La batalla por presidir el PAN: la derecha busca un golpe de efecto tras el fiasco electoral

Las voces más críticas auguran una debacle si no hay un cambio de rumbo, con la polémica alianza con el PRI como telón de fondo, y acusan a la actual dirigencia de preparar un plan para perpetuarse en el poder

Los panistas Marko Cortés, Kenia López Rabadán, Damián Zepeda y Jorge Romero.EL PAÍS / Cuartoscuro

La sucesión en el Partido Acción Nacional (PAN) ha comenzado en medio de las turbulencias provocadas por el fiasco electoral del 2 de junio. Pese al batacazo, conserva su lugar como el primer partido de oposición, pero las críticas internas han ido al alza desde el día de los comicios. La más ruidosa fue la del expresidente Felipe Calderón, que cargó con dureza en las redes sociales contra el dirigente del partido, Marko Cortés, acu...

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La sucesión en el Partido Acción Nacional (PAN) ha comenzado en medio de las turbulencias provocadas por el fiasco electoral del 2 de junio. Pese al batacazo, conserva su lugar como el primer partido de oposición, pero las críticas internas han ido al alza desde el día de los comicios. La más ruidosa fue la del expresidente Felipe Calderón, que cargó con dureza en las redes sociales contra el dirigente del partido, Marko Cortés, acusándolo poco menos que de aprovecharse de la situación, asegurándose un puesto en el Senado mientras ve el partido hundirse. Las voces más duras auguran una debacle si no hay un cambio de rumbo, con la polémica alianza con el PRI como telón de fondo, pero sin que nadie se atreva de momento a apostar con claridad por la ruptura. Los críticos acusan también a la actual dirigencia de preparar un plan para perpetuarse en el poder por medio de un delfín de Cortés.

Al menos cuatro nombres han surgido por ahora en la pelea por encabezar una nueva dirigencia y reemplazar a Cortés, que se espera salga en los próximos meses, ya sea en septiembre cuando tome posesión como senador, o en octubre, cuando debe poner fin a su Administración. Entre quienes han confirmado sus intenciones de buscar la presidencia, están el diputado Jorge Romero, la exsenadora y exdiputada Adriana Dávila y el senador Damián Zepeda. El nombre de la senadora Kenia López Rabadán, hasta hace poco vocera de la candidata presidencial Xóchitl Gálvez, también ha saltado a la discusión y, según ha confirmado a este periódico, se lo está pensando. Tras unas semanas de tensión y acusaciones cruzadas, la sucesión blanquiazul ha empezado al menos más tranquila que la de su socio electoral, el PRI, que se acerca estos días al ocaso. En medio de estas turbulencias y reproches, los líderes panistas concuerdan al menos en una cosa: deben cuidar al partido, ahora convertido en el actor más importante de la oposición.

En un escenario político mayoritariamente guinda, tras la victoria aplastante de Morena en las elecciones, el PAN es la voz fuerte en la acotada bancada opositora. El panorama que se viene para aquellos que no gobiernan se avista complicado, con la mayoría calificada en Diputados del partido de Andrés Manuel López Obrador y casi dos tercios en el Senado. Las voces del PAN que apuntan a una renovación de la formación no son pocas desde los comicios del 2 de junio. Incluso un grupo de exgobernadores pidió hace unas semanas la salida de Cortés cuanto antes. A pesar de que eso no se dio aún, el partido se encamina a elegir un nuevo presidente. Los primeros pasos en ese sentido al menos ya fueron dados.

Una batalla “inequitativa desde el inicio”

Jorge Romero, un político surgido del PAN capitalino, puntualmente de la alcaldía Benito Juárez, ha sido señalado por varios panistas como el favorito de la dirigencia nacional. El diputado admitió su interés para buscar la presidencia en entrevistas en medios de comunicación y dijo querer liderar el partido en la cuesta arriba que significará ser minoría en las Cámaras legislativas. A pesar de que Cortés no se expresó públicamente para apoyarle, algunos gestos fueron entendidos como un aval. Entre esas señales está la elección de tres diputados que pertenecen a la bancada coordinada por Romero en la Cámara baja como miembros de la Comisión Organizadora Nacional de la Elección del Comité Ejecutivo Nacional (Conecen), una especie de árbitro electoral encargado de realizar los comicios internos.

