Cómo afecta el fin de la mascarilla a la socialización de los niños y qué pueden hacer sus padres

Durante la pandemia, se ha limitado mucho el poder interactuar con desconocidos, por lo que no se han entrenado las habilidades sociales lo necesario. Esto les genera una mayor inseguridad, según los expertos

Dos niños asisten a clase, en el primer día sin mascarilla en las aulas en el CEIP Mario Benedetti de Madrid.J.J.Guillen (EFE)

La pandemia, como una lupa, nos sirvió para ver de cerca el lugar que los niños y niñas ocupan en nuestra sociedad. Fueron los últimos en salir, y también fueron los últimos en poder recuperar su propia normalidad en muchos casos. ¿Quién no recuerda los parques cerrados mientras las terrazas de los bares estaban abarrotadas? ...

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La pandemia, como una lupa, nos sirvió para ver de cerca el lugar que los niños y niñas ocupan en nuestra sociedad. Fueron los últimos en salir, y también fueron los últimos en poder recuperar su propia normalidad en muchos casos. ¿Quién no recuerda los parques cerrados mientras las terrazas de los bares estaban abarrotadas? Su salud física y mental se ha visto perjudicada en estos años, sobre todo como consecuencia de la incertidumbre, el abuso de pantallas y el aún mayor control sobre su tiempo y su espacio. Esto se ha manifestado en un aumento de las consultas por sintomatología ansiosa y depresiva, como bien han denunciado en numerosas ocasiones desde la Asociación Española de Pediatría.

El uso de la mascarilla también ha copado su espacio en el malestar infantojuvenil. Niños y adolescentes que no tenían problema alguno para socializar y ahora encuentran dificultades. “Es un daño colateral que estamos viendo ahora que pueden quitárselas. La mascarilla ha formado parte de nuestro día a día, a los niños y adolescentes le hemos dado directrices de qué debían llevar la mascarilla y hemos sido insistentes en ello. Ahora las normas han cambiado y se tienen que enfrentar al miedo de mostrar su cara despejada cuando hay alguien cerca, algo a lo que no estaban acostumbrados”, señala Sonia Martínez Lomas, psicóloga y directora de los centros Crece Bien.

Pablo tiene ocho años y sigue relacionándose solo con su antiguo grupo burbuja. Ana está en 1º de Primaria y dice que tiene miedo a estar en el patio con los mayores de nuevo por si “se meten” con ellos. Carlos ha empezado el instituto este curso y sigue usando la mascarilla tanto en el aula como fuera. Laura, que tiene 10 años, sigue guardando cierta distancia con las personas que no conoce. Muchos niños y niñas no recuerdan el mundo sin mascarillas. De hecho, han pasado una gran parte de su vida con ellas. Esto, según la psicóloga, se traduce en un miedo a este cambio, a esta nueva normalidad, pero también en el rechazo a una situación diferente. A algunos les preocupa contagiarse, pero a otros mostrar su cara en público. “No están acostumbrados, han integrado las mascarillas en su día a día, y tenemos que entenderlo. Además, en el caso de niños y adolescentes que tenían algún complejo, la mascarilla les daba seguridad, les ocultaba. Sin embargo, con la nueva normalidad, ahora tienen que mostrar sus complejos y superar el miedo al qué dirán”, señala. En el caso de los adolescentes, el miedo puede ser aún mayor porque pueden tener cambios corporales más visibles que no quieran mostrar a sus compañeros y compañeras. Es por esto que, según Sonia Martínez Lomas, ese miedo a revelar su rostro puede llevarles a relacionarse con pocas personas o siempre con los mismos. “Se ha limitado mucho este tiempo el poder interactuar con desconocidos, por lo que no se han entrenado las habilidades sociales lo necesario. Esto además les ha dejado una percepción de ser poco eficaces relacionándose, lo que les genera una mayor inseguridad”, sostiene.

¿Qué impacto va a tener esto en sus relaciones? ¿Cómo va a desarrollarse en los próximos meses? Responde Sonia Martínez Lomas que es de esperar que con acompañamiento en los casos necesarios se vaya recuperando las maneras de relacionarse que ya existían previamente a la pandemia. “Me gusta transmitir siempre una idea a los chavales y chavalas: usemos todo lo que ocurre para avanzar. Que ya no utilicemos la mascarilla con la misma frecuencia es un paso importante para volver a la normalidad, pero es que también va a suponer una oportunidad para superar nuestros complejos y nuestros miedos. Hemos pasado un tiempo duro, pero poco a poco hemos ido superando la pandemia y esta nos ha enseñado muchas cosas como, por ejemplo, estrategias para superar la incertidumbre que nos rodeaba, centrándonos en el presente, en lo que podemos controlar. Ahora que estamos cerca de la “normalidad” es fundamental no olvidar lo aprendido y poner en práctica las herramientas que tenemos para que esta vuelta sea lo más beneficiosa posible”, explica Martínez Lomas.

¿Qué pueden hacer las familias y docentes?

Para empezar, Sonia Martínez Lomas, aboga por explicar a los niños y adolescentes esta nueva situación. “Puede que muchos no entiendan a qué se debe este cambio de normas, y es importante explicarles el porqué de la situación, adaptando el lenguaje a la edad del niño. Por ejemplo, le podemos decir que gracias a las vacunas hemos conseguido que ya sea muy difícil contagiarnos y gracias ello, y a lo bien que lo hemos hecho todo este tiempo, vamos a poder estar sin mascarilla en el colegio. Darles seguridad a través de la comprensión de lo que les rodea”.

En la práctica, añade que si les causa estrés salir a la calle y ver a las personas sin mascarilla, podemos recordarles técnicas de relajación. “La respiración nos puede ayudar a llevar mejor este cambio”, dice. Si sienten que no pueden controlar que aparezcan pensamientos negativos acerca de cómo les ven los demás, si podemos recordarles que pueden entrenar la atención para que no se vaya a esos pensamientos sino a otros estímulos que nos hagan sentir mejor.

La psicóloga también pone el foco en la escucha activa, algo aplicable no solo en este momento sino como eje central de nuestras relaciones: “Debemos escuchar qué sienten nuestros hijos y alumnos. Darles la oportunidad de que nos cuenten lo que les pasa, lo que les preocupa, sin minusvalorar lo que sienten. Es recomendable evitar frases del tipo: “No seas tonto, no tiene que sentir vergüenza por enseñar tu cara” o “No debes tener miedo”. Muchos niños y adolescentes necesitarán enfrentarse a este cambio poco a poco, con paciencia y empatía”.

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