Graciela Tiburcio: “Si fuéramos conscientes de que la belleza de este planeta no es infinita, lo cuidaríamos más”

La bióloga, que es una de las mayores expertas en tortugas marinas de México, ha sido reconocida por el premio L’Oréal como una de las 60 ‘Mujeres que Mueven México’

La experta en tortugas marinas, Gabriela Tiburcio.L'Oreal

Graciela Tiburcio (Veracruz, 49 años) sabe todo sobre las tortugas marinas que navegan cerca de las costas de México. La bióloga —asentada en Baja California Sur, uno de los principales lugares de protección y sostenibilidad ambiental del país— lleva años observando y aprendiendo de uno de los animales más longevos y con más edad en la tierra. Las tortugas han sobrevivido más de 200 millones de años sobre el planeta. “Y en menos de una década en México estuvimos a punto de hacerlas desaparecer”, señala la especialista, que en 2015 obtuvo el premio al Mérito Ecológico del Gobierno mexicano.
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Graciela Tiburcio (Veracruz, 49 años) sabe todo sobre las tortugas marinas que navegan cerca de las costas de México. La bióloga —asentada en Baja California Sur, uno de los principales lugares de protección y sostenibilidad ambiental del país— lleva años observando y aprendiendo de uno de los animales más longevos y con más edad en la tierra. Las tortugas han sobrevivido más de 200 millones de años sobre el planeta. “Y en menos de una década en México estuvimos a punto de hacerlas desaparecer”, señala la especialista, que en 2015 obtuvo el premio al Mérito Ecológico del Gobierno mexicano.

En México, se encuentran siete de las ocho especies de tortugas que existen en el mundo. En la década de los setentas, tras arrasar con las poblaciones de cocodrilos, la población costera empezó a comercializar la piel de tortuga de caguama —incluida hoy en la Norma Oficial de Semarnat como especie en peligro de extinción. Entonces, la mitad de todo el cuero de este reptil que se vendía en el mundo era de origen mexicano: “una cuarta parte del comercio internacional total provenía de Baja California Sur”, detalla la bióloga.

Tras establecerse la veda de la especie por las autoridades y, con el impulso de los programas de conservación, esta tortuga como otras tantas que llegan a los litorales mexicanos ha conseguido recuperarse. “Pero, aunque hemos logrado rescatar las poblaciones, las tortugas siguen en riesgo”, explica Tiburcio. La posible extinción de estos reptiles es una sombra que no ha dejado de acecharlos y los diversos peligros que los amenazan siguen latentes.

La gran mayoría de zonas costeras de México carecen de políticas integradas para proteger los ecosistemas. Pero la comarca a la que Tiburcio llegó hace más de dos décadas destaca por poseer el mayor número de áreas naturales protegidas del país, que ocupan hasta el 42% de la superficie de la región. “En México tenemos la suerte de que siete de las ocho especies de tortugas que existen llegan a nuestras playas. Vivimos en un país riquísimo en biodiversidad”, afirma. “Solo pasan el 1% de su ciclo vital en la tierra, cuando nacen y desovan. Imagina qué poco sabemos de ellas”, añade.

Las amenazas que se ciernen sobre las tortugas

Como destaca un artículo sobre los patrones globales de explotación ilegal de tortugas marinas publicado recientemente en la revista Global Change Biology, el uso irresponsable de la vida silvestre para alimentos, medicinas, caprichos, afrodisíacos y fetiches espirituales representa un desafío de conservación en el siglo XXI. Según el trabajo, se estima que más de 1,1 millones de tortugas marinas fueron explotadas entre 1990 y 2020 para algunos de los anteriores fines.

No obstante, como denuncia la bióloga, “la principal causa de muerte de estos animales es “la pesca incidental y abusiva, frente a las que las autoridades no hacen nada”. Cada año más 325.000 de tortugas perecen víctimas de la pesca. “Se atoran en las redes y del esfuerzo que hacen para intentar soltarse se acaban ahogando”, lamenta Tiburcio. En las playas de Puerto Arista, en el Estado de Chiapas, en los últimos dos meses centenares de ellas perdieron la vida enmarañadas a las mallas de nylon de los pescadores.

La contaminación oceánica, la basura que desplazan las corrientes marinas y las micropartículas de plásticos, también causa estragos para su supervivencia. “Las tortugas confunden las bolsas con medusas y se las tragan”, expone Tiburcio, testigo del efecto letal que tenía en estos animales la ingestión de residuos durante su doctorado en Brasil. “Era impactante ver el plástico que salía de las panzas al hacer las necropsias. La causa de la muerte siempre era por obstrucción intestinal”, lamenta la experta.

La reciente marea tóxica de macroalgas, el sargazo que está invadiendo las playas del Caribe, también tiene efectos devastadores en ellas, todavía no tanto como el desatado desarrollo urbano y turístico de las costas. “Por suerte, en Baja California Sur los empresarios están bastante más concientizados que en otros lugares y tratan de integrar políticas para protegerlas. Aún así, las malas prácticas continúan”, expone Tiburcio.

Cuando eclosionan del cascarón, las crías se dirigen hacia el mar orientadas por la luz que reflejan las estrellas y la luna, ejerciendo junto al campo magnético de la Tierra, brújulas estelares para muchas especies. “La iluminación artificial, más potente, hace que se desorienten y se desvíen”, relata Tiburcio. “A través de convivir tanto tiempo entre ellas me han enseñado muchísimo, como a leer el tiempo”, cuenta.

Cuando en un breve lapso salen muchas tortugas a la vez a desovar, están pronosticando que viene una tormenta, que habrá lluvia y marejada. “Es como si las tortugas supieran que las playas van a quedar destruidas y no podrán anidar y asegurar sus huevos. Ellas se adelantan a los fenómenos meteorológicos”, anuncia la bióloga maravillada, testigo de un prodigio de la naturaleza con tintes de milagro cuando la relata. “Es que, si fuéramos más conscientes de que la belleza de este planeta no es infinita, lo cuidaríamos más. Por eso creo que la educación ambiental es uno de los ámbitos en el que más se debe invertir”, afirma.

El avance de las tecnologías, con el desarrollo de técnicas cada vez más sofisticadas, ha permitido monitorizar cada vez más en detalle la travesía de estos reptiles a lo largo de cuencas oceánicas y en altamar. “Ya no sólo podemos hacer el seguimiento del punto de partida y de llegada, los nuevos satélites incorporan transmisores que nos brindan, entre otros datos, la salinidad, el ritmo cardíaco de los ejemplares o la profundidad que alcanzan”, expone.

Además de implicar a diversos sectores de la región en los programas de conservación de las tortugas, Tiburcio tiene otro desafío: recuperar su valor cultural. “Las tortugas han representado un papel muy especial en este territorio, tienen un vínculo muy especial con los pueblos originarios”, destaca. Algunas de las pinturas rupestres elaboradas con pigmentos minerales encontradas en las cuevas de la península norte de México perfilan a estos reptiles en representación de la interacción del hombre con la naturaleza. “Se trata de un vínculo milenario con los pueblos sudcalifornianos que se está perdiendo”, asegura Tiburcio, reconocida el pasado septiembre por el premio L’Oréal como una de las 60 ‘Mujeres que Mueven México’.

Se estima que solo una de cada 1.000 crías de tortuga marina logra alcanzar la edad adulta. Aquella afortunada que consiga llegar al océano y surcarlo, rehuir cada uno de sus peligros, regresará un día a la playa en la que nació para continuar el linaje. “De nuestras acciones depende su suerte”, concluye la bióloga.

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