¿Cómo se forma un huracán y cuáles son los efectos del cambio climático en su intensificación?
Año con año, la formación de ciclones tropicales enciende las alertas en las costas del país, una amenaza cada vez mayor debido al aumento de la temperatura global provocado por la actividad humana
Del golfo de California a la península de Yucatán, los mares que rodean México resultan idóneos para la formación de ciclones tropicales, un fenómeno propio de las aguas oceánicas cálidas que año con año amenazan las costas del país con el potencial de formar huracanes, las tormentas más poderosas del planeta, capaces de provocar lluvias extraordinarias, vientos superiores a los 200 kilómetros por hora y marejadas que aumentan súbitamente el nivel del mar y pueden inundar decenas de kilómetros tierra adentro.
La temporada de huracanes en el hemisferio norte se extiende de mayo a noviembre, los meses en los que el océano Pacifico y el Atlántico reúnen las condiciones necesarias para la formación de ciclones tropicales: una temperatura del mar por encima de los 26ºC, un alto grado de humedad en el aire, vientos favorables y la acumulación de tormentas eléctricas capaces de rotar y organizarse en una tormenta más grande. A mitad de la temporada de ciclones tropicales 2024, la formación de huracanes mayores como Beryl, Helene y Milton han cumplido los pronósticos que estimaban un año récord en el Atlántico, provocado por la influencia de La Niña, la contraparte y segunda fase de El Niño, un fenómeno climático que altera las condiciones del Pacífico y por lo tanto, favorece la formación de ciclones tropicales en la costa este. “La Niña, que provoca temperaturas de la superficie del Pacífico muy frías, cambia los patrones climáticos a nivel global y favorece que se formen más ciclones tropicales en el Atlántico”, explica Christian Domínguez, meteoróloga e investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.
El mapa de impactos en México
Las costas de México son áreas fértiles para el desarrollo y la intensificación de ciclones tropicales. El registro histórico de los últimos 50 años revela que los Estados costeros son impactados por un promedio de 5,4 ciclones tropicales de distintas intensidades cada año. Baja California Sur y Quintana Roo, en el Pacífico y la península de Yucatán, respectivamente, son las entidades que han sufrido la llegada de más ciclones desde 1964. Les siguen Sinaloa y Veracruz, ubicados en cada una de las costas. Estos cuatro Estados concentran más del 43% de impactos de ciclones tropicales en el periodo; sin embargo, la estadística no toma en cuenta la magnitud de los sistemas al tocar tierra y los daños provocados. Por ejemplo, otras entidades como Guerrero, que en medio siglo apenas ha sufrido el 3,6% de impactos, ha resultado seriamente dañado por dos huracanes mayores (Otis en octubre de 2023 y John en septiembre de 2024) en temporadas consecutivas.
De acuerdo con el registro histórico del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés), que monitorea la cuenca del Atlántico desde 1851 y la del Pacífico desde 1949, ocho huracanes de categoría 5, la máxima en la escala de Saffir-Simpson, han impactado en territorio nacional: seis en el Atlántico y dos en el Pacífico. Si bien el huracán Milton que se formó en octubre de 2024 no tocó tierra propiamente en México (se considera que un ciclón tropical toca tierra cuando el ojo del sistema alcanza la parte continental), sus bandas nubosas bordearon el norte de la península de Yucatán, provocando marejadas, lluvias torrenciales e inundaciones en el Estado. El último huracán de categoría 5 en impactar las costas de México fue Otis, que tocó tierra en Acapulco (Guerrero) el 25 de octubre de 2023, dejando una estela de destrucción y decenas de víctimas a su paso.
OCÉANO ATLÁNTICO | OCÉANO PACÍFICO |
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Janet (1955) | Patricia (2015) |
Beulah (1967) | Otis (2023) |
Anita (1977) | |
Gilbert (1988) | |
Dean (2007) | |
Milton (2024)* |
¿Cómo se forma un huracán y cuáles son los factores que influyen en su movimiento?
