Biden se juega su candidatura en una rueda de prensa convertida en prueba de capacidad cognitiva
El presidente de Estados Unidos quiere demostrar con su comparecencia ante los medios que está preparado para afrontar la reelección
Si todo va bien, en la rueda de prensa de este jueves, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de 81 años, podrá demostrar que es capaz de dar una rueda de prensa. Lo que no parece tan fácil es que contestar durante un rato a preguntas de periodistas sin leer las respuestas en una pantalla sirva para convencer a los ciudadanos estadounidenses de que está en forma para afrontar un hipotético segundo mandato de cuatro años como presidente. Sin embargo, ...
Si todo va bien, en la rueda de prensa de este jueves, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de 81 años, podrá demostrar que es capaz de dar una rueda de prensa. Lo que no parece tan fácil es que contestar durante un rato a preguntas de periodistas sin leer las respuestas en una pantalla sirva para convencer a los ciudadanos estadounidenses de que está en forma para afrontar un hipotético segundo mandato de cuatro años como presidente. Sin embargo, ha sido la propia campaña de Biden la que ha presentado la ocasión como un momento trascendental. El riesgo, por supuesto, es que esa especie de examen de capacidad cognitiva televisado en directo salga mal. En ese caso, las presiones para retirarse serían insoportables.
Biden ha contestado algunas preguntas en cortas comparecencias conjuntas por la visita de mandatarios extranjeros. En cambio, lleva sin dar una rueda de prensa larga en toda regla en Washington desde noviembre de 2022, cuando compareció en la Casa Blanca tras las elecciones legislativas de mitad de su mandato. El Partido Demócrata logró un resultado mejor que el esperado y Biden proclamó: “Ha sido un buen día para la democracia y para Estados Unidos”. Por entonces, el presidente aún no había decidido si se presentaría a la reelección. En noviembre de 2023 dio otra de unos 20 minutos en Woodside (California) tras una reunión con el presidente chino, Xi Jinping. En febrero compareció brevemente en la Casa Blanca para responder al informe del fiscal especial que le describía como “un anciano bienintencionado con mala memoria“. Cuando ya se iba, regresó para contestar una última pregunta y confundió México con Egipto, arruinando todo el efecto.
Este jueves comparece en el centro de convenciones de Washington en que se celebra esta semana la cumbre de la OTAN. Biden está orgulloso del liderazgo que ha ejercido en la Alianza Atlántica en respuesta a la invasión rusa de Ucrania. A pesar del contexto, Biden tendrá que hacer frente a preguntas que no tengan que ver con política exterior, sino con las crecientes presiones políticas, mediáticas y financieras para que tire la toalla y renuncie a presentarse a la reelección.
El presidente de Estados Unidos y su equipo habían construido una presa con la que contener las dudas relacionadas con su edad, su estado físico y su agudeza mental. Informes médicos, gestos, bromas, complicidades y una limitada exposición a la improvisación habían servido de dique. Con el desastroso debate de la CNN en Atlanta del pasado 27 de junio contra Donald Trump, se abrieron unas grietas enormes en esa presa que, por momentos, parece que va a saltar por los aires.
Biden ha intentado taponar las vías de agua, pero cada vez van apareciendo nuevas grietas. Para los medios, informar sobre el posible relevo del candidato-presidente se ha convertido en prioridad informativa. Eso en sí no ayuda. Tampoco lo hace la posición agresiva que ha adoptado el diario progresista de referencia, The New York Times, contra Biden, con dos editoriales pidiéndole que renuncie, decenas de artículos de opinión en el mismo sentido y centenares de piezas de información recreándose en la crisis, incluso a veces forzando en exceso su interpretación.
Del diario neoyorquino recibió el presidente este miércoles uno de los golpes más demoledores en forma de artículo en estas dos semanas de crisis. George Clooney, la estrella de Hollywood que tanta admiración había mostrado por el presidente, decidía darle la espalda. Fuego amigo. “Me encanta Joe Biden. Como senador. Como vicepresidente y como presidente. Le considero un amigo y creo en él. Creo en su carácter. Creo en su moral. En los últimos cuatro años, ha ganado muchas de las batallas a las que se ha enfrentado. Pero la única batalla que no puede ganar es la lucha contra el tiempo. Ninguno de nosotros puede”, escribía el actor.
“Fui coanfitrión de la mayor recaudación de fondos jamás realizada en apoyo de un candidato demócrata, para la reelección del presidente Biden”, recordaba Clooney, según el cual el Joe Biden con el que estuvo hace tres semanas no era el mismo de 2010 o 2020. “Era el mismo hombre que todos presenciamos en el debate”, sentenciaba. “Los líderes de nuestro partido tienen que dejar de decirnos que 51 millones de personas no vieron lo que simplemente vimos”, añadía. “Joe Biden es un héroe; salvó la democracia en 2020. Necesitamos que lo haga de nuevo en 2024″, concluye su petición de retirada.
