Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a marcarse nuevos propósitos para este 2022

Como padres debemos animar a nuestros hijos a que elaboren una lista realista de cosas que les gustaría conseguir y por las cuales se comprometen a esforzarse

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Iniciamos un nuevo año condicionados por un virus que lleva demasiados meses provocando que vivamos a expensas de su comportamiento y transmisión. Una pandemia mundial que hace ya mucho tiempo cambió nuestra forma de entender la vida, de relacionarnos, de mostrar nuestro afecto o de trabajar.

Desde su aparición, el desconcierto, el miedo al contagio o la preocupación por posibles confinamientos marcan nuestras actividades y relaciones. ...

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Iniciamos un nuevo año condicionados por un virus que lleva demasiados meses provocando que vivamos a expensas de su comportamiento y transmisión. Una pandemia mundial que hace ya mucho tiempo cambió nuestra forma de entender la vida, de relacionarnos, de mostrar nuestro afecto o de trabajar.

Desde su aparición, el desconcierto, el miedo al contagio o la preocupación por posibles confinamientos marcan nuestras actividades y relaciones. Una crisis sanitaria que nos ha hecho replantearnos muchos aspectos de nuestra vida, reflexionar sobre aquello que es realmente importante y nos ha demostrado la necesidad de aprender a vivir en el aquí y el ahora.

Sin duda, una de las lecciones más relevantes que nos ha regalado este 2021 es darnos cuenta de lo frágil que es nuestra existencia, que las postergas no son buenas compañeras de viaje y que no existe mejor regalo que el poder sentir el calor de los nuestros.

Las fiestas navideñas son días propicios para evaluar todo lo conseguido en los últimos meses y para escribir propósitos nuevos. Unos propósitos que nos acerquen a aquello que realmente nos haga felices y nos den motivos para trabajar a diario para conseguirlos.

A menudo el día 1 de enero lo dedicamos a elaborar largas listas de objetivos que queremos conseguir los próximos 365 días: dejar de fumar, perder peso, ahorrar dinero, buscar un trabajo mejor, pasar más tiempo con la familia o aprender algo nuevo. Todos ellos suelen ocupar el ranking de los deseos. Propósitos que a menudo olvidamos a los pocos días de haberlos escrito cuando nos damos cuenta de que conseguirlos no va a ser fácil.

Existen dos tipos de personas; las que deciden sentarse a esperar que la vida les sorprenda y las que optan por llenar sus días de adrenalina y retos. Los primeros se convierten en simples espectadores de sus propias historias, expertos en buscar excusas para no intentarlo. Los segundos no esperan que llegue el momento perfecto para dar el primer paso aunque estén muertos de miedo porque creen en la magia de la actitud.

Los propósitos son esas locuras que aparecen en nuestra mente justo antes de quedarnos dormidos, esas razones que nos hacen poner los sueños en práctica. Deseos que inyectan emoción a nuestros días y hacen de la vida algo mucho más emocionante.

Objetivos que nos regalan motivos para seguir caminando, nos comprometen con lo que sentimos, nos revelan que al final somos lo que nos atrevemos a intentar. Que nos demuestran que somos mucho más capaces de lo que imaginamos, que los sueños no se cumplen sino que se entrenan a diario.

Desafíos que nos transforman, nos descubren o recuerdan nuestros talentos y fortalezas, nos regalan aliados que alientan nuestra locura. Propósitos que nos enseñan a mirar la vida desafiándola, nos hacen más agradecidos, nos empujan a abandonar los deberías, a atrevernos a asumir riesgos.

Objetivos que nos enseñan a fallar aprendiendo, a disfrutar de los pequeños logros, a superar inseguridades y complejos. Que nos transforman por dentro, nos ayudan a sobresalir de nuestros fantasmas y desarrollan nuestra valentía, coraje y honradez.

Sin duda, una de las cosas más importantes que debemos enseñar a nuestros hijos e hijas es a marcarse propósitos para este nuevo año. Animarles a que elaboren una lista realista de cosas que les gustaría conseguir y por las cuales se comprometen a esforzarse.

Propósitos que les ayuden a adquirir hábitos que les faciliten el camino, que desarrollen su disciplina y voluntad. Que refuercen la confianza en ellos mismos, potencien la autoestima y la resilencia. Que les enseñen el valor del error como parte imprescindible del aprendizaje, la importancia de tomar buenas decisiones y la necesidad de rodearse de personas que les ayuden a conseguirlos.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a marcarse objetivos?

  • 1. Convirtiéndonos en el mejor modelo que puedan tener compartiendo con ellos nuestros propios propósitos. Mostrándonos perseverantes ante nuestros retos y eliminando las quejas de nuestro lenguaje. Educándoles desde el ejemplo con nuestra actitud ante la vida contagiándoles nuestra energía, optimismo, voluntad diaria por conseguir lo que deseamos.
  • 2. Ayudándoles a definir sus propósitos asegurándonos que son concretos y realistas, concretando con ellos los pasos necesarios que deberán realizar para lograr sus metas. Desarrollando estrategias que les ayuden a comprometerse y a superar los obstáculos que se irán encontrando en el camino.
  • 3. Enseñándoles a visualizar el proceso y no el resultado para que sean capaces de focalizar toda la atención en los pasos necesarios para lograr el objetivo. Explicándoles que las dificultades y los fracasos se convierten en grandes oportunidades para aprender. Enseñándoles a comprometerse con sus sueños, especialmente cuando las cosas se compliquen.
  • 4. Explicándoles que la procrastinación no es un buen compañero de viaje. Ayudándoles a gestionar las emociones correctamente, a dominar la indecisión y paciencia, el mar humor o la tristeza cuando las cosas se tuercen. Potenciándoles la autonomía, la toma de decisiones y el autoconocimiento.
  • 5. Demostrándoles a diario nuestro amor incondicional y confianza. Ofreciéndoles nuestro afecto, valorándoles todo aquello que consiguen, empoderándoles con palabras que alienten y regalándoles el tiempo que necesitan para aprender.
  • 6. Explicándoles que la perseverancia es la virtud por la cual las otras virtudes dan su fruto, donde la práctica diaria se convierte en el mejor de los maestros.
  • 7. Enseñándoles a estar orgullosos de su esfuerzo, de sus logros diarios, de todo aquello que consiguen. A elegir los mejores aliados para recorrer el camino, personas que les hagan mejores, que remen en la misma dirección y les alienten a seguir adelante.

Jim Rohn decía: “El gran desafío es llegar a ser todo lo que tienes posibilidad de ser”. Animemos a nuestros hijos a perseguir cada uno de sus sueños.

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