Gloria R. Ben, psicóloga: “Dejar a tu hijo con un móvil sin protección es como darle un arma sin el seguro puesto”
La especialista en trastornos del aprendizaje y dependencias alerta sobre el llamado “cerebro palomita”: el impacto en la capacidad de atención, gestión de emociones y relaciones sociales que tiene el uso excesivo de pantallas en menores
Los niños españoles pasan hoy más tiempo que nunca frente a las pantallas. Esta es la principal constatación del último estudio Pasos Longitudinal, de la Gasol Foundation, que analiza los hábitos de vida de los menores. La fundación ha puesto el foco en lo que ocurrió entre 2022 y 2025 en niños que habían sido previamente observados en un estudio anterior, de 2019. Según la investigación, los chicos y chicas entre 10 y 22 años pasan 11 horas más delante de las pantallas a la semana, con las redes sociales ocupando buena parte de ese tiempo (103 minutos al día en 2024 frente a 65 minutos en 2020). Un aumento considerable que está teniendo un impacto en su capacidad de concentración (al igual que ocurre con los adultos), según alerta la psicóloga especialista en trastornos del aprendizaje y dependencias Gloria R. Ben (Madrid, 42 años).
“Nos estamos acomodando y normalizando el hecho de ver a un niño frente a una pantalla. Cada vez tienen el dispositivo antes de tiempo, o estamos perdiendo el miedo o nos estamos acostumbrando. Pero los menores utilizan cada vez más tanto el ordenador, porque muchas veces lo utilizan para estudiar y el padre piensa que está estudiando, pero a lo mejor está haciendo otras cosas; o el móvil o los juegos”, subraya la experta.
R. Ben trabaja además con la plataforma Qustodio, un programa que ayuda a los padres a monitorizar la actividad en línea de sus hijos. El último informe de esta empresa, con datos de 2024, alerta de que los videojuegos con pantallas y los vídeos cortos que nos bombardean acostumbran a los niños a un ritmo mental atropellado, que impacta no solo en los estudios, también en las capacidades emocionales de los más pequeños. Un estado que los investigadores llaman “cerebro palomita” (popcorn brain).
PREGUNTA. El llamado cerebro palomita. ¿Qué es exactamente?
RESPUESTA. Los vídeos rápidos, tan de moda, ofrecen estimulación, estimulación, estimulación, y lo que hacen es que nuestro cerebro necesite esa estimulación rápida. Luego, cuando pones al niño a leer un libro durante 15 o 20 minutos, no es capaz de prestar atención, así que imagínate en una clase de una hora. Por eso lo llamamos popcorn brain, como palomitas explotando rápidamente. Los niños, pero también los adultos, estamos acostumbrándonos a ver vídeos rápidos, tanto que en menos de un minuto te has visto tres. ¿Qué genera esto? Perder la capacidad de atención. Estás entrenando a tu cerebro para que todo sea rápido, para que todo sea estimulación. Pero es que el día a día no es así, el trabajo, los estudios, requieren una atención sostenida.
P. ¿Qué pueden hacer las familias en casa para prevenir o incluso revertir este efecto?
R. Lo primero es que sean conscientes de que, efectivamente, hay una dificultad o una adicción a las pantallas y eso está afectando a su atención. A veces es muy complicado hacérselo ver, sobre todo cuando hay una negación. Lo primero que nosotros trabajamos es eso, el que sean conscientes, sobre todo los adultos que están a cargo de ese menor, para luego poder orientarlos. Está claro que lo primero es la prevención. Tengo una niña de 10 años y llevo hablando de los problemas del mundo virtual desde hace mucho tiempo con ella. Hay que hablar con ellos desde edades muy tempranas, hablar de para qué utilizan las pantallas, qué relación tienen con ellas. Y luego hacer acuerdos familiares, con horarios claros de utilización. Los límites son un camino que marcamos para que los niños no se pierdan. Sabemos que los dispositivos electrónicos están a la orden del día y que los van a utilizar, pero hay que enseñarles a utilizarlos y hay que hacerles ver que hay otras cosas en la vida. Tanto a los adultos como a los niños, porque a veces me encuentro que les pides que busquen planes alternativos en familia y te dicen: “Ver una peli”. Vamos a intentar eliminar pantallas, a ver qué planes en familia podemos encontrar.
