Cómo elegir las actividades veraniegas de tus hijos mientras trabajas
¿Dónde llevar a los niños durante sus largas vacaciones? Es la gran pregunta que se repiten la mayoría de padres todos los años. Lejos de que sea una decisión aislada de la opinión del menor, conviene tener en cuenta sus gustos y su edad, para valorar si está preparado para ir de campamento y dormir fuera de casa
Uno de los momentos del año más complicados para lograr la conciliación familiar es el verano. Estamos en una de las épocas vacacionales más largas para los niños y durante gran parte de ese tiempo los padres trabajan. Los campamentos de verano urbanos o en la naturaleza, tanto a tiempo parcial como completo (día y noche), pueden ser la solución para compaginar la agenda de los progenitores y sus hijos durante la época estival. No obstante, esta no tiene por qué ser una opción válida para todos. Dependerá de factores como el carácter del menor, sus gustos o circunstancias personales.
“Para algunos niños, el tener que dormir fuera de casa provoca que la ansiedad aumente exponencialmente, cuando son más pequeños optar por campamentos urbanos puede conseguir que disfruten de las actividades mientras siguen estando en casa”, explica Ana Gómez, psicóloga general sanitaria especializada en terapia cognitivo-conductual en población infantojuvenil. Gómez también recomienda valorar y seleccionar las actividades que se ajusten mejor a la personalidad del menor, teniendo en cuenta varios factores: “Sus intereses y hobbies, como que al niño le guste la naturaleza, los deportes o las manualidades, o su grado de dependencia, ya que algunos pueden disfrutar de estar lejos de casa y otros sentirse más inseguros”.
Otra cuestión a tener en cuenta a la hora de seleccionar el lugar donde estará el niño en verano mientras sus padres trabajan son sus experiencias previas: “Si ya ha disfrutado de actividades similares antes le será más llevadero, porque las primeras veces pueden ser abrumadoras para los niños si no se encuentran preparados”, advierte la psicóloga. También puede haber una fórmula mixta. “Se trata de que se pueda combinar el cuidado con familiares y en centros externos durante unas horas al día que tengan actividades específicas para los niños en verano. De esta forma, se les proporciona una variedad y seguridad en un entorno conocido y cercano”, matiza la especialista.
La edad de un menor ofrece también pistas sobre el tipo de campamento o actividad estival que más se adapta a sus necesidades: “No es lo mismo un niño de entre cuatro y seis años, que tiene más unión con la familia y necesita pasar más tiempo con ella, que uno que tiene 12 años o más y es más independiente”, sostiene Belén Robles, socia fundadora del centro de psicología e inteligencia emocional Escuela Afectiva, situado en Madrid. Además de los años que tiene el menor, también influye su personalidad. “Hay niños a los que les cuesta más socializar con grupos nuevos de gente e ir a un campamento les puede gustar menos”, agrega Robles. Esta experta también destaca la importancia de respetar las preferencias de los niños: “Se trata de conseguir que sea para ellos un tiempo de ocio divertido, por lo que hay que seleccionar temáticas que les atraigan, como el deporte u otras actividades más creativas, según su gusto”.
Tipos de campamentos de verano
Existen diversas alternativas de actividades estivales para los menores durante las vacaciones. Los campamentos pueden ser urbanos o residenciales. “Los primeros se realizan en la ciudad, como en los colegios, y tienen actividades diurnas que permiten regresar a los niños a dormir a casa. En cuanto a los segundos, se realizan fuera de la ciudad durante varios días en que se hacen diversas actividades, que suelen ser en la naturaleza”, describe Gómez. Pero, ¿qué aporta la asistencia a un campamento de verano para un niño? “Le permite interactuar con sus iguales para que desarrolle habilidades sociales y de comunicación, además de favorecer su independencia y autonomía, como aprender a lavar su ropa o ayudar con el cuidado de animales”, destaca la experta.
Los campamentos que incluyen pernocta y se realizan en la naturaleza pueden ser una elección recomendable. “Se rompe la rutina diaria del niño durante el curso, que lo considera como unas vacaciones, y se pueden crear vínculos de amistad nuevos. También resulta positiva la sensación de libertad, con actividades como dormir en tiendas de campaña, que pueden resultar experiencias enriquecedoras”, asegura Susana Ogea, maestra de Educación Infantil y Primaria, y profesora en la Unidad de Formación e Inserción Laboral UFIL Sierra Palomeras.
Pero Ogea advierte que también hay excepciones en que estas actividades pueden no resultar satisfactorias para los niños: “Cuando son tímidos o están en un momento de baja autoestima. Por eso es importante conocer a los hijos y sus necesidades; para saber si están preparados para ir o no es su momento”. “La elección del campamento es una cuestión que requiere sentarse con el menor para ver si prefiere montaña o playa, ir con alguien conocido o solo, las fechas, el lugar, preparar todas las cosas que va a necesitar o crearle la emoción y las ganas de ir con entusiasmo”, añade la maestra.
Otras opciones para el ocio veraniego de los niños mientras los padres siguen trabajando son los centros deportivos o culturales. “En los primeros, se ofrecen actividades físicas, como natación o fútbol, y en el segundo caso se trata de talleres de arte, música, teatro o danza, que fomentan la expresión creativa”, añade Gómez.
Además, muchos colegios ofrecen programas de verano que incluyen diversas actividades.“Recreativas, como juegos, talleres educativos que incluyen el refuerzo escolar, además de tener horarios flexibles adaptados a las necesidades de los padres que trabajan”, menciona la experta. Uno de los aspectos claves a la hora de elegir el campamento de un colegio es que tenga un ambiente diferente al del resto del año. “Conviene que haya un cambio de rutinas; con actividades distintas; divertidas y en un entorno agradable para que los niños no lo vivan como si fuera más tiempo en el colegio tras acabar el curso”, retoma Robles. “Tener mayor libertad, tiempo para disfrutar de momentos al aire libre, una rutina más flexible y pasar más tiempo en familia es lo que los niños necesitan tras el curso escolar para descansar y desconectar de las obligaciones del colegio”, destaca Robles. Aunque para ella la mejor opción es combinar tiempo en familia con otras actividades externas, y también destaca la alternativa de que los menores se queden al cuidado de los familiares y los amigos: “Compartir la responsabilidad de ocuparse de los niños es una solución práctica y económica, que facilita y fortalece los lazos afectivos con el entorno cercano del niño”.
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