Por qué educar en inteligencia emocional y empatía es esencial para el día a día de la escuela
Ambas habilidades ayudan a prevenir el acoso escolar, el ciberacoso, las relaciones tóxicas y las situaciones de maltrato y abuso, entre otros. Ocho claves para trabajarlas en casa
La empatía es un elemento imprescindible para formar una sociedad adulta emocionalmente sana. Es prioritario afinar la habilidad de ponerse en la situación emocional de los otros. Míriam Campoy es maestra en Escola Polinyà y cuenta que la empatía es uno de los requisitos para adquirir inteligencia emocional (como así afirma el psicólogo Daniel Goleman) y es también una cualidad clave para desarrollar la inteligencia interpersonal (según la teoría de las inteligencias múltiples de ...
La empatía es un elemento imprescindible para formar una sociedad adulta emocionalmente sana. Es prioritario afinar la habilidad de ponerse en la situación emocional de los otros. Míriam Campoy es maestra en Escola Polinyà y cuenta que la empatía es uno de los requisitos para adquirir inteligencia emocional (como así afirma el psicólogo Daniel Goleman) y es también una cualidad clave para desarrollar la inteligencia interpersonal (según la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner). Para la maestra Elvira Perejón la empatía no es “cómo me sentiría yo si estuviera en tu misma situación, sino cómo me sentiría yo si fuese tú”. No significa pensar y sentir de acuerdo con el otro, sino comprender y entenderlo aunque nuestra opinión pueda ser contraria. Este lunes es el Día Internacional de la Educación.
Los niños y niñas entre los dos a los seis años se encuentran en una marcada etapa egocéntrica, en la cual tienen dificultad para mostrar empatía porque solo conocen su propia perspectiva. “Poco a poco van comprendiendo que lo que sienten ellos no es lo que sienten los demás y al final de esta etapa dan grandes pasos hacia la regulación emocional y la práctica de la empatía”, considera Míriam Campoy. “La empatía facilita nuestras habilidades sociales y la adaptación al entorno”, dice Campoy, quien afirma que esto nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás, ya que “nos ofrece la seguridad de comprender lo que pasa a nuestro alrededor y nos resulta de gran ayuda en la resolución de conflictos”.
Para Elvira Perejón, al fomentar la empatía les ayudaremos también a fortalecer su propio desarrollo personal, facilitando la evolución positiva de su autoestima y autoconcepto: “Favorece la capacidad de escucha, atención, mejora la resiliencia, la sororidad y la resolución de conflictos”. Perejón afirma que la neurociencia ha revelado que cuanto más empática es una persona, menor violencia usará para solucionar dificultades: “Por tanto, nos ayudará a prevenir el acoso escolar, el ciberacoso, las relaciones tóxicas y las situaciones de maltrato y abuso”.
Para educar en el respeto, considera Perjón, debemos tener en cuenta que los más pequeños aprenden a través de las neuronas espejo. “Estas células motoras se encuentran en la corteza premotora y en el lóbulo parietal inferior de nuestro cerebro, estas son las que nos permiten aprender a través de la imitación”. Son, por tanto, las responsables de que imitemos algunas conductas de otras personas; como bostezar, rascarse o toser, pero también nos permiten comprender las emociones ajenas y establecer conexión entre otras personas. Así que las familias tienen que predicar con el ejemplo dado que aprenden por observación y por mímesis.
“Las madres y los padres tenemos que escuchar activamente a nuestros hijos, aceptar y validar sus emociones sin juzgarlas y expresar también las nuestras”, asegura Miriam Campoy. Ambas maestras creen que la inteligencia emocional y la empatía deben formar parte del día a día en la escuela. “Es de gran ayuda crear entornos seguros y tranquilos para conversar, hacer una asamblea es un método”, afirma. Para la maestra Campoy otro buen momento para educar en la empatía es en la resolución de conflictos: “En este caso sí que conviene buscar una mirada restauradora, que haga responsabilizarse y reparar el daño. Se puede preguntar a las partes implicadas en el conflicto qué ha pasado, cómo se sienten, cómo pueden ayudarse mutuamente y qué necesitan para sentirse mejor”, dice.
