Trump se enreda con la economía y culpa a Kamala Harris de la jornada negra de las bolsas

La etiqueta “el crac de Kamala” triunfa en la red social X mientras el republicano asegura que el colapso se debe al rechazo de los mercados a la candidatura de la demócrata

El candidato republicano a la reelección, Donald Trump, el sábado en un mitin en Atlanta (Georgia).EDWARD M. PIO RODA (EFE)

Cuando parecía que Donald Trump, candidato republicano a la reelección en noviembre, había abandonado los arietes de la inflación y la frontera para arremeter contra los demócratas, esgrimiendo en su lugar cuestiones identitarias —la negritud de Kamala Harris—, el desplome de las bolsas le ha devuelto al terreno económico. En varios mensajes publicados este lunes en Truth Social, el expresidente la emprende contra la candidata demócrata con su habitual catarata de mayúsculas, para atribuirle en exclusiva la jornada de pánico por el supuesto rechazo de los mercados a su candidatura. El magnate ha bautizado la jornada como “el crac de Kamala”, una etiqueta que enseguida se convirtió en tendencia en la red social X (antes Twitter), propiedad de uno de sus mejores propagandistas, Elon Musk, con 209.000 post.

“Kamala es incluso peor que Corrupto Joe [Biden]. Los mercados NUNCA aceptarán a la Lunática de Izquierda Radical que DESTRUYÓ San Francisco y California en su totalidad. ¡El siguiente paso es LA GRAN DEPRESIÓN DE 2024! No se puede jugar con los MERCADOS. ¡EL DERRUMBE DE KAMALA!”, dice uno de los mensajes, que amenaza con la inminencia de “una III Guerra Mundial si estos estúpidos siguen en el cargo”. El fantasma de una conflagración mundial no es nuevo: fue una de las líneas de su discurso de aceptación de la nominación republicana en la convención del partido en Milwaukee, sembrado de bulos y exageraciones.

En términos apocalípticos, que no se corresponden con los factores que han provocado el colapso bursátil, el candidato republicano advierte de la amenaza de una “gran depresión en 2024″, aunque los principales indicadores, como el paulatino control de la inflación —en junio fue del 3%, cerca del objetivo del 2%— no corroboran su teoría. De culpar a los demócratas del incremento de los precios Trump ha pasado a vender su receta de prosperidad (”los votantes tienen una elección: la prosperidad de Trump o el crac de Kamala”) en busca del apoyo de los independientes o indecisos, que ambos partidos se disputan.

Muchos estrategas habían criticado la decisión de Trump de cuestionar la identidad racial de Harris, conscientes de que los ataques podían volvérsele en contra no entre su base conservadora, pero sí entre los independientes y los más jóvenes. “En última instancia, el núcleo de estas elecciones son las cuestiones económicas. Cada vez que no se habla de eso, se pierde una oportunidad de atraer a los votantes independientes”, ha declarado David Winston, encuestador del Partido Republicano, a The Wall Street Journal. “Y los independientes siempre deciden quién gana las elecciones”.

Pero con los datos económicos en la mano, Trump yerra el tiro. Pese a la volatilidad de las bolsas, el desplome parece haber sido impulsado por complejas operaciones internacionales, no por una pérdida de confianza en la economía estadounidense por los últimos datos de empleo, según la lectura del portal Axios Macro. “No hay ninguna razón para que un aumento de 0,2 puntos porcentuales en la tasa de desempleo de EE UU [del 4,1% de junio al 4,3% de julio] desencadene un desplome del 12% en el precio de las acciones del Nikkei, el selloff [venta] que desencadenó un día de caos en todo el mundo”. Otro factor al que atribuir la jornada negra es la bajada de los mayores valores tecnológicos por su excesivo gasto en IA, corrobora el portal.

Los peregrinos argumentos económicos de Trump para arremeter contra sus rivales hallan en su promesa de bajar los tipos de interés si es elegido su expresión más clara, como prometió el miércoles pasado mientras la Reserva Federal mantenía el precio del dinero sin cambios. Aunque ganara las elecciones, el republicano no podría recortar los tipos, que fija la Fed, autónoma y competente en cualquier decisión de política monetaria con independencia de la Casa Blanca y, por tanto, teóricamente libre de presiones políticas. Su presidente, Jerome Powell, ha reiterado que la política no jugará un papel en las decisiones del comité de política monetaria, pero la injerencia de Trump —cuesta creer que lo haya dicho por ignorar el funcionamiento del banco central— inquieta a muchos.

Trump anunció esa imposible bajada del precio del dinero en la convención anual de la Asociación Nacional de Periodistas Negros en Chicago, el mismo foro en que acusó a Kamala Harris de ser negra desde hace poco, tras asegurar que la inflación y las altas tasas de interés están “destruyendo nuestro país” y que, si fuera elegido, “las bajaría mucho”.

“Voy a llevar la inflación muy abajo, para que la gente pueda comprar tocino de nuevo, para que la gente pueda comprar un sándwich de jamón de nuevo, para que la gente pueda permitirse ir a un restaurante”, prometió. Aunque se trata de una entidad independiente del poder político, un hipotético segundo mandato del republicano ha suscitado el temor a una intervención que iría en contra del mandato de la Fed. No obstante, el miedo a que la Reserva Federal rebaje los tipos demasiado tarde —en 2022 fue acusada de reaccionar con retraso a la inflación; hoy, de demorarse en abaratar el precio del dinero, en máximos desde hace 23 años— nunca ha inquietado a los republicanos, sino todo lo contrario: algunos de ellos han pedido al banco central que se abstenga de relajar su política antes de las elecciones de noviembre, para no beneficiar a los demócratas.

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