Ricardo Cadena, el pastor inesperado
El nuevo entrenador de las Chivas ha logrado tres victorias en tres partidos y la impensada clasificación a la liguilla
Las Chivas Rayadas del Guadalajara son el equipo más popular de su ciudad y, acaso, del país entero. Su línea de jugar solo con elementos nacionales es un símbolo de tozuda (los entusiastas dirán que orgullosa) mexicanidad en una liga dominada en general, y desde hace décadas, por estrellas y entrenadores extranjeros. Pero no corren los mejores tiempos para las Chivas. Desde que ganaron el título de liga y copa en el ya lejano Torneo de Clausura 2017 y el de la Concachampions en 2018, solo han encadenado fracasos. Y, peor aún, con un nivel de juego más bien lamentable. Esto ha sido aprovechado por su rival más tradicional, el Atlas, que consiguió en la más reciente temporada ganar el campeonato por vez primera en 70 años. Vaya escenario el que viven los aficionados del equipo al que los locutores de antaño llamaban el Rebaño Sagrado: les ha tocado mirar cómo el protagonismo y la victoria pasaron a su némesis de toda la vida.
Como es lógico esperar, el desfile de directores técnicos en el club ha sido continuo. Seis han pasado por el banquillo en apenas cuatro años. Demasiados para un equipo que aspire a lo máximo o, por lo menos, a luchar de buena manera en las finales. El más reciente despido fue el de Marcelo Michel Leaño, directivo de formación y relacionado por pasado y sangre con el equipo de los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, al que la afición no quiso desde su aparición, porque nunca obtuvo resultados ni siquiera medianos. La presión social y mediática y una casi segura eliminación en el presente torneo firmaron su sentencia. Y entonces, hace tres semanas, apareció un interino que no estaba en el radar de las mayorías, pues muchos seguidores siguen esperando el regreso del añorado Matías Almeyda, el entrenador argentino de los más recientes éxitos del equipo. Ese actor imprevisto es Ricardo Cadena. Y Cadena, sin que nadie lo esperara, llegó y rescató, al menos de momento, el barco. Tres victorias en tres partidos y la impensada clasificación a la liguilla han sido sus rápidos logros. El orden de sus hombres en la cancha y el buen juego, ausentes por meses infinitos en las Chivas, también lo han acompañado.
Cadena (1969), es nativo de Guadalajara y proviene de las fuerzas básicas del club. Fue jugador rojiblanco entre 1989 y 1993, antes de pasar al León, donde echó raíces hasta el año 2000. En sus últimos años como profesional vistió los colores de la Piedad, Jaguares de Chiapas, Dorados de Sinaloa, Lagartos de Tabasco y Gallos Caliente, antecesor de loa Xolos de Tijuana. Era un jugador de esfuerzo, defensor de garantías, aunque nunca demasiado brillante en el terreno. Alcanzó a ser llamado a la Selección Olímpica mexicana en Barcelona 92 (jugó en los tres empates con que se volvió a casa aquel conjunto), pero solo vistió la camiseta de la Selección Mayor en un amistoso contra Costa Rica en 1993, y aunque formó parte del plantel que conquistó la Copa Oro de ese año, nunca saltó al campo.
No solo fue un peregrino como futbolista. También sumó un amplio kilometraje en sus pininos como director técnico. Fue auxiliar en Petroleros de Salamanca y luego en Dorados, Irapuato, Curtidores, Necaxa y Correcaminos, equipo con el que hizo su debut como entrenador principal en 2015. Chivas lo hizo volver a casa en 2019 para hacerse cargo de la escuadra Sub-17, con la que Cadena consiguió su primer triunfo en un torneo. Pasó al Sub-20 y luego, como auxiliar, al primer equipo. Y allí debió agarrar el timón hace unos días. Hasta ahora, con fortuna.
Quienes lo conocen atribuyen a su seriedad y u buen manejo de vestidor, amén de sus virtudes como estratega, la resurrección aparente de un equipo que no daba una. ¿Hasta dónde llegarán Cadena y sus Chivas? La liguilla y, en ella, partidos de mucha mayor exigencia de los que ha disputado hasta ahora darán esa respuesta.
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