Desde la Clínica Uditán la psicóloga y especialista en neuropsicología Margot Ripoll nos propone estas dinámicas para trabajar la empatía en casa:
- Observar cómo se sienten los personajes de un cuento o una película.
- Jugar a adivinar o intuir cómo se siente un protagonista durante alguna secuencia de una película sin sonido observando solo su lenguaje corporal.
- Integrarlos activamente a la hora de escoger algún regalo para alguna persona querida. ¿Qué le gusta o le haría sentir contento a esta persona versus lo que a ellos les gustaría?
- Juego ponte en mis zapatos: dibujamos en un papel el contorno de los pies de cada miembro de la familia o ponemos un par de zapatos de cada uno. Uno a uno vamos pasando por los distintos zapatos diciendo algo que representa a esa persona. Podría ser relacionado a sus gustos o su forma de hablar.
- Jugar a buscar cosas en las que nos parecemos a los demás y cosas en las que no nos parecemos.
- Jugar a cómo se sentiría: juego en el que hay que adivinar cómo se sentirían los amigos o personas cercanas en una situación concreta.
- Jugar a adivinar qué elegiría el otro. Se seleccionan varios objetos, fotos de lugares, juegos, aficiones, colores, personajes de dibujos, comidas, deportes, etc. cada jugador debe escoger uno pensando que es otro de los miembros de la familia.
- Jugar a la mímica de las emociones. Un miembro representa una emoción y los demás han de adivinar cuál es.
La psicóloga Ripoll señala que “es muy importante acompañar estas dinámicas de una reflexión final sobre lo que se ha aprendido sobre los demás y sobre ellos mismos, si ha sido fácil o difícil, cómo se han sentido cuando los demás los conocían bien o cuándo no acertaban”.
Tres buenos libros para trabajar la empatía
Tres buenos libros, propuestos por la maestra Elvira Perejón.
Ponte en mi lugar. Autoras: Susanna Isern y Mylène Regaudie. Editorial: Nube Ocho. Sinopsis: Abeja tiene un ala enredada con un hilo y no puede volar, Mariquita ha perdido uno de sus lunares mientras los tendía, Araña tiene mucha seda que hilar y Ciempiés necesita cien zapatos para poder salir a caminar... Todos ellos le piden ayuda a Grillo, pero él no cree que esas cosas sean importantes. ¿Qué ocurrirá cuándo a él se le rompan las cuerdas del violín? ¿Le ayudarán sus amigos?
Un abrazo para Púas. Autoras: Juani Velilla y Mamen Marcén. Editorial: Babidi-bú. Sinopsis: Púas es un erizo y está muy preocupado porque quiere dar un abrazo a sus amigos, pero no se atreve a hacerlo porque tiene miedo a hacerles daño con sus púas. Se imagina que por su abrazo podrían incluso abandonar el bosque y dejarlo solo. Así que Púas decide pedir cita en la peluquería y cortar todas sus púas. Pero sus amigos, que se han enterado de la situación, han encontrado una solución que no únicamente permitirá a Púas no quitar sus púas, sino también poder abrazar a todos ellos sin ningún problema. Sin duda Púas lanza un relevante mensaje sobre autoestima, empatía, respeto a la diversidad, creatividad y amistad.
Daniela Pirata y la bruja Sofronisa. Autoras: Susanna Isern y Ilustradora Gómez. Editorial: Nubeocho Sinopsis: Es la tercera entrega de los libros de Daniela Pirata. Daniela Pirata lanzó un mensaje muy claro cuando hizo su aparición en el mundo de la literatura infantil: no hay cosas de niñas y cosas de niños. En esta tercera historia, escuchar las razones de los personajes malvados de los cuentos como la bruja Sofronisa es crucial, pues podemos empatizar con el «portarse mal» entendiendo que siempre hay una razón para un comportamiento destructivo que duele, en primer lugar, a quien lo provoca. Tal como decía Rebeca Wild: «Si un niño se porta mal es porque se siente mal».
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