Cómo hablar con los niños de la invasión de Rusia a Ucrania
Los expertos coinciden en que hay que evitar que los menores vean imágenes sobre la guerra de forma reiterada, pero no hay que esconderles lo que está ocurriendo
Si nos hubieran contado en diciembre de 2019 que el mundo iba a dar tal giro de 180 grados, les hubiéramos escuchado atónitos. Dos años después, hemos atravesado una pandemia, aún no acabada; la tormenta Filomena; el volcán de la Palma y, ahora, el ataque militar que Rusia perpetra contra Ucrania. Todos estos acontecimientos hacen que sea muy difícil evitar la preocupación y la incertidumbre, y los niños no viven ajenos a ello. Padres y madres tuvimos primero que explicar a nuestros hijos cómo un virus invisible infectaba y mataba a las personas, y que por eso debían protegerse; dos años en lo...
Si nos hubieran contado en diciembre de 2019 que el mundo iba a dar tal giro de 180 grados, les hubiéramos escuchado atónitos. Dos años después, hemos atravesado una pandemia, aún no acabada; la tormenta Filomena; el volcán de la Palma y, ahora, el ataque militar que Rusia perpetra contra Ucrania. Todos estos acontecimientos hacen que sea muy difícil evitar la preocupación y la incertidumbre, y los niños no viven ajenos a ello. Padres y madres tuvimos primero que explicar a nuestros hijos cómo un virus invisible infectaba y mataba a las personas, y que por eso debían protegerse; dos años en los que los niños han mostrado una entereza inusual, cumpliendo a rajatabla las medidas de protección. Ahora, en marzo de 2022, tenemos que explicarles por qué Rusia invade Ucrania, por qué salen todo el día explosiones en la tele, o por qué sus padres se muestran preocupados a la hora de la cena. Hablamos con varios expertos que nos dan algunos consejos útiles para tratar este delicado tema con los más pequeños de la casa.
“Los niños no viven al margen de esta invasión, y menos ahora cuando tanto el tema principal en las conversaciones de padres y profesores, como en los medios de comunicación, es la invasión a Ucrania. Lo más importante para abordar este asunto con los más pequeños de la casa es no mentirles, ya que, aunque pueda parecer que no se enteran de algunas cosas, es muy probable que si no lo escuchan de nosotros lo escuchen de otros”, reitera Josselyn Sevilla, psicóloga por la Universidad Autónoma de Madrid y colegiada, ha participado en varios proyectos en distintos colegios -intervención sobre estrés- y en la actualidad ocupa una beca de investigación en el Ayuntamiento de Madrid sobre la soledad.
“Debemos contarles los hechos adaptando el lenguaje a su edad y nivel de comprensión, omitiendo determinados detalles que pueden serles impactantes, como la peligrosidad, las muertes y el sufrimiento de los refugiados”, prosigue. Esta experta incide en que el punto clave es decirles la verdad, “ya que si se lo cuentan compañeros suyos van a dudar y tendrán miedo, y esto puede tener consecuencias mucho más negativas que si nosotros les contamos la verdad de una manera adaptada”.
¿Cómo se lo contamos?
“Primero debemos dejarles claro que es un conflicto que viene desde hace mucho tiempo y que, por lo tanto, no es algo que suceda con tanta imprevisibilidad. Es decir, es importante transmitirles que, en este caso, el peligro era algo que podía preverse, para que así no tengan una sensación de incertidumbre e indefensión”, añade Sevilla. A continuación, explica, comentaremos los hechos utilizando ejemplos que ellos hayan podido ver en alguna película, en dibujos animados o juegos de mesa: “Les explicamos que la violencia y las peleas nunca son la mejor forma de solucionar las cosas y que por eso hay otros países ayudando a Ucrania a defenderse. Podemos poner como ejemplo una discusión de casa por algún juguete entre hermanos y cómo otras personas ayudan a solucionar ese conflicto. Les transmitiremos así algo de seguridad y tranquilidad ante una situación tan negativa”. “Y, finalmente, podemos resolver sus dudas y dejar que nos pregunten. Los niños tienen mucha imaginación y pueden ampliar o modificar nuestro relato y necesitar respuestas”, prosigue Sevilla. Los pasos serían los siguientes:
- Narrarles los hechos adaptándolos a su edad.
- Transmitir que está ocurriendo lejos de casa.
- Explicar que hay países (entre ellos España) que están ayudando de muchas maneras a Ucrania.
- Comentarles que los presidentes de muchos países están hablando para buscar una solución.
- Ponerlo como ejemplo de que las peleas no son una buena manera de solucionar las cosas.