Típicamente, los huracanes formados en el Pacífico y en el Atlántico suelen desplazarse en dirección hacia el oeste-noroeste. Esta tendencia, provocada tanto por el movimiento de rotación terrestre como por las corrientes de viento a su alrededor, suele trazar trayectorias que alejan a los ciclones tropicales de la costa del Pacífico de México y Estados Unidos. Aunque esta dinámica provoca que los huracanes tengan una mayor probabilidad de aproximarse al golfo de México, las Antillas que forman las islas del Caribe y la costa este de Estados Unidos, los impactos en la costa del Pacífico mexicano y las trayectorias en sentido opuesto no son anómalas, explica a este diario Benjamín Martínez López, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM. El experto pone de ejemplo la trayectoria del huracán Milton, que se formó a inicios de octubre de 2024 frente a las costas de Veracruz y tras bordear el norte de la península de Yucatán siguió su rumbo hacia el norte, hasta tocar tierra en Florida.
Más que su errática trayectoria, contemplada dentro de la complejidad propia de estos fenómenos, Martínez López pone énfasis en su rápida intensificación: en menos de 24 horas, el sistema pasó de una incipiente tormenta tropical a un poderoso huracán categoría 5 con vientos superiores a los 280 kilómetros por hora. “El punto está en que el agua del mar estaba bien caliente y ahí hay mucha energía. Y eso sí es algo que se ha dado cuenta toda la gente que se dedica a esto, que las temperaturas superficiales de los océanos están incrementando”, explica.
¿Cuántas veces puede tocar tierra un huracán?
Una vez que un huracán toca tierra, la falta de humedad provoca un debilitamiento rápido que suele culminar en la desorganización del ciclón; sin embargo, algunos sistemas mantienen fuerza suficiente para atravesar breves porciones de tierra y encontrar condiciones para su fortalecimiento tras volver a salir al mar y tocar tierra de nuevo dando lugar a un segundo impacto. En México, algunos huracanes mayores como Gilberto (1988), Grace (2021), o más recientemente Beryl (2024) han seguido este patrón e impactado tierra en dos ocasiones, un fenómeno que dista de ser extraño.
¿Cómo influye el cambio climático en los huracanes?
A partir de la creciente evidencia disponible, el consenso científico coincide en que el cambio climático, definido como el aumento acelerado de la temperatura global provocado por la actividad humana ―especialmente por la emisión de gases de efecto invernadero desde la era industrial― aumenta las probabilidades de enfrentar huracanes cada vez más intensos y destructivos.
Si bien un océano cada vez más caliente es el combustible que alimenta tormentas más grandes y capaces de transportar mayores volúmenes de agua, la evidencia disponible demuestra que hasta ahora, la crisis climática no influye de forma decisiva en un aumento del número de ciclones tropicales que ocurren cada temporada en el Atlántico, sino en la probabilidad de intensificarse rápidamente. “Hay mucha evidencia al respecto, y aunque la frecuencia [de huracanes cada temporada] no cambia, sí tiende a haber una mayor cantidad de huracanes más fuertes”, aclara Martínez López.
El índice de energía ciclónica acumulada es una medida meteorológica que permite evaluar la actividad ciclónica durante una temporada, al calcular el total de energía utilizada por cada ciclón tropical que se formó en determinado tiempo. Para la cuenca del Atlántico, la NOAA (Agencia Nacional Oceánica y Atmosférica en Estados Unidos) calcula un índice medio anual de 102,3 puntos, un valor para clasificar una temporada de huracanes promedio. El análisis del índice en el último siglo revela una tendencia con más temporadas por encima de la media conforme avanza el tiempo.
El experto advierte que si bien los años con mayor presencia de fenómenos climáticos como El Niño coinciden con la formación de huracanes mayores, la combinación entre estas oscilaciones y un océano cada vez más caliente producto de la crisis climática dan como resultado un caldo de cultivo ideal para ciclones tropicales más intensos. “En México, los últimos dos huracanes categoría 5 ocurrieron precisamente en dos años Niño: 2015 y 2023″, explica, mientras hace referencia a los huracanes Patricia y Otis, que tocaron tierra en Jalisco y Guerrero, respectivamente. “Cuantificarlo quizás es más complicado, pero cuantitativamente sí se ve claramente que tenemos una señal de calentamiento de los océanos a la alza (...) si el incremento de las temperaturas del planeta altera estos patrones, y a eso se le suma la variabilidad natural de El Niño, entonces uno tiene bastante energía disponible para la intensificación de los huracanes”.