Cómo ayudar a un niño a transitar el divorcio de sus padres de manera efectiva y no traumática
A pesar de que una separación puede convertirse en la mejor solución familiar, siempre supone una fuente de estrés emocional para el menor, al que hay que ayudar a canalizar sus sentimientos
Muchas veces un divorcio termina con uniones poco saludables e infelices. Lo que en un principio puede parecer algo negativo, dañino e, incluso, muy triste, sobre todo cuando hay niños de por medio, al final puede convertirse en la mejor solución para una familia. “Todos los menores padecen ansiedad ante la separación de sus padres, y la manera de afrontar esta nueva situación va a depender de su personalidad, la edad y las condiciones y circunstancia en concreto del proceso de divorcio”, cuenta Miguel Ángel Rizaldos, psicólogo experto en terapia infantil y autor de varios libros de psicología de familia como Guía para papás y mamás en apuros (Vital Editores, 2019). Cristina García de Ribera, pediatra y miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEPED), está de acuerdo en que una separación siempre supone una fuente de estrés emocional: “Suele conllevar desequilibrios en los miembros de la familia, acompañados de consecuencias en la vida de los hijos a nivel económico, académico, social y psicoemocional. Sin embargo, si se afronta de manera amistosa, los factores de desregulación pueden disminuir y los ajustes pueden ser buenos para todos los miembros”.
Según Rizaldos, todo proceso de separación tiene consecuencias en los hijos: “En casi todos los casos, las primeras reacciones suelen ser de conmoción, tristeza, frustración, preocupación y enfado”. “Pero también algunos menores pueden salir de un proceso de divorcio reforzados y preparados para afrontar el estrés en el futuro, convirtiéndose en personas más tolerantes y flexibles”, añade. Según comenta este experto, no todos los niños actúan y reaccionan igual y de forma inmediata a la separación de sus padres: “Lo conveniente es hacerle saber a tu hijo que se hablará del tema cuando esté preparado, ya que algunos menores actúan como si no pasara nada, otros intentan complacer en exceso a sus progenitores o puede darse que intenten inhibir los sentimientos negativos y digan que no están tristes ni enfadados”.
También hay casos en los que los menores empiezan a comportarse mal o empeora su rendimiento académico. “Cuando un niño experimenta un conflicto, esto le genera ansiedad y disonancia cognitiva, lo que a menudo hace que se alinee con uno de sus padres en lugar del otro para aliviar su malestar, o recurra a salidas externas y poco saludables para expresar sus sentimientos”, explica García de Ribera.
Maneras de ayudar a un hijo a afrontar el divorcio
Existen algunas fórmulas que pueden ayudar a un menor a transitar de manera efectiva y no traumática un proceso de separación. Para la pediatra y psiquiatra infantojuvenil Lefa Sarane Eddy, lo primero es acompañarlos y ayudarles a que reconozcan y acepten la separación como algo real, algo además de lo que no son culpables ni responsables. “Deben aceptar que uno de los dos progenitores no va a estar tan presente, y renunciar a que piensen que van a volver a ser una familia unida, pero sí que seguirán por separado proporcionando la protección y los cuidados necesarios sin necesidad de elegir entre ellos”, explica la también miembro de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la AEP.
Además, esta experta recalca como algo fundamental que se debe ayudar a canalizar y superar cualquier sentimiento de resentimiento, culpa o reproche hacia cualquiera de sus progenitores. “Lo importante es hacerles entender que son sentimientos normales y que van a estar acompañándolos para ayudarles a superarlo”, sostiene Sarane. “Suele ser común en muchos casos que haya una mudanza. Cambiar de colegio, barrio e, incluso, de ciudad puede ser un motivo de conflicto. Ante todo, no deben tenerse expectativas muy altas de que las nuevas relaciones de sus hijos van a compensar otras pérdidas. Hay que hacerles ver que hasta entonces sus padres compartieron con ellos todos los momentos buenos fruto del amor y que, aunque ya no estén juntos, seguirán amando a sus hijos”.
Por último, García de Ribera matiza que no se debe en ningún caso mezclar o implicar a los niños en los problemas de los padres. “Los hijos no pueden nunca hacer de intermediarios, los niños no son propiedad de nadie ni tienen dueño, sino que tienen sentimientos que deben ser atendidos”. Desde el Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría existe un manual de ayuda —descargable en su página web— a disposición de todos los padres que requieran una guía o consejos para gestionar una separación amigable. “Al final, en un proceso de divorcio los menores son los más perjudicados y vulnerables, por lo que se debe evitar tomar decisiones apresuradas, impulsivas, inmaduras o absurdas por orgullo u otros motivos”, resume García de Ribera.
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