Mi hijo no se quiere ir de vacaciones con mi expareja: ¿qué hago?

Aunque esté estipulado en el convenio regulador, algunos niños se niegan a irse en verano con uno de sus progenitores, y eso puede acarrear problemas. La receta de los expertos es siempre escuchar, calmar y normalizar

Un niño se muestra resignado.Hill Creek Pictures (Getty Images)

Las ansiadas vacaciones están a la vuelta de la esquina y María Pérez, de 38 años, que tiene la custodia de sus dos hijos con su exmarido, Juan Bermúdez (también de 38), debe entregarle a los niños para que pasen el período estival estipulado por convenio: 15 días. Sin embargo, uno de ellos, de ocho años, se niega. No quiere pasar tantos días con su padre. No es que no lo quiera, pero no se siente cómodo estando dos semanas fuera del que considera que es su hogar, en este caso, el materno. Este es tan solo un ejemplo real, pero se pueden dar otras circunstancias en las que los pequeños se nieg...

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Las ansiadas vacaciones están a la vuelta de la esquina y María Pérez, de 38 años, que tiene la custodia de sus dos hijos con su exmarido, Juan Bermúdez (también de 38), debe entregarle a los niños para que pasen el período estival estipulado por convenio: 15 días. Sin embargo, uno de ellos, de ocho años, se niega. No quiere pasar tantos días con su padre. No es que no lo quiera, pero no se siente cómodo estando dos semanas fuera del que considera que es su hogar, en este caso, el materno. Este es tan solo un ejemplo real, pero se pueden dar otras circunstancias en las que los pequeños se nieguen a pasar el verano con uno de los progenitores. ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo se puede atajar el problema? ¿Qué dice la ley?

Juan Nieto, psicólogo y director del Instituto Europeo de Psicología Positiva, explica cómo se puede proceder ante una situación tan incómoda tanto para mayores como para pequeños. Es una circunstancia, explica, “que se aborda mejor si se es capaz de desplegar ciertas habilidades de inteligencia emocional”. Y propone el siguiente orden:

  1. Escuchar las demandas de los niños sin juzgarlas: esto significa un espacio seguro y de confianza donde estos perciban que no serán penalizados por decir lo que sienten o lo que piensan (siempre que sea con respeto hacia las demás personas).
  2. Facilitar su expresión emocional, animarles a que cuenten cómo se sienten sin atosigarles.
  3. Empatizar con ellos. Un ejemplo puede ser: “Sé que ahora no te apetece mucho pasar tantos días con papá/con mamá, yo también te voy a echar mucho de menos”.
  4. Ayudarles a entender la situación y motivarles con los planes que les gusta hacer en la casa del otro progenitor o sobre actividades que van a hacer en ese tiempo de vacaciones: “Ya sabes que papá/mamá también te quiere mucho y quiere pasar tiempo contigo. Nosotros estamos muchos días juntos y las vacaciones se pasan muy rápido. Además, vas a poder ir a la playa, con lo que te gusta jugar en las olas…”.
  5. Mostrarse disponibles, ofreciéndoles la oportunidad de hablar por teléfono o por videoconferencia siempre que quieran.

Me dice que su padre (o madre) no le trata bien. ¿Debo creerlo?

Es importante mantener la calma, explica Juan Nieto, y “no reaccionar sin tener más información”. “De la forma más natural posible, intentaremos que nos cuenten con más detalle algunas situaciones o motivos por los que piensa que en la casa del otro progenitor no le tratan bien, para poder valorar con la mayor información posible cómo gestionar la situación”, detalla este experto.

Si la relación entre ambos progenitores es buena, el psicólogo hace una sugerencia: “Le comunicaremos a nuestro hijo que vamos a hablar con la otra persona para ver qué podemos hacer para que esté bien. En la conversación, le trasladaremos a la expareja cómo resolvemos las situaciones que nos ha planteado el menor y las normas que tenemos en casa, para que conozca esta información y pueda utilizarla, si lo considera oportuno”.

Por último, se le hará saber al niño que es “importante decirle a la otra parte cómo se siente, ya que si no lo hace es posible que esta no sepa que está mal por la situación de irse con ella unos días”, incide Nieto. De esa manera, se facilita que todos los miembros de la familia sepan las necesidades del menor y se pueda hacer cambios si es necesario: “Se trata de entrenar a nuestros hijos para que sean capaces de expresarse y poner límites de manera asertiva y eficaz, sin ponerles el peso de ser ellos quienes entrenen a sus progenitores en cómo atenderles”.

¿Qué hacer si en medio de las vacaciones me llama llorando diciendo que me echa mucho de menos y que lo vaya a buscar?

Es relevante, según explica, que los niños y niñas sientan firmeza a la hora de entender que no se puede adelantar la vuelta de las vacaciones, pero intentando, en la conversación, que estos se sientan escuchados, comprendidos y tranquilos. Para ello, las herramientas que se pueden aplicar son tres: “Escuchar, calmar y normalizar”. Un ejemplo de lo que se puede decir, según expone el experto, es el siguiente: “Ya sabes que no puedo ir a buscarte, yo también te echo mucho de menos y tengo muchas ganas de verte, pero nos vamos a ver pronto y tienes que intentar disfrutar de los días de vacaciones que te quedan”. Seguidamente, se puede cambiar de tema preguntándoles sobre qué cosas divertidas han hecho durante estos días, “reforzando efusivamente esas actividades”.

¿Qué dice la ley en estos casos?

Una cosa es lo que la psicología y el sentido común digan y otra muy diferente es saber qué dice la ley. Felipe Mateo Bueno, abogado de familia, reconoce que “no es lo mismo estar en buenos términos con una expareja que estar a malas, de ahí que no sea válido el mismo consejo para todos”. De la misma opinión es su colega, la letrada de familia Delia Rodríguez, que considera que “en primer lugar, sería necesario conocer si las medidas paternofiliales están regladas mediante un convenio regulador o sentencia que especifique cómo actuar a la hora de repartir los periodos vacacionales”. En el caso de que así fuera, habría que ajustarse a lo estipulado en la resolución judicial, según informa la abogada, “estando muy pendientes de cumplir los plazos de preaviso, cuando toque comunicar el periodo, para no perder el derecho de elección por años alternos, por ejemplo”.

“Si el periodo que nos ha tocado —o el que nos ha dejado por descarte el otro progenitor— no nos viene bien, no tenemos más opciones que, con mucha mano izquierda, pedir al otro que nos cambie todo o parte de los días para poder estar con los hijos en común”, subraya Rodríguez. Por tanto, mientras que la otra parte no esté dispuesta a flexibilizar lo recogido en el convenio, “no tiene la obligación de hacerlo, siendo muy importante el mantener una buena relación con la expareja, ya que los hijos unen para siempre”, incide.

En estos casos, y según explican ambos expertos, el abogado no tiene mucha capacidad de movimiento, teniendo en cuenta lo que se ha mencionado anteriormente, si bien, y si resultara suficientemente fundamentado, se podría interponer una demanda de modificación de medidas: “En esta demanda se tendrían que demostrar que existen motivos lo suficientemente contundentes como para que se modifique el convenio regulador existente o la sentencia dictada por el juez. Por ejemplo, si queremos conseguir que la alternancia de vacaciones coincida con la de los hijos fruto de otro matrimonio o relación afectiva, a fin de que los hermanos estén siempre juntos”, sostiene Bueno.

Pero por encima de todo, termina Bueno, “lo fundamental es intentar poner todos los medios para que se aplique el sentido común y se vele por los intereses de los menores, defendiendo siempre lo que mejor les convenga a ellos”.

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