‘Megamind’: la carga mental de la crianza

Este agotamiento ha existido siempre, pero como no se le daba nombre, uno no se podía quejar

Ni con una mente superprodigiosa te librarás de la carga mental de la crianza.

Vais en grupo a un restaurante, se acerca el camarero y le empezáis a soltar toda la comanda con un recital de particularidades y manías bastante insoportable… y él no se apunta nada. Lo miráis con desconfianza y dice: “Tranquilos, que no se me olvida”. Y normalmente se acuerda de todo y le trae el plato correcto a cada uno, y encima rápido y con una sonrisa.

Eso aplicado al mundo de la crianza es la carga mental: llevar en la cabeza una agenda invisible con todas las g...

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Vais en grupo a un restaurante, se acerca el camarero y le empezáis a soltar toda la comanda con un recital de particularidades y manías bastante insoportable… y él no se apunta nada. Lo miráis con desconfianza y dice: “Tranquilos, que no se me olvida”. Y normalmente se acuerda de todo y le trae el plato correcto a cada uno, y encima rápido y con una sonrisa.

Eso aplicado al mundo de la crianza es la carga mental: llevar en la cabeza una agenda invisible con todas las gestiones y particularidades concretas de tus hijos en varios planos temporales, todo a la vez, desde la próxima revisión médica hasta comprar el pan para el bocadillo de mañana o el material para los deberes.

Pero lo que en el camarero se celebra como un prodigio de la naturaleza, en las madres ya se da por supuesto con el cargo y muchas veces ni hay conciencia del esfuerzo que exige tenerlo todo a punto.

Los estrategas planean las guerras y los soldados las sufren batalla a batalla, sin descanso, en el barro bajo la lluvia. Pero los padres combinamos las dos misiones a la vez. Correr para recoger al crío del cole y llevarlo a piscina a tiempo, pero también haber preparado la bolsa antes, sin dejarte las gafas de bucear, y además acordarte de que había que pagar la reserva de la plaza, porque si no, lo demás no existe.

Podemos usar agendas de papel, digitales, recordatorios en el móvil o tirar de memoria mientras la neurona aguante. Pero, al final, alguien tiene que planificar, organizar y marcar los tiempos porque todas estas tareas tienen una orden correcto para que dé tiempo de completarlo. Y aunque luego la pareja pueda dividirse la realización física de cada tarea, estar pendiente de preverlo, todo es agotador, sobre todo para las madres, que en su mayoría son las que se encargan del asunto con la eficacia y el silencio de un ninja.

Por eso muchas parejas no son conscientes del esfuerzo que supone este control de albaranes familiares y como mucho sueltan lo de “si yo ya ayudo mucho” o “es que si no me lo dice, cómo lo voy a saber”, en vez de tener asimilado que es una responsabilidad común.

Este agotamiento mental ha existido siempre, pero como no se le daba nombre, no te podías quejar. Y puede acabar generando mal humor, olvidos, tristeza, migraña y un cansancio global que convierte a cualquiera en la alegría de la huerta. Porque normalmente en esta lista nunca prevemos como prioridad dejarnos un ratito para cuidarnos.

Así que pasemos al papel todas esas tareas, para repartirlas entre la pareja (y delegar unas cuántas a los niños), reducir la sobrecarga de gestiones, eliminando lo prescindible y aceptar que no podemos ser perfectos ni llegar a todo. Y si nos olvidamos de algo (a menos de que sea el carrito con el niño), ya lo arreglaremos cuando llegue el momento.

*Martín Piñol es autor de 33 libros, su serie infantil ‘La cocina de los monstruos’ se ha publicado en varios países. Su última novela es ‘El club de las sombras’.

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