“Los niños más pequeños puede que no sean tan conscientes de los acontecimientos, puesto que su capacidad cognitiva de comprensión es más reducida que la de chavales más mayores. Sin embargo, esto no quiere decir que no reciban las emociones que observan de las personas de su alrededor”, sostiene Sevilla. Según explica la experta, algo muy común es que los más pequeños se pongan nerviosos al ver la preocupación de sus padres o hermanos: “Esta emoción es difícil de gestionar, por lo que no podrán organizar adecuadamente la explicación de esa preocupación y la posibilidad de solucionarla. A ellos también debemos explicarles lo que sucede, pero de manera muy general”, termina la experta.
Lidiar con la intensidad de las emociones
Javier Macías, pediatra y miembro de la Asociación Española de Pediatría (AEP), asegura que en estos dos años de pandemia ha visto a muchos peques en su consulta con estrés y trastorno de ansiedad: “Sobre todo me ha resultado muy llamativo el aumento de tics simples”, cefaleas y trastornos del sueño. “También hemos tenido casos de peques con miedos y fobias”, añade. Y este conflicto bélico también les puede afectar y aumentar los casos de niños que padecen estrés: “Los adultos somos capaces de filtrar las imágenes truculentas, pero a los pequeños les cuesta más. Por eso, lo más aconsejable es no sobreexponer a los chavales a este tipo de fotos”.
“Hay emociones que son normales cuando ocurre un acontecimiento como una guerra”, continúa. “Es normal que nos sintamos tristes, que tengamos un poco de miedo y estemos angustiados. Son emociones adaptativas siempre y cuando no afecten a nuestro día a día”. El problema llega cuando lo que sentimos y el cómo lo vivimos afecta a nuestra vida. “Los padres deben estar atentos a cambios de comportamientos de su hijo: si lloran o se enfadan más, y si dejan de hacer cosas que les gustan. Ahí a lo mejor hay un problema y habría que acudir a consulta”, sostiene este pediatra. “Somos espejos de nuestros hijos y siempre hay que hablarles desde la verdad y contarles las cosas con calma”, concluye Macías.
“Los niños más pequeños son capaces de percibir que los mayores estamos preocupados y tensos por lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Conectan con nuestras emociones de miedo, tristeza y preocupación. Si complementamos cómo nos sentimos con frases que pongan en palabras nuestras emociones y sentimientos, mejor: “Estoy preocupado por lo que está pasando en Ucrania” o “qué miedo deben estar sintiendo sus habitantes” son algunos ejemplos que ayudan a poner palabras a cómo nos sentimos”, añade Rafael Guerrero, psicólogo infantil y de adolescentes y doctor en Educación.
“Una buena explicación o narrativa debe contener los elementos imprescindibles como para que los niños entiendan qué está pasando en Ucrania y lo que está haciendo Rusia. Los cuentos y las historias tienen una introducción, nudo y desenlace. En esta ocasión no sabemos qué desenlace tendrá, pues estamos inmersos en pleno conflicto”, prosigue Guerrero. “La narrativa debe adaptarse a la edad del menor y debe tener en cuenta su personalidad y circunstancias. Por ejemplo, a los más pequeños se les puede decir que a veces los países o políticos se enfadan entre ellos, que quieren luchar por tener razón o más poder y por eso están en guerra”. Guerrero enuncia algunos puntos que podemos practicar con nuestros hijos para lidiar con sus emociones ante el conflicto bélico:
- Dejarles tiempo para que piensen en ello.
- Permitirles que puedan preguntar todo lo que quieran y necesiten.
- Legitimar y permitir todas las emociones que puedan sentir nuestros hijos.
- No mentirles sobre lo que está ocurriendo. Por ejemplo: “Es una película”.
- Tratar por todos los medios de que nuestros hijos se sientan seguros y protegidos por nosotros.
- Un acontecimiento estresante puede no convertirse en traumático si permitimos a nuestros hijos que hablen y piensen sobre ello. La situación que está viviendo Ucrania no es una excepción.
- Animarles a que expresen cómo se sienten dibujando, escribiendo o jugando con muñecos.
- Preguntarles cómo pueden ayudar a los niños y habitantes de Ucrania a estar algo mejor. Quizás aportando familiarmente dinero para ayudarles a través de alguna asociación u ONG, y los más mayores pueden escribir una carta simbólica dirigida a los niños de allá.
