Niños con alergia al sol: cómo prevenirla y cuáles son los síntomas
Los menores que tienen fotosensibilidad pueden padecer urticaria o enrojecimiento de la piel y, en los casos más graves, dolor de cabeza o vómitos. Protegerse de los rayos del sol con la correcta aplicación de la crema o tomar antihistamínicos antes de la exposición son algunas recomendaciones
¿Se puede tener alergia al sol? Este es el término coloquial con el que se conoce cuando se produce una reacción de la piel frente a la exposición solar, pero en realidad se trata de la fotosensibilidad o de una reacción cutánea a los rayos solares ultravioleta. “No es una alergia en el sentido tradicional, cuando el sistema inmunológico tiene determinada respuesta frente a una sustancia específica”, aclara Cristina García, coordinadora de la Unidad de Dermatología Pediátrica del Grupo Pedro J...
¿Se puede tener alergia al sol? Este es el término coloquial con el que se conoce cuando se produce una reacción de la piel frente a la exposición solar, pero en realidad se trata de la fotosensibilidad o de una reacción cutánea a los rayos solares ultravioleta. “No es una alergia en el sentido tradicional, cuando el sistema inmunológico tiene determinada respuesta frente a una sustancia específica”, aclara Cristina García, coordinadora de la Unidad de Dermatología Pediátrica del Grupo Pedro Jaén. “Consiste en la aparición, minutos después de la exposición al sol, de habones o manchas rojas ligeramente abultadas que pican mucho y desaparecen en menos de 24 horas”, añade María Calvo, jefa de Dermatología del Hospital Ruber y del centro Olympia, en Madrid.
Los expertos desconocen a ciencia cierta el mecanismo desencadenante de este tipo de fotosensibilidad. “Parece que se produce una interacción entre la luz solar de una determinada longitud de onda y un pigmento de la piel, lo que genera un fotoalergeno, que provoca la liberación de histamina, que es la encargada de producir los síntomas característicos de la urticaria”, explica Calvo.
La intolerancia a la luz solar no se trata de una cuestión relacionada con el color de la dermis. Puede haber personas tanto de tez clara como morena que la padezcan, según explica Calvo: “Existe la posibilidad de un componente genético en algunos casos, pero no hay evidencia científica del carácter hereditario de este tipo de intolerancia solar”. Se trata de una sintomatología que suele remitir de manera espontánea.
Los expertos, como la dermatóloga María Calvo, recomiendan con los niños que tienen esta fotosensibilidad siempre evitar la exposición al sol en las horas centrales del día y protegerles tanto con ropa adecuada como con fotoprotector solar: “También puede ser recomendable, en algunos casos, tomar antihistamínicos unas horas antes de la exposición solar intensa”.
Las diferentes caras de la alergia solar
Este tipo de intolerancia lumínica no es habitual en niños, se suele producir más en adolescentes o en adultos, aunque también los más pequeños pueden tenerla. Esta puede provocar dos tipos de síntomas: “Por un lado, la urticaria solar que consiste en una reacción cutánea por la exposición con síntomas como ronchas, picazón o enrojecimiento y que desaparece tras alrededor de dos horas de haber finalizado la exposición al sol”, según describe la dermatóloga Cristina García. Aunque esta médica incide en que, en algunos casos, puede haber síntomas más graves, como dolor de cabeza, náuseas, vómitos o malestar general. El otro tipo de esta alergia es la conocida como Erupción Polimorfa Lumínica (EPL), cuyos síntomas aparecen varias horas después de la exposición al sol y pueden persistir durante varios días. “Esta erupción suele ocurrir en las partes de la piel del niño que suelen estar más expuestas a la luz solar, como el cuello, el escote, los brazos o las piernas”, prosigue. En este caso, según explica García, no aparecen habones, sino placas —lesiones palpables que suelen medir unos 10 milímetros de diámetro— y granitos rojos, que no suelen afectar a la cara.
La piel de niño es diferente según su edad y frente al sol precisa diferente protección. “En los niños menores de seis meses no se recomienda la exposición directa al sol ni el uso de protección, por lo que deben estar siempre bajo la sombrilla y evitar salir en las horas en que la luz solar es más potente”, aconseja Gonzalo Ares, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, en Madrid. Cuando el niño tiene entre seis meses y tres años, continúa Ares, ya se pueden usar cremas: “A esta edad todavía se recomienda la mínima exposición a la luz del sol y con una crema con factor entre 30 y 50, que se debe aplicar 20 minutos antes de tener la piel expuesta a la intemperie y repetir su aplicación cada dos horas”. “También tiene que tener textura untuosa y no usarla en formato de bruma o espray, ya que no hidratan igual ni son productos tan efectivos”, añade por su parte Juan José Andrés Lencina, dermatólogo.
El correcto empleo de la crema es fundamental para proteger la piel. “Las más recomendables son las que tienen filtros físicos, que contienen partículas que rebotan la luz y son muy efectivas. En cuanto a los filtros químicos, lo que hacen es absorber la luz y degradarla para que no penetre en la piel”, explica Lencina. También advierte sobre la mala aplicación de la crema: “Muchos se suelen poner poca cantidad, hay que poner mucha y renovarla cuando se sale del agua, aunque el producto tenga resistencia acuática”.
Ares recomienda, además, que para proteger la piel de los niños se usen determinadas prendas, como las camisetas de licra y las gorras para evitar el sol en la cara. “Nunca hay que utilizar las de algodón color blanco porque la luz del sol penetra”, puntualiza Lencina. “Y con la sombrilla también hay que tener cuidado, porque, aunque se esté debajo, el sol se refleja en la arena y quema la piel”, incide este experto. Con respecto a los días nublados, Ares recuerda que sigue activa la luz ultravioleta solar: “En estos casos, también se puede dañar la dermis, por lo que hay que protegerse del sol, no importan las nubes”.
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