P. ¿Por qué es peligroso no marcar esos límites?
R. Muchas veces, cuando hacemos formaciones con padres, yo se los digo: dejar a tu hijo encerrado en una habitación con un móvil, sin ningún tipo de protección, es como darle un arma sin el seguro. Puede estar haciendo de todo y tú no te estás dando cuenta, y hemos visto un montón de casos de niños que han acabado muy mal porque no tenían esa protección. Proteger, prevenir y, sobre todo, actuar como modelos.
P. Como psicóloga especialista en problemas de dependencia, ¿qué es lo que más le alarma del uso, y abuso, de pantallas?
R. Lógicamente, esa dependencia, esa adicción que se está generando y que luego ya es muy difícil de tratar. Nosotros abogamos por la prevención. Intentar sacar de esa dinámica no solo a los menores, también a sus familias. En terapia muchas veces me encuentro que no únicamente hay que poner horarios y restricciones a un pequeño que no tiene, sino que hay que cambiar a los padres, que no le dan importancia. No es solamente el contenido que ven, que puede ser perjudicial para ellos, es la luz, el sonido, todo lo que les está afectando a nivel cerebral. Se está viendo cada vez más cómo las pantallas afectan al nivel de atención, a las funciones ejecutivas…
P. ¿Se observan cambios en la manera en la que se relacionan los adolescentes?
R. Se ve en la calle, sales y los ves en una mesa de una cafetería cada uno con un móvil. Cuando comento eso con mis sobrinos me dicen que seguramente están jugando a algún juego juntos en línea, y la verdad, si te fijas, es que hasta se ríen a la vez. Algo juntos están haciendo. Pero claro, con el dispositivo de por medio. Se está perdiendo esa naturalidad, esa espontaneidad en las relaciones. Y luego está la cuestión de la tolerancia. Ahora mismo los niños pequeños necesitan el estímulo constante, el refuerzo inmediato. No tener las cosas inmediatamente les genera una frustración. A nivel emocional, nos estamos encontrando además que se quedan muchas veces encerrados en casa, que no salen, con la consecutiva pérdida de habilidades sociales, porque les resulta muchísimo más fácil relacionarse detrás una pantalla.
P. Debe de ser difícil hablar de dependencia de pantallas en menores cuando son muchos los adultos que tienen una relación un tanto tóxica con las pantallas, ¿no?
R. Es que eso es lo principal. No podemos decirle a nuestro hijo “deja el móvil” con un móvil en la mano. Esto lo trabajo mucho con las familias porque te dicen bueno, es que yo tengo que trabajar. Vale. Pero identifícalo. Diles que estás trabajando y necesitas tener el móvil aquí porque te van a hacer una llamada urgente. Compártelo con ellos. Pero también ten esos momentos de desconexión total. En consulta, hablamos de acuerdos que me parecen indispensables a nivel tecnológico. Los padres también tienen que entrar en esos acuerdos: hay que decir el móvil de todos se queda aquí por la noche. Tiempo de desconexión total, nos vamos a contar qué tal el día sin nada, sin la televisión de fondo, sin nada. Lo principal es ser un modelo seguir.
P. Los expertos —entre ellos, organizaciones como la Asociación Española de Pediatría— recomiendan retrasar el acceso de los niños a las pantallas hasta los seis años. ¿Cree que hay un límite saludable en su uso?
R. A nivel de desarrollo, cuanto más lo retrases, mejor, pero yo sí creo en el uso responsable. Trabajo en trastornos del aprendizaje y hay niños que encuentran motivación para aprender con pantallas, porque hay aplicaciones que están muy bien para trabajar el tema de la lecto-escritura, por ejemplo. No siempre, lógicamente. Pero creo que la prohibición a largo plazo no nos va a llevar a ningún sitio. Cuando era niña, mi madre odiaba las Barbies, por lo que se supone que representaban. Pues yo me iba a la casa de enfrente para jugar con las Barbies de una amiga. Al final, creo que la prohibición, sobre todo en una determinada edad, genera más deseo.