“La atmósfera es una maldita chimenea”

Los bomberos combaten el fuego frente a vientos cambiantes, temperaturas extremas y falta de humedad

Los bomberos forestales tratan el 12 de julio de combatir el fuego declarado en Las Hurdes, en la provincia de Cáceres.- (EFE/Ministerio de Defensa)

Un joven bombero forestal se aparta el sudor de la frente mientras examina un mapa de los puntos activos del incendio en Las Hurdes, entre las provincias de Cáceres y Salamanca. La cosa no pinta bien: la ola de calor dificulta el control de las llamas debido a la falta de humedad, el viento cambiante y las temperaturas extremas. El resto de incendios que siguen activos presentan las mismas condiciones desfavorables, lo que ha provocado una devastación sin precedentes. ...

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Un joven bombero forestal se aparta el sudor de la frente mientras examina un mapa de los puntos activos del incendio en Las Hurdes, entre las provincias de Cáceres y Salamanca. La cosa no pinta bien: la ola de calor dificulta el control de las llamas debido a la falta de humedad, el viento cambiante y las temperaturas extremas. El resto de incendios que siguen activos presentan las mismas condiciones desfavorables, lo que ha provocado una devastación sin precedentes. Desde enero se han quemado casi 200.000 hectáreas, una cifra casi 10 veces superior a la media histórica para el mismo periodo, según el Sistema de Información de Incendios Forestales Europeos (EFFIS, por sus siglas en inglés).

En el Puesto Avanzado de Mando instalado en Vegas de Coria, un pequeño pueblo cercano al incendio, el bombero levanta la cabeza del mapa y se queja de que su trabajo a veces se queda en nada. “Nos pasamos la noche haciendo cortafuegos de cuatro metros de ancho, pero con el calor del día las llamas llegan tan alto que se lo saltan y siguen quemando terreno”, dice mientras se protege bajo una carpa de plástico de los 39 grados que hace a las cinco de la tarde. Y añade: “Encima es que por la noche ya ni refresca”.

Ferran Dalmau, ingeniero forestal y director de Medi XXI, una empresa consultora de ingeniería ambiental, asegura que, aunque “el cambio climático no es la causa de incendios forestales, sí agrava las condiciones en las que se producen y desarrollan”. “La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma”, recuerda Dalmau, quien añade que la acción del ser humano ha liberado mucha energía en forma de combustibles fósiles que antes estaba enterrada. Ahora, esa energía liberada a la atmósfera contribuye a provocar mayores inundaciones, tormentas eléctricas masivas o peores incendios.

El incendio de las Hurdes que comenzó el 10 de julio estuvo precedido por una tormenta seca cargada de rayos. Uno de ellos cayó en el monte, iniciando el fuego que ha calcinado ya más de 12.000 hectáreas. Los de Losacio y la Sierra de la Culebra, que en total han arrasado unas 60.000 hectáreas en la provincia de Zamora, comenzaron de la misma forma.

A la sombra de un árbol está sentada una brigada helitransportada de la Junta de Extremadura. José Francisco Baños, uno de los cinco bomberos que componen el equipo, se siente frustrado por la dificultad añadida que ahora tiene su trabajo. “El suelo tiene mucho combustible [matorrales, pequeñas ramas secas, hojas secas, etc.], los montes no se gestionan y eso, unido al calor, hace que la atmósfera se convierta en una maldita chimenea, y no se puede hacer nada”, asegura este bombero forestal de 48 años.