Zepeda, una de las voces más duras contra la dirigencia, ha asegurado que si el PAN no cambia, se encamina hacia una debacle. “No puedo ser más claro, si lo que quieren es heredar a su mismo grupo político, con las mismas reglas, darle la vuelta a la página en la dirigencia, van directo a su funeral”. El senador de Sonora aseguró que el partido vive “una crisis brutal” que su dirigencia no ha querido atender. En los seis años que lleva Marko Cortés en el cargo, la formación blanquiazul pasó de gobernar 11 Estados a tener solo cuatro. La comparación entre las presidenciales de 2018 y 2024 reflejan también el problema: el partido perdió tres millones de votos en seis años, al pasar de 12,6 millones de sufragios a 9,6 millones.

“No solo perdimos elecciones, perdimos credibilidad y prestigio”, dice Dávila en entrevista telefónica. “Es importante que se dé un buen mensaje a los mexicanos de que el PAN debe cambiar, volver a sus orígenes, tener claridad en la defensa de nuestras causas”, agrega y señala que esos principios son el federalismo, el municipalismo, la dignidad de la persona humana, la lucha contra la desigualdad y la corrupción. Reclama a la dirigencia actual no haber dejado en claro qué defiende y haber expuesto al PAN con la difusión del acuerdo firmado en conjunto con el PRI, en el que se repartirían el pastel en la alianza opositora si ganaban las elecciones. La exdiputada por Tlaxcala dice que es hora de tener un liderazgo femenino, aunque reconoce que será una batalla “inequitativa desde el inicio” si le toca enfrentar en las urnas al favorito de Cortés.

López Rabadán asegura que el PAN debe hacer una revisión sobre “cómo volver a ser un partido que represente a los mexicanos”. La senadora de Ciudad de México reconoce que está reflexionando “seriamente” sobre la posibilidad de registrarse en la contienda interna, pero insiste en que la prioridad debe ser la unidad del partido. “Necesitamos un proceso transparente y público, estamos obligados a hacerlo de la mejor manera”, comenta al teléfono. “Más allá de los intereses personales, debemos pensar que México necesita una oposición fuerte, porque lo que se viene es duro”, agrega en relación con el eventual tratamiento de las reformas constitucionales impulsadas por López Obrador. “Si nosotros nos debilitamos, el daño es para el país”.

Una elección, dos caminos

El PAN eligió recientemente a los siete miembros que forman la Conecen. Esa instancia, conformada por tres mujeres y cuatro hombres de larga trayectoria en el partido, quedó instalada el 3 de julio. A partir de ahí, los estatutos señalan que se informa a los consejos electorales de los 32 Estados que cuentan con 30 días para decidir el método con el que se elegirá a la nueva dirigencia. Pueden tomar dos caminos: que la elección la hagan los militantes —la manera ordinaria— o que la hagan los miembros del Consejo Nacional del PAN —la forma extraordinaria—. Los críticos prefieren la primera, ya que acusan a la actual dirigencia de tener más peso e influencia dentro del Consejo Nacional. De cualquier modo, se emitirá el próximo 3 de agosto una convocatoria oficial para participar, que establezca cuáles serán las fechas del proceso.

El primer camino implica que las candidaturas tengan 20 días para recolectar el 10% de firmas de los militantes registrados, que son unos 277.000. Una vez revisados y aprobados esos apoyos, los candidatos tienen 45 días para hacer campaña. El partido tendrá que organizar una jornada electoral, estimada para octubre, en la que gana quien saque mayoría absoluta —la mitad más un voto— o el 37% de los votos con una diferencia de cinco puntos sobre el segundo puesto. Si nadie obtiene eso, las dos personas con más sufragios van a una segunda vuelta. En el segundo camino, los aspirantes deben obtener el 20% de firmas de las consejerías nacionales. El método extraordinario decide la presidencia del partido a través de una sesión del Consejo Nacional, que vota entre los candidatos y gana quien tiene más de la mitad de los apoyos.

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