Dos claves para que un niño sea feliz: entrenar la fuerza de voluntad y la perseverancia

Un menor que desarrolle su capacidad de esfuerzo crecerá construyendo un buen autoconcepto de sí mismo y será capaz de superar los baches que se le presenten

Criar a un niño en el esfuerzo y la perseverancia debería convertirse en el eje vertebrador de su educación.Victor Dyomin (Getty Images)

Vivimos en una sociedad en la que parece que conseguir cualquier cosa es una tarea fácil. Donde todo parece asequible y un solo clic acerca a las personas a casi todo lo que desean. Donde se busca la recompensa inmediata y se habla poco del error,...

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Vivimos en una sociedad en la que parece que conseguir cualquier cosa es una tarea fácil. Donde todo parece asequible y un solo clic acerca a las personas a casi todo lo que desean. Donde se busca la recompensa inmediata y se habla poco del error, la frustración o el esfuerzo. Un éxito malentendido que lleva a pensar que las cosas se consiguen sin poner el alma en ello y que los golpes de suerte determinan lo que uno es capaz o no de lograr. Para las familias, criar a un niño en el esfuerzo y la perseverancia debería convertirse en el eje vertebrador de su educación. Enseñarle que el éxito que puede conseguir en la vida no va a depender de la capacidad que tenga para acumular contenidos o procedimientos, sino que este triunfo llegará en función de la capacidad que tenga para trabajar duro y no bajar los brazos cuando las cosas se compliquen en su camino.

La fuerza de voluntad es la capacidad de centrar nuestra atención y esfuerzo en algo para conseguir una meta. El hábito que permite a una persona seguir adelante con perseverancia cuando las cosas se complican, cuando un tropiezo o un mal resultado le deja a uno con la motivación por los suelos. Una fuerza que le acerca a aquello que desea, que ensordece las excusas y le da el poder de conseguir aquello que no tiene gracias a su trabajo. La perseverancia regala estabilidad y resistencia ante los contratiempos, confianza en uno mismo y también en los demás y grandes dosis de autoestima.

Desde bien pequeño un niño debe aprender a esforzarse para lograr lo que desea porque a lo largo de su vida deberá enfrentarse a numerosas situaciones incómodas y complicadas que le harán dudar de sus capacidades. Un niño que integra en su día a día la perseverancia y el valor de la voluntad crecerá construyendo un buen autoconcepto de sí mismo y será capaz de superar los baches que vaya encontrando en su camino. Pedirá ayuda cuando lo necesite sin sentir vergüenza y entenderá que el error es parte imprescindible en su proceso de aprendizaje.

Por el contrario, un niño que no desarrolle su perseverancia y capacidad de esfuerzo mostrará muchas dificultades para tolerar la frustración y entender que el error es parte imprescindible del aprendizaje. Tenderá a echar la culpa a los demás de sus errores y a depender de sus adultos de referencia para conseguir lo que desea. Será un niño inseguro con poca iniciativa personal.

Enseñar a un niño a conseguir aquello que desea gracias a la dedicación y la paciencia le convertirá en una persona valiente y autónoma que tenga ganas de explorar su entorno con libertad y sin miedo; de tomar sus propias decisiones y hacerse responsable de sus elecciones. Si los progenitores acomodan la vida de su hijo y lo sobreprotegen para evitar que se frustre o sienta decepción únicamente conseguirán que no pueda adquirir las habilidades necesarias para poder hacer frente a sus dificultades con tenacidad y confianza. Le convertirán en un niño inseguro e incapaz de hacer frente a sus problemas.

Claves para educar a un niño en la perseverancia y el esfuerzo:

  1. Ayudar al niño a marcarse pequeños retos diarios que sean asequibles, a comprometerse con él mismo sin dudar de su valía y trabajo. También hay que ayudarle a trazar el mapa planificando cada uno de los pasos que deberá dar para conseguir lo que se proponga, siendo consciente que, a lo largo de su vida, va a encontrar muchos baches que deberá sortear.
  2. Conseguir que entienda y acepte que el error va a estar presente en su camino y que eso no es algo negativo. Ser compasivo con sus propios tropiezos y aprender de ellos le permitirá adquirir los aprendizajes que necesita para ir avanzando poco a poco en sus proyectos.
  3. Enseñar al niño a ser paciente y entender que muchas de las cosas que desea se consiguen después de mucho trabajo y ensayo. Debe aprender a posponer la recompensa para cuando se haya cumplido con los compromisos y a no depender del azar o la fortuna, sino del trabajo y el empeño. Se le debe enseñar a entender el triunfo como la capacidad de disfrutar de lo cotidiano, de ser agradecido por todo lo bueno que le pasa.
  4. Demostrarle a diario con el ejemplo, las palabras de aliento y muestras de afecto que se está a su lado para apoyarle de forma incondicional sin juzgar sus errores. Ayudándole a gestionar y expresar correctamente las emociones, a dominar la impaciencia y la indecisión, a vencer el mal humor cuando las cosas se tuercen.

La constancia y la fuerza de voluntad son el cimiento en la construcción de los sueños que anhelamos. Un niño que sea capaz de esforzarse y trabajar por conseguir aquello que le ilusiona y desea cultivará la determinación, la curiosidad y el optimismo. Apostando por el compromiso sin postergar o excusarse en la mala suerte ni culpar a los demás de sus propios tropiezos. Como decía el físico alemán Albert Einstein: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: y esa es la voluntad”.

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