Los bomberos forestales de una brigada helitransportada ubicada al sur de Extremadura se marchan de Corias de Vega, donde estaba ubicado el centro de operaciones para luchar contra el fuego de Las Hurdes. El pasado 13 de julio se declaró un incendio más cerca de su zona de influencia y tuvieron que cambiar de ubicación.EDP
El bombero José Francisco Baños y sus compañeros de una brigada helitransportada de la Junta de Extremadura descansan a la sombra de un árbol en Vegas de Coria (Cáceres), el pasado 13 de julio.EDP
Dos hombres observan el incendio en el mirador de la Peña de Francia mientras uno de ellos recuerda el fuego que arrasó la zona hace cuarenta años.EDP
Unos bomberos forestales de la Junta de Extremadura se preparan el 13 de julio para las labores de extinción cerca de Casares de las Hurdes, en la zona limítrofe entre las provincias de Salamanca y Cáceres.ROBERTO PALOMO
Habitantes de Robledo, el último pueblo antes de llegar al Mirador de las Carrascas, al que no se podía acceder el pasado 13 de julio por el incendio. Los vecinos miran el fuego perplejos. Algunos hasta bromean. “Harta estoy del móvil, todo el rato me están llamando mis hijos para ver si estoy bien. ¡No me dejen en paz!”, decía entre risas una de las mujeres. Cuando empezó a oler a humo, otra de las vecinas se asustó y sacó la mascarilla. “Me ha dicho el médico que me la ponga, que el humo es muy malo y yo tengo la salud muy delicada”, decía preocupada.EDP
El rey Felipe VI mantiene el pasado 18 de julio una conversación con un grupo de personas mayores que habían sido desalojadas de sus viviendas de manera preventiva por el incendio en Las Hurdes. Fueron desplazados hasta Azabal, en Cáceres.Casa Real (Casa Real/EFE)
Jesica Marques, psicóloga del servicio de emergencias 112, da apoyo psicológico a vecinos de las Hurdes que han sido trasladados a un albergue de la localidad salmantina de Ciudad Rodrigo por el incendio que comenzó en Ladrillar el 10 de julio.ROBERTO PALOMO
María Jesús, su marido y su hijo pequeño, el pasado 13 de julio en una parada de camino a la Peña de Francia, mirador desde el que se podía ver la línea de avance del incendio. El humo tapaba el sol convirtiéndolo en una enorme bola roja. La familia es de Nava de Francia, un pueblo cercano, que no ha sido afectado por las llamas.EDP
Una avioneta suelta su carga de agua sobre las llamas del incendio en Las Hurdes, que ha obligado a desalojar de sus casas a más de 300 personas.ROBERTO PALOMO
Las nubes de humo del incendio de Las Hurdes tapaban el sol, que adquiría un tono rojo intenso en la carretera que llevaba hasta la Peña de Francia. Desde allí se podía observar el avance de las llamas, ante la estupefacción de los que se paraban a mirar.EDP
Iván Domínguez pertenece al grupo de Agentes de Medioambiente de Castilla y León. Su trabajo consiste en abrir camino con la excavadora para abrir cortafuegos. Aquí está el día 13 en el incendio de Las Hurdes.ROBERTO PALOMO

Manuel, pseudónimo que utilizan todos los bomberos de Castilla y León que forman parte de la organización de protesta Bomberos en Lucha, discute la versión de la historia que le da tanta importancia al cambio climático como explicación de las llamas. “El problema gordo no es que vengan cuarenta grados, es la gestión forestal tan deficiente que tenemos”, asegura. Él lo vive en sus propias carnes cada verano, como bombero de una empresa subcontratada por la Junta. “En Castilla y León se confía en el buen hacer de la gente y en la suerte, sobre todo en la suerte. Aquí los incendios se apagan rezando para que llueva, o ese por lo menos es el modelo que hemos tenido hasta ahora”, sentencia.

Aunque la falta de recursos y la mala gestión es parte importante del problema, el aumento de la temperatura del planeta también contribuye. “Hay una relación entre el cambio climático y los incendios que pasa por el creciente riesgo de que se produzcan más incendios por tormentas eléctricas”, continúa Dalmau. “Pero la causa más importante de incendios sigue siendo el ser humano”. El 80% de los incendios en España son provocados y sólo el 5% se deben a tormentas eléctricas, según el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco). Además, la capacidad de extinción de los bomberos forestales en España es muy alta: apagan el 99,7% de los incendios antes de que superen las 500 hectáreas de extensión.

¿Entonces este año es una excepción? “Lo cierto es que todo lo que se queme este año ya no se podrá quemar en los siguientes. Pero, efectivamente, esto se puede convertir en la nueva normalidad. Según los datos que tenemos, ese escenario es cada vez más probable”, afirma Dalmau. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha advertido que las olas de calor como la que está sufriendo Europa, con temperaturas récord en Reino Unido, “serán normales e incluso más fuertes” en los próximos años.

Bajo el árbol, Baños y sus compañeros recogen sus bolsas de papel y se disponen a marcharse. Se ha declarado un incendio cerca de su zona. “Antes, en la profesión se decía que había cinco años de calor y cinco de frío”, dice mientras se prepara para subirse al helicóptero con el que van de fuego en fuego. “Ahora parece que los años de calor no terminan nunca”.

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