Cosas a tener en cuenta con los niños más mayores
Nacho Guadix es responsable de Educación de UNICEF e incide en la importancia de hablar con ellos sobre este conflicto: “No podemos mantenernos neutros ante el bombardeo de información. Es verdad que no hace falta que monopolice las conversaciones de las familias, algo que ya pasó con la pandemia; pero ellos, los niños, van a estar afectados por el tipo de información que les llega”. Los más mayores (hablamos de menores que pueden tener móvil, a partir de los 10 años y medio) “ya tienen acceso a las redes sociales y a una información de la que no somos tan conscientes, y la están consumiendo. Por eso, este es un buen momento para conocer qué contenidos están visitando y, si tienen dudas, estar muy abiertos a hablarlo con ellos y explicárselo, porque es muy fácil que puedan encontrarse con información falsa, sesgada o con información bienintencionada que tenga sobre ellos unas repercusiones negativas”, explica Guadix. “El cómo se maneje la información puede ayudar, por ejemplo, a que chicos ucranianos o rusos que viven en España (porque hay una gran comunidad) tengan una vida más fácil o más difícil”.
“Además, tenemos que conocer cómo se están sintiendo”, continúa Guadix. “Nosotros queremos hacer hincapié a esta parte que afecta a la salud mental y que viene tocada de una pandemia. Porque estos chicos ya están en cinturón negro de catástrofes”. En resumen, según el experto, los padres y madres deben estar atentos a qué información están viendo y cómo se están sintiendo.
“Además, una buena cosa es que les podemos implicar en actividades solidarias, haciendo algún gesto simbólico o acudiendo a un acto solidario”, añade. “Todo esto ayuda a que sientas que, a pequeña escala, tú también estás ayudando, que tu rol cambia y que eres un ciudadano activo, y así trabajar la empatía”. Luego está el caso de los chavales que tienen un familiar en Ucrania: “En estos casos, puede que necesiten ayuda profesional psicológica, y cuanto más temprano, mejor”.
¿Existe un protocolo en colegios para tratar temas como la invasión a Ucrania?
En los colegios no existe un protocolo para tratar temas con la invasión a Ucrania, “depende sobre todo de la sensibilidad y motivación de los docentes de poder abordarlo, de los centros”, señala Guadix. “Nosotros estamos intentando que eso ocurra, por lo menos en la red de colegios con las que colaboramos, estamos mandándoles mensajes y recursos en este sentido”, prosigue, “algunos muy inmediatos como saber si tienen alumnos de esas nacionalidades porque eso es lo primero, y también que deben hablarlo con el alumnado, esto es esencial. En esta situación, como ante cualquier otra de las desgracias que ocurren en el mundo, debemos saber cuál es nuestro papel y como podemos ser activos, y si, en este caso, nosotros intentamos que sean ciudadanos comprometidos con los derechos humanos, tienen que conocer cuáles son, por ejemplo”, concluye Guadix.
La labor pedagógica de hablar con los niños del conflicto
Paco Herrero Azorín, especialista educación social y pedagogía del cuidado, señala: "Los niños y las niñas forman parte de la ciudadanía y tienen derecho a tener claves que les ayuden a interpretar el momento máxime en un contexto en el que estamos siendo todos y todas bombardeadas por información y desinformación. También es importante que tengan la información que han de conocer para poder participar, y no sentirse marginados, de las múltiples conversaciones que se van a mantener a su alrededor". Una clave general sería contestar a todo lo que pregunten, sin dulcificar la información y a la vez sin abrumar con datos irrelevantes: "Yendo al meollo de asunto y sin obviar las cuestiones éticas y morales, abordando lo contradictorio que tiene que adultos, que en algunos casos se presentan como referentes en la infancia, estén haciendo la guerra, aprobando partidas presupuestarias de gasto militar o defendiendo a los ejércitos como la manera de resolver un conflicto".
Para Herrero, desde el punto de vista pedagógico el momento es muy interesante:
1. Por el interés que puede suscitar en algunos niños y niñas comprender lo que está pasando, y de ahí se puede dar un aprendizaje significativo de geografía, geopolítica, historia, economía, etc., "siempre en función de la curiosidad que expresen", incide.
2. Es una oportunidad de dialogar con el mundo adulto desde sus contradicciones. "Y asumir que la integridad moral de los adultos es solo impostura, y que nos peleamos tanto o más que ellas con consecuencias mucho más dañinas, y a partir de ahí promover un debate con la infancia más sincero y menos autoritario".
3. Y por último, ofrece la oportunidad de acompañamiento. "Posiblemente en sus preguntas no necesiten tanto información como presencia adulta, acompañamiento, sensación de incondicionalidad y certezas de que, pese al jaleo, su sistema familiar sigue en pie, por lo que independientemente de que en las conversaciones haya más o menos carga informativa, la parte afectiva y emocional ha de ser lo que quede y lo que sea más tenido en cuenta por madres, padres y docentes", concluye Herrero.
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