Cinco consejos para trabajar la paciencia con los hijos
Mantener la calma es una herramienta fundamental en la educación: aporta perspectiva cuando las cosas no salen como se espera, contribuye a que se tomen mejores decisiones y es imprescindible para conseguir una buena convivencia y conexión familiar
Si existe una responsabilidad difícil de desempeñar adecuadamente por las familias esa es la de educar. Ser padre o madre es el único oficio del mundo en el que primero te otorgan el título y luego cursas la carrera. Una larga carrera de fondo repleta de baches, tropiezos y cientos de cosas por aprender a medida que un hijo va creciendo. Las primeras largas noches en vela po...
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Si existe una responsabilidad difícil de desempeñar adecuadamente por las familias esa es la de educar. Ser padre o madre es el único oficio del mundo en el que primero te otorgan el título y luego cursas la carrera. Una larga carrera de fondo repleta de baches, tropiezos y cientos de cosas por aprender a medida que un hijo va creciendo. Las primeras largas noches en vela porque el bebé llora, las temibles rabietas en medio de un supermercado, tener que repetir continuamente que cumplan con sus responsabilidades, sean ordenados o respeten los límites acordados son situaciones que provocan que los padres pierdan la paciencia con sus hijos. Escenarios que disminuyen el tiempo de descanso, aumentan la irritabilidad y crean mucho malestar.
El estrés propio de cada día mina la energía de las familias y favorece una mala gestión de estas situaciones problemáticas. Momentos en los que la adrenalina se dispara, la ira secuestra a la calma y se acaba gritando, dando un portazo o diciendo cosas de las que pocos minutos después el adulto se arrepiente. Instantes en los que los hogares se llenan de tensión y mal humor. La paciencia es la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. La facultad de saber esperar, ser tolerante y capaz de autocontrolar de forma saludable las propias emociones, evitando la explosión de impulsos que pueden dañar a los demás y a uno mismo. Una habilidad que se consigue con mucha práctica y constancia.
La paciencia es una herramienta fundamental en la educación, aporta calma y perspectiva cuando las cosas no salen como uno esperaba. Contribuye a que se tomen mejores decisiones y es imprescindible para conseguir que se establezca una buena conexión entre padres e hijos basada en el respeto y en la empatía. Para tejer una relación positiva, plena y saludable que facilite la buena convivencia. Además, para el niño es una fuente de calma, estabilidad y validación emocional necesaria para crecer feliz.
Perder los nervios constantemente frente a los hijos puede llegar a ser muy perjudicial para ellos. Un hogar en el que los adultos acompañen desde la impaciencia y el descontrol emocional será un lugar donde el menor sienta mucho desconcierto, que no le aceptan tal y como es y no le dan oportunidades para aprender sin juzgar sus tropiezos y errores. Cuando un niño percibe que el adulto no tiene paciencia con él, se siente inseguro e incomprendido y tiende más a realizar comportamientos inadecuados.
Claves para recargar los depósitos de paciencia a la hora de educar
- Ser consciente que la paciencia requiere de una práctica diaria, que no se puede dejar de entrenar. Reconocer las propias emociones y aprender a gestionarlas correctamente será clave para no perder los nervios cuando en casa las cosas se compliquen. Tomar el tiempo necesario para volver a la calma antes de responder a las situaciones difíciles posibilitará no actuar bajo el influjo de los impulsos que llevan a alzar la voz, poner consecuencias sin sentido o hablar desde la rabia.
- Tomar nota de los momentos, razones o circunstancias que disparan el enfado en casa y provocan que se pierda la paciencia será clave para mejorar la convivencia. Ajustar correctamente las expectativas hacia el niño, ofrecerle el tiempo que necesita para aprender sin que se sienta atosigado y flexibilizar horarios será clave para conseguirlo.
- Aceptar que ningún padre es perfecto, que tiene derecho a equivocarse y que existen situaciones en las que resulta muy complicado mantener la calma. Cuando un padre o madre busca la perfección a la hora de educar a sus hijos siente mucha culpa, estrés y es incapaz de ser coherente entre lo que dice y hace.
- Cuidarse para poder cuidar con serenidad, buscando espacios donde los progenitores puedan dedicar tiempo al autocuidado y recargar los depósitos de paciencia. Tener estos espacios permitirá al adulto educar con más serenidad y reflexión. Trabajar el estrés a través de la respiración y practicar la atención plena es una buena forma de fortalecer la paciencia y reducir el estrés que genera la mochila de las responsabilidades.
- Consensuar en casa normas y límites claros que faciliten la convivencia. Repartir de forma equitativa las tareas del hogar será clave para disminuir las situaciones conflictivas.
La paciencia es la mejor compañera de viaje a la hora de educar. Un niño que siente que sus adultos de referencia tienen paciencia con él no tendrá miedo a equivocarse, a probar cosas nuevas, a establecer relaciones y pedir ayuda cuando lo necesite. Sentirá que sus progenitores le corrigen sin agredirle, que vive en un espacio positivo y enriquecedor. Como decía el comediógrafo romano Plauto: “La paciencia es el mejor remedio para todos los problemas”.
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