deportaciones por las esposas que las autoridades migratorias colocan a los expulsados brasileños en pies, manos y cintura.
El temor en Brasil es que, además de confirmarse los aranceles sobre el acero, también se impongan tarifas al hierro y al mineral de hierro. En ese caso, el perjuicio sería más grave.