Inocentes palomitas
Este maldito 2020 ha sido tan pródigo en noticias absurdas y asombrosas que cualquier chacota imaginaria quedará menguada en comparación con la realidad
Hace algunos años se puso de moda que los periódicos mexicanos jugaran, cada 28 de diciembre, con la credulidad y la buena fe de sus lectores. Así, el Día de los Inocentes, las portadas de numerosos diarios se llenaban con toda clase de noticias falsas pero verosímiles o, cuando menos, graciosas. Recuerdo algunas de esas que, como lector, llegué a creerme, aunque fuera por unos segundos: el hipotético arresto del expresidente Carlos Salinas de Gortari, el fantasioso fichaje de Hugo Sánchez por las Chivas del Guadalajara, la supuesta aparición de un libro de memorias “galantes” del Subcomandante Marcos...
Años más tarde, y ya como jefe de redacción de un par de medios, me tocó elaborar esa clase particular de portadas. No lo hice por gusto: asumir que un periódico publicara mentiras (así fueran “blancas” y a modo de broma) nunca fue un asunto que me simpatizara. Pero era la tradición (y una orden de la superioridad) y tocaba hacerlo. Al menos, me quedaba el consuelo de que todos aquellos ejemplares llevaban una portada de verdad (porque la del Día de los Inocentes era solo una contra puesta del revés) y, además, una nota explicativa que solía comenzar con aquello de: “Inocente palomita que te dejaste engañar…”.
Imagino que algunos periódicos seguirán proponiéndoles aún ese juego a sus lectores cada 28 de diciembre. Pero me parece que, dado que el mundo entero se ha llenado de fake news, tomaduras de pelo, farsas promovidas por los poderes políticos y económicos, y mentiras “´piadosas” o “convenientes” de la legión de militantes camuflados bajo el disfraz de periodistas, lo de las notas de guasa del Día de los Inocentes ya se quedó más bien obsoleto y hasta fuera de lugar.
De hecho, me temo que, a estas alturas del partido, cualquier portadista con la misión de maquinar unos cuantos encabezados falsos y divertidos que engañen y entretengan un rato a su audiencia estará metido en un buen problema. Porque, veamos: ¿qué titular delirante, imposible o exótico va a inventarse que no haya aparecido ya, o esté en serio riesgo de necesitarse mañana mismo? Este maldito 2020 ha sido tan pródigo en noticias absurdas y asombrosas que cualquier chacota imaginaria quedará menguada en comparación con la realidad.
“El Presidente de Estados Unidos no reconoce su derrota en las elecciones y se niega a dejar el cargo”. Díganme si no parece un chiste. Y, sin embargo, es exactamente lo que ha hecho Donald Trump, un político de comportamiento tan taimado y vil que supera cualquier intento de parodiarlo. Y, desde luego, algo todavía más escabroso, como: “Una pandemia probablemente causada por comer pangolines (o murciélagos) mata a millones y obliga a la Humanidad a aislarse”. Esto, que parecería ciencia ficción de muy mala calidad, es ni más ni menos el hecho que marcará por siempre este año.
Entonces… ¿Qué inocentada van a hacernos, si una robusta mayoría de las noticias de hoy día parecen las invenciones de un alucinado y, peor aún, si muchos de los hechos improbables a los que aún podríamos recurrir para alimentar la confusión en una portada de 28 de diciembre serían crueldades terribles? Por ejemplo: “Promueve el presidente uso del cubrebocas”. “Población mexicana respeta medidas de aislamiento e higiene”. “Llegan al fin medicamentos para niños con cáncer y se garantiza su abasto”. “Oposición se deshace de cartuchos quemados y comienza a hacer propuestas”. “Investiga fiscal autónomo a Pío y Felipa”. En vez de movernos a la risa, leer esto nos llevaría a la melancolía o nos haría hervir el buche de rabia. Y, muy justificadamente, a aventar el periódico al bote de la basura.
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