Primer senador en contra
Ese es un argumento recurrente. La imagen que Biden dejó en el debate no va a desaparecer porque conceda una entrevista sin grandes patinazos o dé una rueda de prensa en la cumbre de la OTAN. “No podemos ignorar la desastrosa actuación del presidente Biden en el debate. No podemos ignorar ni descartar las preguntas válidas que se han planteado desde aquella noche”, escribió este miércoles en un artículo en The Washington Post, Peter Welch, el primer senador de su partido que le pide abiertamente que se retire de la carrera por la reelección.
“Entiendo por qué el presidente Biden quiere presentarse. Ya nos salvó una vez de Donald Trump y quiere volver a hacerlo. Pero tiene que replantearse si es el mejor candidato para hacerlo. En mi opinión, no lo es”, continúa Welch. “La conversación nacional se centra en la edad y la capacidad del presidente Biden. Solo él puede cambiarlo”, añade.
En la conversación nacional sobre la capacidad de Biden participó este miércoles de forma un poco confusa la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de 84 años. En una entrevista televisiva, puso por las nubes a Biden, pero le dejó el recado de que tiene que decidir pronto si se presenta o se retira: “Depende del presidente decidir si va a presentarse. Todos le animamos a que tome esa decisión. Porque el tiempo apremia”. ¿Cómo? Pero si ya ha dicho que ha decidido y que se presenta, le reconvino el presentador. “Quiero que haga lo que decida hacer”, insistía Pelosi, que no está claro si no se enteraba o si se enteraba demasiado bien.
Welch es el primer senador que pide abiertamente a Biden que se retire. Hasta ahora lo habían hecho miembros de la Cámara de Representantes, en una lista que sigue aumentando y a la que se han sumado este miércoles Pat Ryan, de Nueva York, y Earl Blumenauer, de Oregón. Son solo una decena —de entre un total de más de 200 representantes— los que se han manifestado abiertamente contra la candidatura de Biden. Se da por hecho que muchos otros prefieren no manifestarse en público contra el presidente. Al tiempo, muchos le han mostrado su apoyo decidido.
La portavoz presidencial, Karine Jean-Pierre, ha tenido que contestar preguntas sobre si Biden tiene Alzhéimer, Parkinson o deterioro cognitivo de cualquier clase. La Casa Blanca ha negado que el Gabinete esté planteándose destituir a Biden por incapacidad. El presidente tiene una teórica cita con Donald Trump para un nuevo debate el 10 de septiembre, pero el republicano se dedica a hurgar en la herida: “Esta noche, le ofrezco oficialmente a Joe la oportunidad de redimirse delante de todo el mundo”, dijo el martes en un mitin en Doral (Florida). “Hagamos otro debate esta semana para que el dormilón Joe Biden pueda demostrar a todo el mundo que tiene lo que se necesita para ser presidente, pero esta vez será de hombre a hombre, sin moderadores, sin restricciones”, añadió.
El propio Biden señaló a la cumbre de la OTAN como un momento en que demostrar su capacitación. “Supongo que una buena forma de juzgarme va a ser ahora que se va a celebrar la cumbre de la OTAN aquí en Estados Unidos la semana que viene. Vengan a escuchar. Vean lo que dicen”, afirmó la semana pasada en una entrevista concedida a ABC News.
El presidente tiene previsto hacer campaña el lunes en Austin (Texas) y el martes y miércoles en Las Vegas (Nevada). En esta última ciudad tendrá actos para captar el voto negro y latino. También concederá el lunes una nueva entrevista, en este caso a NBC News.
En esa entrevista le preguntaron si estaría dispuesto a someterse a pruebas neurológicas independientes para certificar su agudeza mental. “Tengo una prueba cognitiva cada día”, contestó, en referencia a las tareas a las que se enfrenta como presidente. “Todos los días tengo pruebas. Todo lo que hago. No solo estoy haciendo campaña, sino que estoy dirigiendo el mundo. Suena como una hipérbole, pero somos la nación esencial del mundo”, añadió.
Este jueves, tiene varias de esas pruebas. El presidente afronta una rueda de prensa en la que no se puede permitir ningún tropezón, ni físico ni dialéctico. Estaba inicialmente convocada para las 17.30 hora de Washington, pero luego se ha retrasado hasta las 18.30 (00.30 del viernes en la España peninsular). Llegará tras un día de agenda cargada, tras dos sesiones de trabajo de la cumbre de la OTAN, una bilateral con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y un evento también de apoyo a Ucrania.
El presidente dijo hace unos días a los gobernadores que quería limitar los actos más allá de las 20.00 horas para descansar mejor. Este miércoles, sin embargo, se saltó la regla al recibir en la Casa Blanca a los jefes de Estado y de Gobierno de los países que participan en la cumbre de la OTAN. Biden, abstemio declarado, se atrevió incluso a brindar con un Roederer Estate Brut Rosé, un espumoso de Mendocino (California). Este jueves se verá si le pasa factura haber trasnochado.
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