Lolita Bosh, activista contra el acoso escolar: “Eso que llamamos ‘bullying’ no sabemos qué es y usamos la palabra para alarmar a las familias”
La filósofa y creadora de proyectos contra la violencia publica un nuevo libro en el que propone herramientas que implican a padres, madres, educadores y adolescentes para prevenir y combatir el acoso escolar
Lolita Bosh (55 años, Barcelona) sufrió bullying durante más de tres años. El acoso comenzó cuando apenas había cumplido los 14, en una ciudad nueva y un instituto en el que no conocía a nadie. Llegó allí con la ilusión y las ganas de quien ansía descubrir lo que le deparará un nuevo comienzo, pero pronto se dio cuenta de que el camino no sería como deseaba. Lo pasó mal, y la experiencia la llevó a un largo proceso de superación, pero también a marcarse una meta vital: trabajar ayudando a otros. Hace casi 15 años que creó el colectivo de literatura contra la violencia Campus Lolita y, en 2025 ha lanzado el proyecto Stopbullying.help, desde el que lleva a cabo programas con adolescentes de todo el mundo para que, a través de la formación y la concienciación, se conviertan en agentes de cambio del bullying.
Su currículo la define como doctora en Filosofía, educadora y activista. Es también madre de una chica de 15 años y una escritora prolífica: ha publicado casi un centenar de libros, entre los que se cuentan ensayos, libros infantiles y juveniles y novelas. Su obra ha sido traducida a seis idiomas —polaco, alemán, inglés, gallego, valenciano y euskera—y ha recibido varios galardones como el Premi Octavi Pellissa en 2010, entre otros. Su nuevo libro, Stop al bullying (Diana, 2025), es una guía dirigida a familias, educadores y adolescentes, con recursos prácticos para prevenir el acoso escolar, así como herramientas para poder abordarlo de forma eficaz si, como un monstruo en mitad de la noche, aparece en el centro escolar. Considera que la adolescencia es una oportunidad tanto para los adolescentes como para quienes les rodean. “No es una maldición ni una tortura, sino la vida en estado puro”, escribe al inicio del libro.
PREGUNTA. Durante mucho tiempo la respuesta general era la de minimizar el acoso escolar o la de ignorarlo. Hoy se habla más de ello, hay más información, pero ¿cree que la sociedad es realmente consciente de su gravedad?
RESPUESTA. Creo que sí, que somos hiperconscientes de su gravedad, lo que indica que no sabemos en realidad qué está pasando. Las familias están asustadas y las niñas, niños y jóvenes hartos de hablar siempre de lo mismo. Pero eso que llamamos bullying, en realidad, no sabemos qué es a ciencia cierta y usamos la palabra para alarmar a las familias o para cansarnos del tema. No pienso que tengamos más información sino más alarma. Lo único que calma la violencia es entenderla. Y bullying es una manera de referirse a cierta violencia intraescolar.
P. Si tuviera que elegir una sola palabra, ¿cuál usaría para definir la esencia del bullying y sus consecuencias?
R. Rabia.
P. ¿Sostiene que pensar que existe un motivo para sufrir acoso es legitimar la violencia?
R. Sí, porque parece que quien comete un acto de violencia tiene un motivo consciente. Y no es así. La violencia es un lenguaje que necesitamos aprender a leer. Y si empezamos en la escuela, muchísimo mejor. De otro modo podemos pensar que el mundo está dividido entre buenas y malas personas; y eso sería fascismo. Como leí una vez: “No juzgues, todo el mundo está tratando de curarse algo íntimo”.
P. ¿Por qué una persona elige a otra con la que ensañarse?
R. Depende de cada persona y depende del tipo de saña que infrinja. Pero, en general, los y las acosadoras hacen algo muy parecido a lo que hacen ciertos políticos: “Mira lo que podemos juzgar del otro para que no me juzgues a mí”. Y todos tenemos algo por lo que podemos ser juzgados, y no siempre es malo. Yo he visto a adolescentes que sufren bullying porque las consideran “demasiado guapas”. No lo parece, pero lo sufren igual. Y encima nos cuesta más entenderlas.
P. ¿Prefiere usar el término de víctima a otras denominaciones en el caso de personas que han sufrido este tipo de violencia?
R. No. Elijo llamarme víctima a mí misma, pero entiendo perfectamente las otras opciones. De hecho, esta es una de las libertades que debemos asumir: decir cómo nos sentimos y qué hemos sacado de lo vivido y cómo queremos nombrarlo. Es algo que hacemos en el centro literario que dirijo, y que llamo “El relato sanador”. Es muy interesante ver lo que hace la gente que ha sufrido con el remanente que deja el dolor, cómo transformarlo y dejar que drene.
P. Cuando las familias le preguntan sobre cómo elegir una escuela para evitar el bullying usted siempre les recomienda que no pregunten en el centro si hay acoso escolar, sino cómo lo evitan y afrontan. ¿Es imposible escapar?
R. Escapar es un verbo muy contundente. Pero es difícil encontrar una escuela en la que no haya acoso escolar. Yo nunca he visto ninguna. Sería como buscar un país en el que no se cometa ningún tipo de violencia. No existe. Las familias solemos estar preocupadas por si le hacen bullying a nuestras hijas e hijos, pero proporcionalmente hay más gente que lo hace que gente que lo padece.
P. Los adolescentes se enfrentan con un acoso que tiene aún más canales de expansión: las redes sociales, los vídeos, los grupos de mensajería… ¿Es más difícil que nunca poder soportar este tipo de violencia?
R. No, porque también es más fácil que nunca encontrar recursos. Nosotras invitamos a que entren a Stopbullying.help, una web que hemos hecho de herramientas, protocolos y maneras de hablar con las escuelas y con las otras familias. Pero también podrán encontrar un recorrido virtual, casi narrativo, para que hagan los menores —está dividido en tres franjas, de 5 a7 años, de 8 a 11 y de 12 a 15—. Es importante que mientras los mayores tratan de resolver la situación, los estudiantes tengan la posibilidad de crecer mejor. Y yo lo recomiendo no solo para víctimas de bullying, sino para menores de edad y adolescentes en general. En los cursos online, los estudiantes tienen un aula virtual en la que deben tomar decisiones, lo que les permite aprender a enfrentarse a lo que no quieren oír.
P. ¿Están cansados los adolescentes de que les hablen del bullying?
R. Están cansados del bullying, pero este problema no se limita solo a eso. Existen una serie de problemas, como el racismo, la xenofobia y la violencia, que debemos erradicar. La mejor manera de hacerlo es a través de la concienciación y la prevención. Sabemos cómo hacerlo.
P. ¿Cuánto tiempo puede sufrir una persona acoso antes de que su entorno note que algo ocurre?
R. Depende de la persona. Hay gente que empieza a vomitar a los tres meses y gente que no dice nada en 60 años. A mí la víctima de más edad que me ha escrito para contarme el bullying que sufrió en la escuela tenía 92 años, y se lo hicieron en el Cotolengo, un centro franquista para menores de edad. Es importante que los menores sepan que son importantes. Que los necesitamos. Y que tenemos la obligación de darles las herramientas para que aprendan a ser quienes son.
P. ¿Qué necesita un niño o adolescente que está sufriendo bullying?
R. Hablar a su manera. Y tenemos que darle los recursos para que lo haga. No solo si lo padece, también si esa persona está acosando a alguien más.