Núria Vilanova: “España es el segundo inversor en América Latina pero no puede bajar la guardia”

La empresaria defiende los lazos empresariales en Iberoamérica pero apunta a la “inquietud” respecto al giro político de la región hacia la izquierda

Núria Vilanova, en una imagen de archivo.Goyo Conde

Iberoamérica es un concepto en horas bajas. Últimamente, lo que se destaca de las cumbres iberoamericanas son las ausencias de los principales líderes de la región, más que la trascendencia de lo allí discutido. Tampoco España, gran impulsora de los foros, despliega ya la efervescencia expansiva de los años 90 y principios de los 2000. Con todo, Núria Vilanova (Vilanova i la Geltrú, 57 años), presidenta de la asociación Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), sigue creyendo en la importancia de los lazos, al menos en el plano económico. “Las empresas construyen Iberoamérica”, afi...

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Iberoamérica es un concepto en horas bajas. Últimamente, lo que se destaca de las cumbres iberoamericanas son las ausencias de los principales líderes de la región, más que la trascendencia de lo allí discutido. Tampoco España, gran impulsora de los foros, despliega ya la efervescencia expansiva de los años 90 y principios de los 2000. Con todo, Núria Vilanova (Vilanova i la Geltrú, 57 años), presidenta de la asociación Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), sigue creyendo en la importancia de los lazos, al menos en el plano económico. “Las empresas construyen Iberoamérica”, afirma en entrevista con este diario por videoconferencia.

En la última Cumbre Iberoamericana, celebrada en Andorra en plena pandemia, la foto de familia se redujo a ocho personalidades y solo dos eran jefes de Estado latinoamericanos. El fondo, montañas cubiertas de neblina, no llamaba al optimismo. Vilanova, que además de presidir CEAPI es la fundadora de la empresa de comunicación Atrevia, cree que la idea de Iberoamérica sí vive en los negocios. “La política se está dividiendo en bloques. Las empresas no”, dice. CEAPI, de la que forman parte 190 líderes empresariales, acaba de organizar su quinto congreso en República Dominicana.

España se mantiene como segundo mayor inversor en la región después de EE UU, con un promedio anual de 12.000 millones de dólares, aunque China y otros países europeos han apretado el paso. “España no puede bajar la guardia. Iberoamérica va a tener una importancia cada vez más estratégica”, señala Vilanova, en referencia a las importaciones de materias primas y de alimentos.

Por otro lado, las relaciones empresariales entre ambos lados del Atlántico han cambiado. Antes, España salía de compras en América Latina. Ahora, es al revés. La inversión latinoamericana en España ha crecido un 92% en la última década, según un informe del Gobierno español. Las constructoras españolas OHL y FCC, controladas por los mexicanos hermanos Amodio y Carlos Slim, respectivamente, son un buen ejemplo.

Vilanova cree que la inversión latinoamericana en España continuará creciendo. “Siempre se empieza normalmente con los países más cercanos, pero esta dinámica se extiende y ha sido muy interesante el desembarco de las empresas de América. No invierten en España para quedarse allí, sino que la utilizan como plataforma de globalización”, asegura. “Crecer en Iberoamérica es lo que te da el impulso. España tiene buenas marcas para, a partir de ahí, ir al mundo”.

Mientras las empresas latinoamericanas voltean hacia España, en Latinoamérica algunas de las multinacionales españolas que lideraron el desembarco hace décadas, se enfrentan ahora al desgaste de su imagen. En Perú, Repsol está envuelta en polémica después de que un buque vertiera en enero 11.900 barriles de crudo cuando estaba descargando en una refinería de la multinacional. En México, Iberdrola acaba de ser multada por el Gobierno con unos 466 millones de dólares al considerar que violó la ley del sector, un castigo que está siendo litigado en los tribunales. “México ya no es tierra de conquista”, ha dicho en varias ocasiones el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

Pese a estos problemas, Vilanova cree que las empresas españolas han aprendido desde su llegada hace varias décadas. “Hace 40 años, las cosas eran diferentes. Conozco casos en que quitaron a algún directivo que a lo mejor no era la persona que más entendía la cultura, pero a partir de ahí se ha ido mejorando”, dice. “Ahora hay mucho más conocimiento que antes. México no encontrará un país que lo conozca, valore y respete como España. Los empresarios mexicanos lo saben; son muy conscientes de que se les recibe con los brazos abiertos”.

Además, el perfil de las empresas españolas ha cambiado, señala Vilanova. “Muchas de las compañías que empezaron la internacionalización eran utilities y daban un servicio que se consideraba público, como electricidad o telefonía. Yo creo que eso pudo crear un conflicto que hoy no existe porque puedes elegir, por ejemplo, qué compañía de teléfono contratas”, dice. En cualquier caso, la empresaria quita importancia a la nacionalidad de las compañías: “Cada vez existe menos la empresa española o la mexicana. Somos ya empresas multi iberoamericanas”.

Sobre la relación con los Gobiernos, Núria Vilanova menciona una “inquietud” empresarial con el giro de la región hacia la izquierda, ejemplificado por la elección del líder progresista Gustavo Petro como próximo presidente de Colombia. “Va a ser clave la composición de los Gabinetes, que haya gente que entienda cómo las compañías pueden ser las mejores aliados de la transformación social. Los Gobiernos pueden ser de izquierdas o de derechas; lo que es clave es que entiendan el mundo empresarial y sepan crear vínculos de diálogo y de confianza.”, asegura. “Para que un empresario invierta en un país necesita creer en él, ver que va a haber seguridad jurídica”.

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